jueves, 15 de diciembre de 2016

Estrategia o improvisación: la diplomacia telefónica de Trump



El presidente electo se adentra en el tablero internacional con gestos desconcertantes

Fuente El País

Donald Trump prometió en campaña hacer de su imprevisibilidad un arma política, y lo está cumpliendo. Trump ha roto con tradiciones de décadas al hablar con la presidenta de Taiwán, una isla cuya soberanía no está reconocida oficialmente por EE UU. Se ha deshecho en halagos hacia uno de los países con los que la primera potencia mantiene una relación más complicada, Pakistán, y ha incomodado a su rival, India. O ha invitado a la Casa Blanca a un líder controvertido como el filipino Rodrigo Duterte. ¿Improvisación frívola? ¿O giro estratégico? El mundo recibe las primeras lecciones de diplomacia made in Trump.

El presidente-electo también ha usado la red social Twitter como instrumento para lanzar mensajes que afectan a las relaciones internacionales de su país. Este domingo, dos días después del desaire a China por la llamada con la presidenta taiwanesa, escribió varios mensajes desafiantes dirigidos a este país. En ellos se pregunta, en tono se queja, si China pide permiso a EE UU para devaluar su moneda, imponer aranceles o expandirse militarmente en su área de influencia. "¡No lo creo!", se responde él mismo.

Desde que ganó las elecciones presidenciales el 8 de noviembre, el republicano Trump y el vicepresidente-electo, Mike Pence, han llamado a una cuarentena de líderes extranjeros. Las llamadas no parecen haber seguido un orden ni un protocolo.

Trump, que debe jurar el cargo el 20 enero, ha renunciado al asesoramiento de los funcionarios del Departamento de Estado que en estas ocasiones suelen ocuparse de preparar al presidente electo con el contexto adecuado. No está claro, dada la poca información que ha suministrado el equipo de Trump, que haya habido en todo momento alguien tomando nota de las conversaciones. Algunas han ocurrido por canales informales y quizá no protegidos. El primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, por ejemplo, felicitó a presidente electo de EE UU con una llamada a su teléfono móvil personal, cuyo número obtuvo por medio del golfista australiano Greg Norman.

La teoría del loco

Su origen se encuentra en el estudio de la teoría de juegos en pleno terror nuclear de los años cincuenta y sesenta. Pero fueron el presidente Richard Nixon, y su consejero Henry Kissinger quienes en los años setenta aplicaron la llamada teoría del loco (madman theory) ante la Unión Soviética y Vietnam del Norte. Se trataba de intimidar al adversario, o negociar con él, haciéndole creer que el presidente era un hombre impredecible e inestable, capaz de actuar irracionalmente y de acabar lanzando la bomba nuclear. La teoría del loco se ha recupera para explicar el comportamiento errático de Donald Trump. Entonces era una táctica muy meditada. No está claro si ahora es el caso.

Los escuetos resúmenes de las llamadas en los comunicados del equipo de transición presidencial, encargado de organizar el traspaso de poderes, han dejado en manos de los interlocutores del presidente-electo el control del mensaje. Ocurrió hace unos días en la llamada de Trump con el primer ministro de Pakistán, Muhammad Nawaz Sharif. El Gobierno pakistaní describió con gran detalle la llamada en un comunicado. “Eres un tipo genial. Estás haciendo un trabajo impresionante que es visible de muchas maneras”, le dijo Trump a Sharif, según el comunicado.

Después se ofreció a “tener cualquier papel que [el primer ministro de Pakistán quiera] para abordar y encontrar soluciones” a los problemas del país. Y aceptó una invitación a visitarle. Pakistán es una potencia nuclear, el país en el que Osama bin Laden se refugió hasta que un comando estadounidense lo mató en 2011. En cada movimiento respecto a Pakistán, EE UU suele tener en cuenta a India. Obama no ha visitado Pakistán. Su antecesor, George W. Bush, sí lo hizo, pero en un mismo viaje que le llevó a India.

