lunes, 6 de mayo de 2013

SOCIALISMO versus FASCISMO

Por Ernesto Molina Molina. [1]

Es cierto que el poder implica muchas veces ejercer la violencia. Pero esa violencia puede tener un carácter positivo cuando se ejerce contra los opresores por los oprimidos. Uno de los principales objetivos de este pequeño ensayo, provocado por mis amables alumnos de la maestría de Relaciones Internacionales, es reconocer el papel que puede desempeñar el Estado socialista por alcanzar toda la diversidad de derechos legítimos por los cuales debemos luchar.

El hecho de que Marx haya hecho especial énfasis en la lucha de clases no es una limitación; es más bien un mérito; pues para ganar toda la justicia de este mundo, es el mejor punto de partida: sin poder no se puede hacer nada. Y estamos hablando del poder político que se ejerce a favor del pueblo.

Los fascistas suelen acusar al poder político que se ejerce a favor del pueblo de abusar de la violencia en contra de los “derechos democráticos”. Las comillas aquí las ponemos porque en realidad los fascistas defienden por todos los métodos (principalmente los métodos violentos, espurios e ilegítimos posibles) los derechos del capital. 

Cabe entonces preguntarse:

La “naturaleza humana” pareciera seguir las leyes darwinianas de la naturaleza, en que la violencia está siempre presente. Llama la atención como Darwin se inspiró en Malthus y no a la inversa, para concebir el desarrollo de la naturaleza como una lucha permanente en que prevalece el más fuerte sobre el más débil.[2] De hecho, en la sociedad en que domina el sistema del capital, la “naturaleza humana” necesariamente ha de ser reflejo de las relaciones antagónicas entre el capital y el trabajo. 

De aceptar las ideas malthusianas, sería imposible eliminar la “cultura” de la violencia. Y sin embargo, la violencia puede desempeñar un papel positivo cuando es éticamente bien ejercida contra la violencia fascista. Contra el poder burgués ha de enfrentarse el poder proletario. Si la clase obrera no accede al poder político, la burguesía no va a renunciar “bondadosamente” sus propiedades para llevar adelante una sociedad más justa. Si la clase obrera, una vez que logra ejercer cuotas de poder frente al capital, no sabe defender inteligentemente ese poder alcanzado, la revolución se pierde.

Los pocos intentos históricos hasta ahora de acceder al poder político a favor de los trabajadores por vía pacífica han sido aplastados en sangre. Ello no quiere decir que surja la posibilidad algún día de una revolución socialista por la vía pacífica, es decir, sin la presencia de la lucha armada. Y aún así, la “violencia democrática” de arrebatar los medios de producción al gran capital en beneficio de las grandes mayorías, estará presente.

En todas las sociedades de clase, por supuesto que el poder y la violencia están presentes. Quien no acepta los medios idóneos para alcanzar un fin, de hecho, aunque mucho lo proclame, realmente no ha abrazado ese fin proclamado. Y “métodos idóneos” no quieren decir que “el fin justifica los medios”. La Revolución Cubana jamás ha utilizado la tortura contra nadie. Y contra Cuba se han utilizado todos los métodos terroristas más disímiles.

Intentar explicar la violencia como una supuesta “tendencia natural del ser humano” a sentirse superior a los demás; es como intentar explicar la explotación del hombre por el hombre por razones psicológicas inherentes al ser humano.

“La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva. Es ella misma una potencia económica”[3], expresa acertadamente Carlos Marx en el capítulo 24 del primer Tomo de “El Capital”.

En las ciencias sociales, la historia desempeña un papel esencial. Normas y leyes no es lo mismo. Sin Estado no hay derecho. Las normas surgen en un contexto histórico y la familia como “célula” de la sociedad también obedece a un contexto histórico espacial. Pero la legalidad exige la existencia del Estado. Esta distinción entre normas y leyes es imprescindible tenerla presente. Conviene acudir a las obras: “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, de Federico Engels; así como a “El Estado y la Revolución”, de Lenin.

El Estado existe como aparato de represión de una clase social sobre otras clases sociales. Esto es como el ABC de la ciencia política y después de la Comuna de París, Marx concluyó que una revolución socialista triunfante tenía que destruir al Estado burgués y construir un nuevo aparato estatal proletario. Vale la pena reiterar aquí la importancia de la obra “El Estado y la Revolución”, en la cual Lenin pudo analizar y enriquecer la propia evolución de la teoría revolucionaria de Marx acerca del Estado.

Aquellos que invitan a renunciar a los procesos revolucionarios, suelen hacer las siguientes preguntas: ¿Qué sentido tuvo llevar adelante la Revolución de Octubre comandada por Lenin, si 70 años después sobrevino la caída de la URSS y el Campo Socialista? ¿Fue injusta entonces la violencia ejercida por la Revolución de Lenin? ¿Para qué avanzar si después se puede sufrir un retroceso? ¿De qué valió la derrota del fascismo y la gran victoria de la Guerra Patria frente a los nazis, si el estalinismo estuvo plagado de crímenes y errores?

Si mantenemos este enfoque en que prevalece una premisa falsa: “la violencia de por sí es injusta”, o “el poder de por sí corrompe”; entonces sacamos un corolario muy inmovilizador de las fuerzas del cambio: No vale la pena utilizar métodos violentos de defensa ante la violencia de los opresores, ni vale la pena luchar por el poder.

La ciencia tiene que basarse en hechos, más que en opiniones. No es lo mismo “aspirar” y “esperar” por un mundo mejor donde no exista la violencia, que luchar, uniéndome solidaria y  organizadamente a las fuerzas revolucionarias que luchan con una estrategia política bien definida por derrotar el sistema de opresión vigente. Por tanto, es necesario identificar a los actores sociales del cambio y contar con un programa de lucha bien conformado.

En la agenda del socialismo hay muchos problemas acumulados de las sociedades clasistas que el socialismo debe resolver. Uno de ellos es el fascismo. ¿Hay solución contra el fascismo? 