Contacto con Filipinas

La misma semana, Trump habló con Duterte, el nuevo presidente filipino, cuyo estilo histriónico y provocador ha suscitado comparaciones con Trump. De nuevo, fue Duterte quien resumió la llamada diciendo que el presidente-electo de EE UU apoyaba su campaña antidrogas, bajo sospecha por posibles violaciones de derechos humanos. El equipo de Trump no confirmó estos detalles ni tampoco la supuesta invitación a visitarle a Washington.

El último caso, y el más ruidoso, fue la llamada el viernes con Tsai Ing-wen, la presidenta de Taiwán. Es la primera conversación conocida entre un presidente o un presidente-electo de EE UU, y su homólogo taiwanés desde que en 1979 EE UU decidió reconocer a la República Popular de China como único interlocutor oficial chino y rompió las relaciones diplomáticas con Taiwán. La llamada sembró dudas sobre la Política de Una China. Vigente desde los años setenta, esta política reconoce a la República Popular de China como el único gobierno chino legal, y a Taiwán como parte de este país.

La conversación entre Trump y Tsai, iniciada por esta según el presidente electo, puede interpetarse como un acto fruto de la improvisación, una llamada de cortesía sin mayor significado geoestratégico. En este caso, podría quedar como un tropiezo propio de un presidente inexperto, y nada más. Si responde a un giro estratégico, a un cambio en la relación con China —una línea defendida por muchos republicanos—, las implicaciones son mayores.

En ambos casos, la nueva política de EE UU está envuelta en una nebulosa, sujeta a interpretaciones e hipótesis que tradicionalmente se aplicaban a actores considerados irracionales, como Corea del Norte, o a regímenes opacos como la Unión Soviética. Si los primeros pasos anticipan la gestión de Trump, el mundo deberá acostumbrarse a tratar con una primera potencia más imprevisible que de costumbre.

viernes, 2 de diciembre de 2016

En el día de la dignidad un compartir más…




Por Adriana Claudia Rodríguez
Centro de Estudios Interdisciplinarios sobre Nuestra América: José Martí
CEINA
Departamento de Humanidades. Universidad Nacional del Sur
Bahía Blanca Argentina

Me levanto con la noticia de la muerte del Comandante Fidel Castro Ruz,  me lo informa una compañera de ruta pro - cubana que lloraba desconsoladamente.Dicen que no hay que llorar, aunque sea ineludible el nudo grueso que se forma en la garganta en un momento así y que inevitablemente es portador de lágrimas, que si se contienen agrandan el nudo que parece dejarnos sin respirar. Ella seguía  llorando y yo agrandaba el nudo y con voz entrecortada le contesto: hay que tener fuerza, hay que seguir trabajando hay que hacer de la praxis el centro de ese trabajo.

¿Murió Fidel? Fidel no muere, Fidel estuvo, está y estará. Cuidado con las heroizaciones, él no las quería, cuidado con los protagonismos porque  él construyó una revolución de líderes plurales y logró que esa misma revolución sea pueblo.

Sencillez en el obrar, verdad cara al  sol, ojos bien abiertos y de frente, resistencia apretando los dientes conteniendo y conteniéndose en momentos difíciles.

Risa fresca de repiques contagiosos, amabilidad y brazos abiertos para con un niño en una marcha, hasta para con un país en problemas, mostrando un internacionalismo activo y presente en: Angola, Haití y Venezuela, entre muchos otros, donde médicos y maestros realizaron una labor inconmensurable.

Fortaleza y planificación en el marco de una revolución que se discute, revisa y avanza en sus rectificaciones y asientos. Una revolución que no es historia endiosada sino historia presente, porque el papel de la historia de la revolución ha sido afirmar  historia y  hacerse histórica con componentes nuevos de cada contemporaneidad transitada, así sentenció: ”Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada”.

Y una revolución re-semantizada,  decía José Martí: “Venimos mal de raíz, hay que extirpar la raíz” y dice Fidel Revolución es: "Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social”... Ambos se conectan se intervienen y amalgaman en un pensamiento de radicalidad que según Martí avanzaría en una construcción “con los pobres y oprimidos del mundo…”y afirmaba Fidel: “Ni los muertos pueden descansar en paz en un país oprimido”. Nuevamente la sutura.