Mientras más logra el capital dividir a los obreros, logra explotarlos más. Y el fascismo contribuye a esa división que el capital necesita. Los obreros quieren tiempo para sí mismos, quieren energía después de trabajar, reducir la jornada, elevar el salario real, reducir el grado de explotación. Los capitalistas empujan en dirección contraria.  Para ello introducen nuevas tecnologías: para elevar el grado de explotación. La tecnología es un instrumento de la lucha de clases. La división de los obreros por estructura etárea, razas, etnias, nacionalidades, género, religiones, etcétera, todo ello favorece al capital en la lucha de clases. Sólo en la lucha contra el capital se avanza contra el fascismo. Y esa lucha debe continuar incluso después de la conquista del poder político por los trabajadores.[4]

Porque el fascismo es inculcado por los defensores del capital en el propio seno de los trabajadores, acudiendo especialmente al chovinismo, a un nacionalismo espurio, ya sea revanchista, como sucedió con la Alemania nazi después de la I Guerra Mundial; o por Pinochet, esgrimiendo ese mismo chovinismo contra el socialismo defendido por el presidente constitucional Salvador Allende a quien se le acusaba de servir a supuestos intereses totalitarios y extranjeros. De allí que la tarea revolucionaria consiste – para empezar – en mover la conciencia del trabajador confundido por el poder mediático hacia la unidad con sus hermanos de clase y en liberarlo de la cultura impuesta por el amo.

Ciertamente, Marx nos habló del hombre alienado por el capital en el tiempo no libre, aquel en que su esencia – el trabajo – le es enajenado. Hoy podemos añadir que el hombre es enajenado en el llamado tiempo libre: cuando las industrias del entretenimiento banalizan su conciencia. Y cuando el poder mediático fascista intenta convertir en verdad una mentira repetida y repetida hasta subliminalmente.

Cuando leemos, al menos tenemos que imaginar lo que leemos, entrenamos el cerebro en ese esfuerzo. Ante la pantalla, todo es más fácil, somos simples receptores. A menos que desarrollemos nuestra capacidad de ver la televisión con ojos críticos.

Por tanto, no  debemos renunciar a crear nuestras propias industrias culturales, generadoras de empleo y beneficios económicos para nuestros pueblos, pero también defensoras de nuestra identidad cultural y, por tanto, de nuestra conciencia de emancipación. Frente a CNN y tantas televisoras al servicio del capital, desarrollemos TELESUR y otras alternativas y seamos cada vez mejores promotores críticos de nuestra cultura emancipadora de lucha. Hoy se habla del “poder blando”, aquel que se logra sobre las conciencias mediante los medios masivos. Quitarle cuotas de poder al capital mediante los medios alternativos tiene que estar en nuestra agenda de lucha.

Las personas pueden llegar a desarrollar todo su potencial cuando también pueden tomar decisiones en sus comunidades. Si se les impide a las personas utilizar su mente en el centro de trabajo y sólo se cuenta con sus manos y hombros, para seguir órdenes que llegan desde arriba, sin protagonismo alguno de los trabajadores, el resultado es la anulación tanto física como intelectual, la fragmentación de los productores, la degradación y enajenación de sus potencialidades intelectuales en el proceso laboral. 
    
Cuanto más exploramos estas ideas, más reconocemos que esto es lo que debe ser el socialismo para el siglo XXI – una democracia profunda  en la práctica, un proceso en el cual cambiamos simultáneamente las sociedades y a nosotros mismos.

Tanto Marx como Lenin (y muy especialmente Chávez)  tuvieron muy en cuenta al pueblo, a la sociedad civil, al conjunto de clases y capas sociales, muy diverso, pero que hace patente que los procesos de cambio social no son posibles sin esa participación cada vez más consciente de todos los miembros de la sociedad en todos los niveles. No es casual que hoy comience a hablarse de un nuevo sujeto histórico.

Cada persona es irrepetible y tiene derecho a serlo. La individualidad exige protagonismo, participación en las decisiones. Ello supone capacidades y necesidades diferentes. Los actos dirigidos a la producción deben contemplar con flexibilidad las consecuencias más remotas de esas diferencias.

Para Marx y para Lenin, la liberación real del trabajo al capital sólo será efectiva y por tanto real, cuando se alcance una disciplina laboral, no resultado del palo, ni del hambre, sino resultado de un acto consciente, no sólo de dominio sobre las fuerzas de la naturaleza, sino también sobre la sociedad, esto es, los productores libres y asociados actuarán como propietarios, la propiedad se personificará no como un acto formal o solamente jurídico, sino de manera efectiva, real.

Ello supone un gran desarrollo, no sólo de las ciencias naturales, sino sobre todo, de las ciencias sociales. La nueva moral socialista no podrá abrirse paso, si sólo nos apoyamos en la “vieja” moral capitalista, pero que no por vieja, deja de ser la que todavía persiste cuando se inicia el tránsito a la nueva sociedad.
  
Ernesto Che Guevara estaba dispuesto a incorporar todo lo más avanzado de la técnica capitalista que estuviera al alcance de un país subdesarrollado como Cuba, contando para ello con la herencia dejada por los monopolios imperialistas. No estaba dispuesto a utilizar en la misma forma las categorías económicas del capitalismo. Y no era que negara la presencia objetiva del valor en el período de transición del capitalismo al socialismo. Se trataba de la forma en que debía actuarse ante la existencia objetiva de esta ley.

El Che era un hombre de ideas: no es justo  reducir su imagen ejemplar a ser un militar, un hombre que ejerce la violencia, heroico, abnegado, valiente, todos atributos respetables, pero que no dan la idea completa del “hombre nuevo” que en grado muy diverso está muy  presente en muchos hombres y mujeres del pueblo cubano, sin llegar quizás a la altura del Che. En el pueblo “hay muchos Camilos”, había dicho Fidel en 1959. La condición humana y revolucionaria no puede desaparecer en un pueblo cuando deja de existir físicamente una persona como el Che.

Ése es el sentido de la frase “Seremos como el Che”, tal y como hoy decimos “Todos somos Chávez”. Si el Che como persona física desapareció ¿Por qué una y otra vez lo tenemos tan presente? ¿Cometemos un sacrilegio con ello?

Las ideas revolucionarias anteceden a las revoluciones. El socialismo del siglo XXI tendrá que contar con Marx, con el Che y con Chávez.

La propiedad socialista no debe conducir a que algunas personas puedan desarrollar sus capacidades y otras no lo puedan hacer. Esto es lo que quería decir Marx cuando declaró claramente que la meta es "una asociación donde el libre desarrollo de cada cual  dependa del libre desarrollo de todos".

Para crear una sociedad con pleno desarrollo de su potencial humano es imprescindible destinar amplios recursos materiales y humanos a ese fin, brindando las mismas oportunidades a todos sus miembros.

El acceso a los valores de uso es una cuestión de vida o muerte para el sujeto. Pero la disponibilidad del valor de uso de la mercancía depende, precisamente, del valor de cambio en el capitalismo. Al capital solo le interesa el valor de uso como soporte material del valor de cambio. Ello puede explicar por qué hablamos hoy de “capitalismo del desperdicio”, porque mientras más rápido se consume y destruye lo producido, más amplio se hace el mercado y mayores son las ganancias del capital.

El diseño socialista del valor de uso debe conducir a proteger las dos fuentes de toda riqueza: la naturaleza y la sociedad.

Mientras el socialismo tenga que coexistir y relacionarse con el capitalismo a escala global, la optimización de los gastos de trabajo social tendrá que asumir la forma de valor; e incluso, adaptar los mecanismos de decisión de la empresa socialista a la competencia que genera el capitalismo en su fase imperialista y  en contraposición a la economía global polarizada en países desarrollados y subdesarrollados.

El desarrollo de la propiedad social es un proceso que parte de bases desiguales; y avanza de forma desigual. Su realización se expresa en un cierto nivel de organización de la gestión económica a escala global (el plan); y un nivel de organización empresarial. Suelen existir también otros niveles intermedios de gestión (ramal, ministerial, regional, comunal, etcétera)

La propiedad social ha de tener entonces distintas formas de manifestación; lo cual implica establecer su regulación más adecuada; de lo contrario, el nivel de auto reconocimiento del propietario socialista puede quedar muy restringido o muy desigual; sobre todo a escala comunal e individual.

¿Hasta qué punto el Estado es un campo de batalla o un territorio de negociación donde se continúa la lucha o coordinación entre los grupos sociales representados en los diversos tipos de propiedad que conviven con la propiedad socialista?

Esclarecer todos estos problemas cardinales es esencial para comprender el papel que debe desempeñar el Estado socialista frente a los mecanismos de dominación del capitalismo global en su relación con el subdesarrollo. Para ello es necesario ir paso a paso reconociendo las mediaciones que permiten identificar los aspectos objetivos (económicos) y subjetivos (políticos) de las categorías de la economía política.

La práctica demuestra que una excesiva centralización de la formación de precios genera deformaciones y  efectos adversos. Pero también una liberalización de precios que traspase ciertos límites lleva a una acción regresiva de las relaciones monetario mercantiles. Porque la ley del valor conduce de forma espontánea y objetiva a la polarización social. Por tanto, un Estado socialista no puede ser indiferente a la libre acción de la ley del valor; de alguna forma ha de contrarrestar sus efectos perversos.

De hecho, el dinero “socialista” ya no puede comprarlo todo. Hay que valerse de relaciones no monetarias para lograr satisfacer muchas necesidades de primera importancia (salud, educación, etc.) La cuestión entonces consiste en identificar cuáles cosas es imprescindible y conviene seguir comprando con dinero.

Pero además el dinero no sirve solo para comprar; sirve también para medir, como dinero aritmético. La contabilidad socialista tendrá que contar con el dinero aritmético por mucho tiempo aún.

¿Quién decide la estructura de valores de uso a ofertar en el mercado socialista? ¿Cuáles son los valores de uso que se corresponden con el socialismo? ¿Cómo deben corresponderse los gastos de trabajo socialmente necesario con esa estructura de valores de uso? ¿Cómo entra a jugar su papel el plan?

Ninguna de estas preguntas es fácil de responder, sobre todo si no se conoce el contexto y entorno histórico en que se hacen. El ciudadano socialista tiene derecho a decidir cómo gasta su dinero; pero el Estado socialista ha de velar por la supervivencia y desarrollo del sistema social y no puede complacer en toda su amplitud el surtido demandado en cada etapa y circunstancia histórica.

Al plan socialista tiene que interesarle que se logre el mínimo relativo de gastos de trabajo que requiere la sociedad en la elaboración del producto, según la disponibilidad de recursos con que se cuenta. No es un mínimo ramal, sino social; pero por el solo hecho de existir la propiedad social, no se cumple automáticamente este requisito.

Al plan socialista ha de interesarle también proteger a la naturaleza en su  capacidad de reproducción de los valores de uso necesarios a la sociedad y a la naturaleza misma. Las contradicciones latentes en la mercancía socialista no tienen que desarrollarse en la misma dirección de la ley de la plusvalía; de allí la importancia de esclarecer la ley económica fundamental del socialismo.

El socialismo ha de surgir y desarrollarse en lucha con el capitalismo global, no puede ser autárquico. Los países que elijan el camino socialista no pueden renunciar a ser economías abiertas. El camino de la integración de nuestras naciones del Sur es una necesidad imperiosa para nuestro desarrollo. De allí la importancia de crear el Banco del Sur y reactivar la Comisión del Sur, con vistas a caminar hacia la integración de nuestros pueblos. La Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) debe ser el inicio de ese camino hacia la integración que nos salve en el siglo XXI.

Para reunir realmente todos los elementos de la nueva sociedad, se requiere dar un paso esencial, que es común, cualquiera que sea el  camino particular elegido; y este paso es el control y transformación del Estado. Mientras la gobernabilidad neoliberal expresa capacidad de dominación, la gobernabilidad revolucionaria debe expresar capacidad de emancipación, capacidad de servir a los intereses del pueblo, capacidad de convertir al pueblo en gobernante de su propio destino. Un Estado socialista bien diseñado, próspero, puede y debe ser el mejor ejemplo de solidaridad internacionalista.

En cambio, una visión fatalista de la sociedad global futura no puede concebir la posibilidad  del “hombre nuevo” del socialismo. Concebir al hombre del futuro como un consumidor de imágenes sentado ante una pantalla (de televisión, de computadora, de videojuego) digamos, al hombre del “Norte”, aunque viva en el “Sur”; un sujeto pasivo no pensante; por supuesto, que ese hombre no nos puede representar a ese mundo mejor que aspiramos construir. Y si constatamos que una muy buena parte de la población mundial no tiene acceso a energía eléctrica, y muchos menos a las tecnologías informáticas, entonces tendríamos que aceptar que la exclusión es inherente a la naturaleza humana, cuando realmente lo es del capitalismo global. Esa realidad del desempleo y la exclusión pertenece a la agenda que el socialismo tiene que resolver.

Aún cuando cada persona es irrepetible y, por tanto, el “hombre nuevo” necesariamente tiene que ser muy diverso, el socialismo no puede prescindir de él. No basta con hacer crecer el objeto sobre el cual recae la propiedad, es decir, incrementar la producción no es suficiente. Ello sólo explicaría en el plano físico y cuantitativo el crecimiento de la propiedad socialista. Si no se desarrolla también el sujeto que ejerce la propiedad socialista, el “proceso” queda incompleto y sobre todo, muy vulnerable.