Esas suturas que enhebran coherencia, marcan un camino seguro apisonan tierra y a una revolución que logró encarnarse en la sociedad. ¿Qué significa cultura revolucionaria en un país como Cuba?:la vida cotidiana misma, eso. El ir a los mismos hospitales, las mismas escuelas, tener la misma olla reina para cocinar y el mismo frío (heladera). Formar parte de una cohesión social que se solidariza en cada ciudadano con otro o con quien sea, la solidaridad es la base de esa cultura revolucionaria que si bien se sostiene en una estructura política ya está arraigada en la internalidad del pueblo, como otro signo importante de esa construcción de Cubaníadesde una mismidad como esencia y fenómeno.

Que significa la muerte de Fidel en todo este escenario, sin duda la perdida física de un compañero indiscutido, el mejor. Sin embargo, Fidel está y continúa, no  como mito sino activo y real desplegándoselibremente por los contornos de ese largo lagarto verde,  que hoy como nunca  ha impregnado  sus ojos de bondad sin dejar de fijar atentamente su mirada a la Isla y al mundo.

¡¡COMPAÑERO FIDEL PRESENTE POR SIEMPRE!!





domingo, 27 de noviembre de 2016

Las indecentes palabras de Donald Trump sobre Fidel Castro Ruz


Por Dr. Leyde E. Rodríguez Hernández
Profesor Titular. Vicerrector ISRI
 
El recién electo presidente del Imperio estadounidense, Donald Trump, en cuanto a Cuba, ha mostrado sus garras antes de su llegada a la Casa Blanca, el 20 de enero de 2017, como si todavía estuviera en la campaña electoral que le dio un triunfo extraño en la mayor plutocracia del planeta, pues obtuvo alrededor de dos millones de votos electorales menos que su rival Hillary Clinton, también una prominente representante de los intereses del establishment imperialista. 

Y esa alusión desaforada a Cuba estuvo relacionada con la muerte del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, ganándose  el rechazo de la mayoría del pueblo cubano. Según informaron varios medios de prensa como USA y RUSIA Today, el nuevo emperador yanqui vociferó contra el fallecido líder de la Revolución Cubana con calificativos y ofensas, lo que demuestra la indecencia y agresividad política que caracterizará su gobierno de ideología neofascista, también denominado conservador o de extrema derecha. 

Este es un breve resumen de las irrespetuosas declaraciones del atroz multimillonario que regirá los destinos de la principal potencia imperialista de nuestro tiempo: 

"Hoy, el mundo marca el fallecimiento de un brutal dictador que oprimió a su propio pueblo por cerca de seis décadas. El legado de Fidel Castro remite a los pelotones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales.

Mientras Cuba sigue siendo una isla totalitaria, es mi deseo que este día signifique alejarse de los horrores que han durado demasiado, e ir hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano finalmente viva en la libertad que tanto merece.

Aunque las tragedias, muertes y dolor causados por Fidel Castro no puedan ser borrados, nuestro gobierno hará todo lo posible porque el pueblo cubano pueda finalmente iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad. Me uno a los cubano-estadounidenses que me respaldaron durante la campaña presidencial, incluyendo la Asociación de Veteranos Brigada 2506 que me dio su apoyo, con la esperanza de que un día pronto veamos una Cuba libre".

Esas inaceptables declaraciones, que ofenden al pueblo cubano, pueden ser fácilmente respondidas. En lo que a mí respecta, deseo simplemente  reaccionar con los siguientes argumentos:

Hoy, el pueblo cubano, el mundo progresista y antiimperialista recuerda y despide al libertador del pueblo cubano de la dominación estadounidense sobre Cuba, establecida por una intervención militar, desde el final del siglo XIX hasta 1959, fecha que marcó la definitiva soberanía e independencia del pueblo cubano.

¡Gracias, mil gracias Fidel! Nunca borraremos de nuestra memoria que nos hiciste libre del imperialismo yanqui, y que junto al pueblo cubano construiste una sociedad diferente: altruista, solidaria y mucha más justa y democrática que las sociedades capitalistas occidentales. Y que gracias a ti y al internacionalismo del pueblo cubano, muchos otros pueblos del Sur fueron más libres del colonialismo y del neocolonialismo impuesto durante siglos de opresión por las potencias capitalistas occidentales.