Esta idea fue muy bien reflejada por el Che cuando expresó:

“El socialismo económico sin moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación. Uno de los objetivos fundamentales del marxismo es hacer desaparecer el interés, el factor de interés individual y de lucro como motivación psicológica. Marx se preocupaba tanto del hecho económico como de su repercusión sobre el espíritu y del resultado definitivo de esta repercusión: el hecho de conciencia. Por lo tanto, si el comunismo no se preocupa del hecho de conciencia, se convierte en un método de distribución, pero no será nunca una moral revolucionaria.”[5]

Quienes no conciben otra “naturaleza humana” que aquella que surge de las entrañas del capitalismo, no pueden hallar el camino para enfrentarse al Fondo Monetario Internacional, a las bombas inteligentes, a los satélites de espionaje, al fantasma de la desocupación, a los medios de comunicación masivos de escala planetaria, e incluso, a los métodos fascistas que el imperialismo introduce en capas sociales confundidas por los cómplices internos del imperialismo.

Es como no ver la luz al final del túnel.  Y ciertamente, el sistema del capital ha mostrado a lo largo de la historia cierta flexibilidad para adaptar y perfeccionar sus formas de dominación. También la historia de la resistencia al capital muestra el camino difícil, pero irrenunciable del aprendizaje de nuevas formas de lucha por las fuerzas revolucionarias.

¿Valdrá la pena hacer la revolución? Se nos pudiera preguntar:

¿Para qué iniciar una revolución en nuestros países del Sur, por ejemplo, confiscar las empresas industriales, repartir las tierras, promover el bienestar por medio de iniciativas populares (salud y educación gratuitas y de calidad, créditos hipotecarios, cultura para todos), si “el poder de por sí corrompe” y más tarde, más temprano, se repetirán los abusos de poder y la violación de los derechos legítimos de los ciudadanos?

Los juicios acerca de los motivos que mueven a los revolucionarios a sacrificar sus vidas personales por una causa, suelen no ser comprendidos por quienes no están dispuestos a hacer lo mismo. Ello les hace cuestionar la justeza de las dolorosas decisiones que deben tomar los revolucionarios, para no seguir rutinariamente aceptando el status quo y buscar soluciones estratégicas de carácter social, por encima de sus intereses individuales más inmediatos.

Los valores que cada cual defiende se ponen en evidencia cuando se juzga a líderes revolucionarios como el Che. Aquellos que rechazan el camino revolucionario pueden “suponer” que el Che renunció a su puesto en la Revolución Cubana por más afán del poder que ya tenía como Ministro de Industria y Comandante de la Revolución, sin importarle dejar abandonada su familia en Cuba. Así, se puede presentar al Che como un ambicioso de poder, un padre irresponsable y un juez implacable con sus compañeros de lucha.

Hoy también los fascistas acusan al presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela de ambicioso de poder.

Sin exagerar, quiero citar a Antonio Gramsci cuando nos habla de política y ambición:

“¿Puede existir la política, o sea la historia en acción, sin ambición? “La ambición” ha adquirido un significado peyorativo y despreciable por dos razones principales: 1) porque se ha confundido la ambición (grande) con las pequeñas ambiciones; 2) porque la ambición ha conducido demasiado a menudo al más bajo oportunismo, a la traición de los viejos principios y de las viejas formaciones sociales que habían dado al ambicioso las condiciones para pasar a un servicio más lucrativo y de  más pronto rendimiento.”[6]

“Algo que existe en el carácter de todo jefe es el ser ambicioso, o sea aspirante con todas sus fuerzas al ejercicio del poder estatal. Un jefe no ambicioso no es un jefe, y es un elemento peligroso para sus seguidores: es un inepto o un cobarde.” [7]

Por supuesto, la coherencia entre pensamiento y acción en el Che lo califican en el espíritu de Gramsci como un legítimo jefe. Ángel Arcos Bergnes en “Evocando al Che”[8], libro excelente de cerca de 500 páginas, nos presenta al Che jefe cotidiano, jefe exigente, Ministro de Industrias, pero también, como diría nuestro poeta nacional, “Che comandante amigo”. 

También Marx sacrificó su felicidad como hombre de familia a su ideal revolucionario, no fue un hombre “práctico” y sí lo fue a su manera de entender como afirmó en bellísima carta a S. Meyer:

“... Entonces, ¿por qué no le he contestado? Es que, durante todo este período tenía ya un pie en la tumba. Por consiguiente, me era preciso aprovechar CADA instante que me era posible trabajar para terminar mi obra, a la cual he sacrificado salud, felicidad y familia. Espero no tener que añadir nada a esta explicación. Me río de la gente que se dice “práctica” y de su sabiduría. Si quisiera uno comportarse como una bestia, podría uno evidentemente volver la espalda a los tormentos de la humanidad y no ocuparse sino de su propio pellejo. Pero me habría considerado realmente como NO PRÁCTICO si hubiera muerto sin haber terminado mi libro, o por lo menos el manuscrito”.[9]

Aliento a los compañeros que asisten a esta maestría a leer la dramática carta de Jenny Marx a Weydemeyer que amablemente me facilitó una compañera de este curso aquí presente.  




[1] Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, MINREX, Cuba.

[2] Según Malthus, la miseria en la sociedad era inevitable dada la propia naturaleza humana: el hombre tiende a multiplicarse en forma ilimitada, mientras que la producción de alimentos está sometida a la ley de la fertilidad decreciente de la tierra, de allí la necesidad de la lucha de unos contra otros por la supervivencia.

[3] C. Marx, F. Engels. Obras Escogidas, Tomo II, p. 139, Editorial Progreso, Moscú, 1966.

[4] Michael Lebowitz hace una excelente fundamentación de la fuerza que asume el sistema del capital con el fomento de la división de los trabajadores. Consúltese su obra “Más allá de El Capital”, Ediciones Akal, S.A., 2005.

[5] Un reportaje al Che en Argelia. Entrevista con Jean Daniel titulada “La profecía del Che”, citado en Ernesto Che Guevara: La Economía Socialista: debate .Editorial Nova Terra, Tamarit 191, Barcelona 11, pp. 46 – 47.

[6]   Gramsci y la Filosofía de la Praxis, Selección hecha por los profesores Gerardo Ramos y Jorge Luis Acanda, p.111, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997.

[7] Idem.

[8] Angel Arcos Bergnes, Evocando al Che, Ciencias Sociales, 2007.

[9] Carlos Marx, Federico Engels, Cartas sobre El Capital, p. 158, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976.  

viernes, 3 de mayo de 2013

Reinado militar estadounidense en Asia terminaría en dos décadas

Expertos consideran que China incrementará su poderío militar, lo que hará imposible a Washington mantener su status quo en la zona

Juventud Rebelde

China posee el ejército más numeroso en todo el mundo. 
BEIJING, mayo 3.— El creciente poder industrial de China, logrado gracias a sus alianzas con Japón y Corea del Sur, amenaza con poner fin a la supremacía militar de Estados Unidos en aguas del pacífico asiático.

Según un estudio de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, «en las próximas dos décadas China alcanzará a EE.UU. en sus capacidades militares», incluyendo la suficiencia para construir portaaviones y aviones de combate de tipo furtivo.

«¿Mantendrá Estados Unidos su liderazgo de los últimos 60 años en la zona? El propio país dice que sí, pero todavía no es muy claro si será realmente así», indicó uno de los autores del informe, Michael D. Swaine, experto en política china de defensa, citado por Telesur.

Según los especialistas, debido a la interdependencia económica entre ambas naciones, «Beijing probablemente evitará el uso de la fuerza militar y no provocará un conflicto armado, con el fin de intentar expulsar a Washington de la región».

Asimismo, el documento expone que el cambio del equilibrio estratégico en la región afectaría con mayor fuerza a Japón, una potencia económica cuya seguridad ha dependido, durante mucho tiempo, de su alianza con el Gobierno norteamericano.

Los expertos también opinan que Japón podría responder al creciente poder de China, estrechando aún más sus lazos con Washington, tal como lo hizo recientemente durante la escalada de tensión que surgió por las islas cuya soberanía se disputan las dos naciones asiáticas.

El informe concluyó que el resultado más probable de esta «carrera armamentista» será un «equilibrio frágil» en toda la región, provocando que la hegemonía estadounidense se debilite poco a poco con el aumento de capacidades militares chinas.

A mediados de abril, el Gobierno de China afirmó que el aumento de la presencia militar estadounidense en la región de Asia-Pacífico provoca mucha tensión, al enviar más fuerzas militares y reforzar sus alianzas con los países vecinos.

Cuba:actualización del modelo económico

"La única vía posible"

Entrevista de la profesora Nidia Alfonso Cuevas con el periodista Sebastien Madau, del periódico francés La Marseillaise. Publicado el 1 de abril de 2012. www.lamarseillaise.fr

Sebastien Madau- Cuba había conocido después del año 1959 reformas económicas de esta importancia?
Nidia Alfonso Cuevas- Para comenzar no creo que debamos hablar de reformas económicas, coincido con la dirección de nuestro país, en que debemos ver estas medidas como una actualización del modelo económico cubano. Esto por supuesto implica que estamos presuponiendo la existencia de un modelo previo. Esto a su vez puede significar una trampa toda vez que los modelos económicos tal y como se reconocen hoy, se materializan a través de indicadores macroeconómicos, políticas económicas e instrumentos específicos.

Algo que se ha criticado en reiteradas ocasiones a nuestro país, es la ausencia de un modelo con ese estilo y sobre todo con un nombre propio que lo defina y a su vez, lo diferencie de otros. Un modelo económico cubano y por sobre todo socialista, ha estado condicionado por restricciones o limitantes tales como:

1. Economía subdesarrollada dependiente de un estrecho surtido de productos exportables con un bajo valor agregado (azúcar, níquel, tabaco, cítricos, etc). Situación esta que se mantiene hasta la década de los 90's en que comienza la exportación de los productos biotecnológicos.

2. Economía abierta con una alta dependencia del comercio exterior sobre todo en materia de importaciones.

3. Insuficiente producción de alimentos que limitan la capacidad importadora de otros bienes y servicios.

4. Bloqueo económico por más de 50 años y bajo el principio de la extraterritorialidad, rebasa las relaciones bilaterales con los Estados Unidos.

5. Insuficientes recursos financieros agravados por las restricciones impuestas por Estados Unidos y los organismos financieros para su otorgamiento. Condicionalidad política de los mismos. Ejemplo de ello la Posición común de la Unión Europea.

6.  Escasos recursos naturales y bajo potencial tecnológico para su explotación adecuada.
             
Con esas restricciones ¿cómo lograr un modelo que sea eficiente y que crezca en las proporciones que se precisan para cambiar la estructura económica? De esto es de lo que se trata. Mantener el socialismo como proyecto económico implica que se precisan voluminosos recursos para sostener lo que se ha alcanzado para toda la sociedad. Significa lograr un patrón de acumulación que produzca sostenidamente las riquezas que se necesitan para satisfacer las necesidades de la economía y de los ciudadanos. 

Con estas premisas me atrevo a afirmar que después del triunfo revolucionario este es el proceso más profundo de acercamiento económico al socialismo de manera consciente, ordenada, sin voluntarismos y con una amplia base de discusión popular. 

Sebastien Madau- Cuáles son los principales objetivos de estas reformas?
Nidia Alfonso Cuevas- Las medidas que se han ido adoptando y las que deben seguir incorporándose a este proceso, están encaminadas a crear una base productiva eficiente que permita: disminuir importaciones; diversificar y aumentar las exportaciones; cumplir los plazos renegociados de la deuda externa; desarrollar inversiones que garanticen fondos exportables y de consumo en breves plazos; garantizar fuentes de empleo adecuadas para la población económicamente activa; mantener el socialismo como proyecto económico, político y social.

Todos estos objetivos tienen similares importancia. Su orden no implica niveles de importancia porque todos son prioritarios y no pueden alcanzarse de manera parcial o individual.

Sebastien Madau-  - Qué parámetros se toman en cuenta para determinar las profesiones que podrán ejercer los particulares según la ley del mercado (libre oferta-demanda)?
Nidia Alfonso Cuevas-Hasta el presente las actividades que se han concebido como Trabajo por cuenta propia, son en su mayoría actividades de servicios personales y pequeñas producciones artesanales. Muchas de ellas como las peluquerías, barberías, reparación de enseres menores, etc representaban para el Estado  un volumen de recursos y burocracia que no era sostenible y que elevaban los gastos presupuestarios anuales.