Cuba obtuvo bajo el liderazgo de Fidel Castro, a pesar del hostigamiento exterior permanente de los Estados Unidos, resultados excepcionales en materia de desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general… En cuestión de educación, de salud, de investigación médica y de deporte, Cuba ha obtenido niveles que la sitúan en el grupo de naciones más eficientes. ¡Gracias, mil gracias Fidel!

Por sus logros sociales y políticos, Cuba seguirá siendo una isla revolucionaria, antiimperialista, anticapitalista. El fallecimiento de Fidel y su legado significan un momento de reafirmación de nuestras justas ideas por un futuro mejor, próspero y sostenible, para potenciar nuestra libertad, independencia plena y la preservación del socialismo. 

En Miami, en la Calle 8 de la Pequeña Habana, el barrio cubano de esa ciudad, cientos de personas salieron a las calles a celebrar la muerte de Fidel Castro. El próximo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, acaba de unirse oportunistamente a ese minoritario sector indeseable e impresentable de los cubano-estadounidenses que lo respaldaron durante la campaña presidencial, incluyendo los sobrevivientes de la bochornosa brigada mercenaria 2506, derrotada por Fidel y los milicianos cubanos en las arenas de Playa Girón (Bahía de Cochinos), en menos de 72 horas. De esta forma, el detestable Trump se ha unido a los terroristas miamenses en su lucha contra el gobierno y el pueblo cubano. Y eso ha sucedido también por su incapacidad moral e intelectual para juzgar con objetividad y mesura el legado de Fidel Castro Ruz; algo que sí pudieron hacer enemigos de la Revolución Cubana como el antiguo secretario de Estado estadounidense Henrry Kissinger, en su obra Diplomacia, para solo mencionar uno de ellos.

Trump, de continuar en campaña electoral contra Cuba, después de su toma de posesión el 20 de enero, recibirá adecuadas respuestas y la resistencia enérgica del pueblo cubano, inspirado en el legado de su Comandante en Jefe. Una nueva administración republicana, aunque sabemos es neofascista y que ha amenazado con cerrar la embajada de los Estados Unidos en La Habana, debiera considerar que finalmente, en diciembre de 2014, el gobierno de Barack Obama admitió el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática e inició un proceso de normalización que implica el respeto del sistema político cubano, pero para eso tendría que estar mejor asesorado. El mismo Obama atinadamente dijo: “la historia recordará y juzgará el enorme impacto" de Fidel Castro Ruz, según reportaron medios de prensa internacionales. Así son los contrastes de visiones políticas entre un Obama protocolar y un Trump brutal e impúdico, sin experiencia política y diplomática, aunque ambos sabemos que representan los intereses estadounidenses.

Todavía es una enigma cuál será el rumbo que tomará las relaciones Estados Unidos-Cuba a partir de enero del 2017, una vez que Trump asuma la presidencia. Pero, lo cierto es que dicho personaje estrafalario no asustará al pueblo cubano, pues con su avisada política de poder poco inteligente, sabemos por dónde viene. El pueblo cubano vencerá, como dijo Fidel en una de sus últimas alocuciones. Sabremos seguir luchando por el fin del bloqueo económico, comercial y financiero; por la devolución del territorio ilegalmente ocupado por los yanquis en Guantánamo, donde mantienen una base militar convertida en oprobiosa prisión; por el fin de las transmisiones ilegales de “radio y televisión Martí”, que intentan infructuosamente subvertir el pueblo cubano y restaurar la dominación estadounidense en Cuba, como en los peores tiempos de la “guerra fría”.  

Por lo tanto, nos asisten poderosas razones para la defensa de nuestra cultura, independencia y  soberanía nacional, por nuestro socialismo; conociendo que Donald Trump es un personaje impredecible y que su presidencia podría sumir a Estados Unidos y a las relaciones internacionales, en su conjunto, en un caos mucho más peligroso que el desorden existente en el funcionamiento del desequilibrado sistema internacional actual.