El trabajo por cuenta propia representa además una solución a la imposibilidad del Estado de garantizar empleo estatal para todos los ciudadanos.  En mi opinión personal, a esta variante de trabajo deberán concurrir otros profesionales en virtud de que los diferentes sectores productivos no puedan seguir asimilando nuevos trabajadores. No descarto la posibilidad de que se comiencen a constituir cooperativas de servicios profesionales diversos en actividades tales como: servicios informáticos, construcción y remodelación de viviendas, consultorías profesionales, etc.

Sebastien Madau- Unos asimilan dichas reformas a un capitalismo parcial en el seno de la sociedad socialista cubana. Qué piensa usted sobre este aspecto? 

Nidia Alfonso Cuevas- No creo que debamos hablar de un capitalismo parcial en la sociedad cubana, pero tampoco podemos negar la esencia de una construcción socialista desde el desmonte del capitalismo. En el plano personal y como profesora de Economía Política, retomo a Lenin cuando en su obra "El impuesto en especies" mencionaba y defendía la existencia de cinco tipos socioeconómicos asociados a las diferentes formas de propiedad de la sociedad rusa de la época. Esas formas deben y pueden coexistir mientras las formas socialistas de producción no sean capaces de satisfacer todas las necesidades productivas y materiales de la sociedad que se construye a la vez que trata de destruirse la capitalista.
Esta premisa es la que considero que Cuba está retomando, el estado debe preocuparse y ocuparse  de aquellos problemas que no puede delegar y en los que le va la vida al país. Entiéndanse estos problemas como aquellos que ponen en peligro la seguridad de sus ciudadanos y que no son solo los de defensa militar ante una posible agresión extranjera, sino los que pueden poner en peligro la alimentación, la salud y la realización individual y social de los ciudadanos. Esas responsabilidades no las puede ni las debe transferir, pero sí puede delegar funciones entre todos sus agentes económicos y fiscalizarlos adecuadamente. De eso es lo que se trata.
En los años 70 y 80 se criticaba a Cuba por cerrarse al mundo y solo mantener sus relaciones comerciales y económicas con el campo socialista. Cuando comenzaron las inversiones extranjeras en la década de los 90, es especuló acerca de que íbamos a vender el país o que el Estado no debía ser el socio mayoritario en las inversiones foráneas. Siempre podrán ser cuestionadas las decisiones económicas de este tipo. Sin embargo considero que lo más importante en estas actuaciones, es saber rectificar a tiempo y sobre todo que no hay un único camino o fórmula para el desarrollo económico y social de un país. El camino que se siga dependerá de la voluntad del pueblo como expresión de su soberanía e independencia. El modelo de desarrollo nacional deberá ser un asunto soberano y profundamente democrático.
Sebastien Madau- Las reformas en esta dirección van a amplificarse o se pueden imaginar “pausas”?
Nidia Alfonso Cuevas- El camino emprendido ni va a ser corto, ni va a ser fácil pero tampoco podrá detenerse o revertirse toda vez, que la revolución sabe que de estos cambios depende su sostenibilidad. Algunas medidas necesariamente deberán ampliarse y su ritmo de implementación dependerá, de las interacciones que estas alcancen entre sí. Al decir de Raúl,  de lo que se trata es de mantener el proceso sin pausas pero sin prisa. Cuba sabe lo que cuesta equivocarse en materia económica, social o política y la experiencia socialista mundial debe servirnos también para no repetir errores ajenos.
Es mi opinión personal que el camino que estamos comenzando es largo y que es posible que los resultados no los veamos  de inmediato, pero lo que sí es seguro es que todos debemos contribuir a los cambios que necesitamos para el desarrollo socialista.
Datos sobre la profesora:
Msc. Nidia Alfonso Cuevas
Licenciada en Planificación de la Economía Nacional, 1986, Facultad de Economía, Universidad de la Habana
Máster en Administración de Negocios, 2009, Facultad de Economía, Universidad de la Habana
Actualmente desarrollo Doctorado Curricular en Economía Política en la Facultad de Economía, Universidad de la Habana.


Cuba en la Política Internacional

Por  Leyde E. Rodríguez Hernández
 
La política exterior de la Revolución cubana tiene sus raíces en la más avanzada tradición de lucha de diferentes generaciones de cubanos por la independencia y la soberanía nacional. Desde el siglo XIX, se ha nutrido del fuerte carácter patriótico, independentista, latinoamericanista y del radicalismo antiimperialista expresado en el pensamiento martiano y en las ideas marxistas y leninistas del líder de la Revolución, el compañero Fidel Castro Ruz. [1] 

El accionar de Cuba en las relaciones internacionales es también el resultado de la contribución política de todas las fuerzas revolucionarias que lucharon contra la dictadura de Batista (1952-1959): el Movimiento 26 de Julio, dirigido por Fidel, el Directorio Revolucionario 13 de marzo, liderado por José Antonio Echeverría, el Partido Socialista Popular, conducido por Blas Roca, que más tarde consolidaron su proceso de unidad con la creación del actual Partido Comunista de Cuba.

La política exterior de Cuba se basa en principios y sus pronunciamientos son la expresión de la resistencia cubana al injusto sistema de relaciones internacionales en el cual los Estados Unidos, como una única superpotencia desde 1991, y sus aliados europeos, dictan sus condiciones en la política mundial e intentan dominar por la fuerza militar y el chantaje económico a las naciones del Tercer Mundo.

Desde el triunfo revolucionario, el 1 de enero de 1959, la política exterior de Cuba se adhiere y defiende los principios básicos del Derecho Internacional Público. Entre los más importantes sobresalen: el respeto a la soberanía; la independencia y la integridad territorial de los Estados; la autodeterminación de los pueblos; la igualdad soberana de los Estados y los pueblos; el rechazo a la injerencia en los asuntos internos de los Estados; el derecho a la cooperación internacional en beneficio e interés mutuo, equitativo entre los Estados; el respeto a las relaciones pacíficas entre los Estados y demás preceptos consagrados en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas. (ONU).

Cumpliendo con las disposiciones recogidas en la Carta de la ONU, la Revolución cubana condena toda práctica de hegemonismo, injerencia y discriminación en las relaciones internacionales, así como la amenaza o el uso de la fuerza militar, la adopción de medidas coercitivas unilaterales, la agresión y cualquier forma de terrorismo de Estado.

Al mismo tiempo, la política exterior de la Revolución cubana se rige por principios políticos invariables que prestigian y fortalecen sus posiciones ante la opinión pública y amplios sectores políticos y gubernamentales a escala mundial. Entre esos principios pueden  mencionarse: el internacionalismo, la cooperación, el antiimperialismo, la solidaridad y la unidad entre todos los Estados y pueblos progresistas del planeta. 

En la compleja coyuntura internacional que atraviesa la Humanidad, las líneas estratégicas generales de la política exterior de la Revolución cubana podrían resumirse en los siguientes objetivos:

La lucha contra el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra el pueblo cubano, verdadera guerra económica que ha costado más de 975 mil millones de dólares a la nación cubana. Para tener una idea de los cuantiosos daños humanos y materiales, el gobierno de los Estados Unidos confiscó a Cuba más de 493 millones de dólares desde el 2010 hasta abril del 2012, [2] como parte del bloqueo económico impuesto a la mayor de las Antillas desde hace más de medio siglo. Bajo el mismo concepto, el gobierno de los Estados Unidos congeló 223,7 millones de dólares a Cuba en el año 2009. Igualmente, las autoridades norteamericanas mantienen bloqueadas seis propiedades en Nueva York y Washington, pertenecientes al Estado cubano.  El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba constituye una violación de la Carta de Naciones unidas y de las normas del Derecho Internacional.

El rechazo al bloqueo estadounidense tiene un apoyo casi universal. En el 2011, 186 países votaron contra el bloqueo en el plenario de la Asamblea General de la ONU y dos en contra: Estados Unidos e Israel, mientras  ocurrieron tres abstenciones: Islas Marshall, Micronesia y Palau. Después del año 1992, en que por primera vez en Naciones Unidas se votó contra el bloqueo y Cuba obtuvo 59 votos a favor de aquella resolución, se han sumado a la condena al bloqueo 127 países. Incluso, aliados de Estados Unidos se han visto obligados a votar contra el bloqueo ante la presión de la opinión pública y la influencia de la mayoría de las naciones miembros de las Naciones Unidas. Es importante destacar que las Islas Marshall, Palau, y de Micronesia, ubicadas en el Océano Pacífico, son virtuales protectorados estadounidenses que  fueron ocupadas por Washington o transferidas a los Estados Unidos al concluir la Segunda Guerra Mundial. 

La integración con América Latina y el Caribe, ampliando relaciones con la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM), la Asociación de Estados del Caribe (AEC), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en los marcos de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Países de América Latina y el Caribe (CELAC),  y mediante el desarrollo de la colaboración médica, en la educación, el turismo y el sector energético, para el beneficio de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Junto a los países de América Latina y el Caribe, Cuba ha resistido y enfrentado el poder hegemónico y unipolar estadounidense. Una batalla que tuvo especial relevancia en la oposición a la política económica neoliberal y el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), expresión de un esquema de dominación que persiguió la anexión de América Latina al gran capital y las transnacionales de los Estados Unidos.

El desarrollo y fortalecimiento de los nexos de amistad y colaboración con el Tercer Mundo, contribuyendo, así, al fortalecimiento del Movimiento de Países No Alineados, y otros foros de signo progresistas en las relaciones internacionales.

La promoción de la democratización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El fortalecimiento de esa organización internacional y la defensa de un real multilateralismo en la política internacional, en correspondencia con las normas más elementales del Derecho Internacional Público plasmadas en su carta constitutiva.

La lucha por la liberación de los Cinco Héroes injustamente encarcelados en los Estados Unidos por prevenir a Cuba de las acciones terroristas de la mafia cubana-americana apoyada por el gobierno de los Estados Unidos. Tiene especial significación en la política exterior cubana, la batalla contra todas las formas de terrorismo y, en particular, el terrorismo de Estado que ha sido una práctica del gobierno estadounidense cuando, a la vez, evaden la condena del terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles, y escamotear las demandas de que sea extraditado y juzgado en Venezuela.

El fortalecimiento de las relaciones diplomáticas y políticas con Iberoamérica y Europa sobre la base del respeto mutuo, de consideraciones éticas y de principios invariables en materia de política exterior.

Es una estrategia priorizada del gobierno cubano el trabajo con los intelectuales y personalidades de la cultura. La interacción permanente con sectores de partidos políticos, organizaciones sindicales, mujeres, estudiantes, parlamentarios, autoridades regionales, locales y municipales, así como el mantenimiento de una dinámica amplia de nexos y relaciones de amistad con muchos sectores de la opinión pública mundial.

En los últimos años, la política exterior cubana ha obtenido importantes logros internacionales. En primer lugar, como tendencia principal, se destaca la consolidación de la capacidad creciente de la Revolución para derrotar el plan de aislamiento internacional de Cuba ejecutado por el gobierno de la administración republicana de George W. Bush y continuado por el demócrata Barack Obama, que ha contado con la complicidad de sus aliados europeos. Dicha estrategia anticubana ha sido aplicada con toda fuerza y le han dedicado cuantiosos recursos económicos y financieros con el fin infructuoso de desestabilizar el sistema político cubano.

Por el contrario, Cuba tiene hoy relaciones diplomáticas con 184 miembros de la Organización de Naciones Unidas y dispone de 148 representaciones en el exterior en 121 países. [3]

También tiene relaciones políticas y diplomáticas con los representantes de las justas causas del pueblo palestino y saharaui, en la  batalla que desarrollan por alcanzar el control total de su territorio, constituirse en Estados independientes e integrar la membresía de las Naciones Unidas.

Una cuestión de suma trascendencia política es que Estados Unidos no ha podido impedir que la Revolución cubana amplíe su  presencia internacional, cultive sus lazos de amistad, de cooperación y de respeto con otros países. La Revolución cubana, al no poder ser aislada por Estados Unidos, tiene en este momento más prestigio, más autoridad y más relaciones que nunca; y recibe cada vez más delegaciones, visitas de Jefes de Estados y cancilleres. Los vínculos internacionales de Cuba se desarrollan a partir de la admiración que ha generado su resistencia y victoria durante los años difíciles de profundo desafío y crisis económica que debió enfrentar la Isla. 

Por otra parte, también se profundiza, como nunca antes, la cooperación de la Revolución cubana con el Tercer Mundo destacándose el desarrollo de la Operación Milagro, para recuperar la visión de miles de pacientes de América Latina y el Caribe; la continua graduación de médicos del Tercer Mundo en la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas; hasta el curso 2007 - 2008, se habían graduado en centros de enseñanza en Cuba 52 662 jóvenes de 132 países y 5 territorios de ultramar. 

La matrícula del curso escolar 2008-2009 alcanzó la cifra de 30 mil 987 becarios, procedentes de 121 países de América Latina, El Caribe, África, Medio Oriente, Asia y Oceanía y 5 territorios de ultramar. En esta cifra se incluyen donde los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina, la Facultad Caribeña, la Escuela Internacional de Educación Física y Deporte, el Nuevo Programa de Formación de Médicos y Enfermeras, diferentes especialidades de ciencias técnicas y humanidades del Ministerio de Educación Superior, carreras pedagógicas y de formación artística en las modalidades de música, teatro, danza y pintura. Del total de becarios 23 838 estudian Medicina, lo que representa un 76.9%. En la actualidad esos jóvenes graduados, principalmente de países subdesarrollados, aplican los conocimientos adquiridos en función del desarrollo económico y social de sus respectivas naciones. [4]

En la actualidad laboran en el exterior cerca de 50 mil colaboradores cubanos en 98 países y 4 territorios de ultramar, de ellos más de 37 mil pertenecen al sector de la salud. La política solidaria de la Revolución cubana creó el contingente “Henry Reeve”, para enfrentar los problemas de salud generados por las catástrofes naturales en otras naciones. Las brigadas médicas cubanas han prestado su ejemplar ayuda internacionalistas en Paquistán, Guatemala e Indonesia, países seriamente afectados por desastres naturales.

Cuba libra en el plano internacional una batalla de ideas contra las campañas de desinformación financiadas y organizadas por las instituciones norteamericanas. La política exterior cubana ha demostrado la hipocresía y la doble moral de los Estados Unidos y la Unión Europea en la antigua Comisión de Derechos Humanos. La diplomacia cubana denunció la oposición de la Unión Europea a una resolución que demandaba una investigación en el campo de torturas que estableció los Estados Unidos en la Base Naval impuesta en el territorio ocupado contra la voluntad del pueblo cubano en la bahía de Guantánamo. La diplomacia cubana ha exigido en el nuevo Consejo de Derechos Humanos (CDH) de Naciones Unidas una investigación de los abusos de Estados Unidos en la cárcel que ocupa en Guantánamo, así como respecto a los vuelos y cárceles clandestinas en el propio territorio europeo, en las que se tortura y se humilla a los prisioneros. La Unión Europea ha obstaculizado hasta hoy la investigación y el esclarecimiento de estos hechos. [5] 

El 11 al 16 de septiembre de 2006, por segunda ocasión en la historia, Cuba fue sede de la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL). Este movimiento que cuentan con 119 países miembros. El gobierno cubano ratificó su compromiso con la revitalización y fortalecimiento de la unidad del MNOAL y asumió su presidencia por un período de tres años. Como presidente del MNOAL, Cuba trabajó por la paz, el respeto, la colaboración y el derecho al desarrollo para todos los pueblos, pues propuso que el MNOAL debe convertirse en un espacio para impulsar la cooperación Sur-Sur  y el desarrollo de proyectos sociales: la alfabetización, la formación de recursos humanos para la salud pública y programas que permitan el uso eficiente y racional de la energía.

La elección de la Isla para presidir esa organización fue un genuino reconocimiento a su trayectoria y defensa de los principios más nobles del Derecho Internacional. Fue también un homenaje a la resistencia del pueblo cubano, un reconocimiento a los cientos de miles de cubanos que han cumplido y cumplen honrosas misiones internacionalistas.

 La interrelación entre política interna y externa.

Cuba es un país con limitados recursos naturales y financieros que, en poco más de 50 años, tejió una impresionante red de relaciones internacionales y nexos políticos que le han permitido evitar ser derrotado por la única superpotencia del sistema internacional actual, pese a los declarados objetivos de destruirla. Cuba ha sido y es un actor propositivo en el escenario internacional, con un fuerte liderazgo tercermundista y constituye un símbolo, un referente incuestionable para importantes sectores de la opinión pública mundial.[6]
Las relaciones exteriores de Cuba son parte esencial de su política interna. La acción de Cuba en el ámbito internacional manifiesta la interrelación dialéctica entre los componentes esenciales de su política interna y externa. La participación social en el proceso revolucionario y su apoyo a las políticas gubernamentales propician mejores perspectivas para la exitosa actuación de Cuba en las relaciones internacionales.

La política exterior cubana se ampara en un profundo sentimiento de soberanía y dignidad nacional. La tradición ética del pensamiento político revolucionario cubano y de la ejecutoria histórica de la Revolución contribuye a aumentar su poder político, moral y de convocatoria mundial. Cuba siempre dice la verdad, nunca miente en lo internacional y eso es una constante ética de su política exterior.

La Revolución cubana no cambia de posturas según las coyunturas internacionales. Tampoco abandona a sus amigos, independientemente de las adversidades. Cuba no ha subordinado los intereses de otros a sus intereses nacionales. Tampoco emplea los instrumentos de colaboración y ayuda como herramienta para presiones e injerencias en los asuntos internos de otros Estados. Cuba no discrimina a los receptores de su colaboración por razones ideológicas, políticas o étnicas.


En un contexto internacional caracterizado por un desenfrenado militarismo y una grave crisis económica y social del sistema capitalista liderado por los Estados Unidos, la Revolución cubana ha demostrado su vocación humanista y su lugar de vanguardia hacia otro sistema internacional más justo, pluripolar y posible. 



[1] Véase de Marcelino Fajardo y Carlos Alzugaray sobre la contribución de Raúl Roa García, Canciller de la Dignidad, en la política exterior cubana. Revista Política Internacional (ISRI), Nro. 4, julio-diciembre, 2004.

[2] La cifra fue confirmada en una comunicación de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros adscrita al Departamento del Tesoro, organismo federal que califica arbitrariamente a Cuba como nación patrocinadora del terrorismo.

[3] Datos tomados el 10 de abril del 2012 de la página en Internet: www.cubaminrex.cu

[4] Datos tomados el 10 de abril del 2012 de la página en Internet: www.cubacoop.com. El sitio plantea como fuente el Centro de Información de la Cooperación, con  última actualización 17 de marzo de 2009. 

[5] Así fue denunciado por el canciller cubano de la época Felipe Pérez Roque. Véase su intervención en el segmento de Alto Nivel del Consejo de Derechos Humanos. Periódico Granma, La Habana, 21 de junio del 2006.

[6] Véase de Santiago Pérez Benítez. Especificidades de la política exterior cubana: Factores explicativos. Revista Política Internacional (ISRI), Nro. 5, Enero-junio, 2005.