martes, 12 de enero de 2016

Desde la ONU y la OCDE piden a Obama que cierre la cárcel de Guantánamo


Distintos especialistas de Naciones Unidas, entre ellos dos argentinos, reclaman en un duro documento contra las violaciones a los Derechos Humanos en la base ubicada en Cuba.




Nueva York

Télam y AP

Los máximos expertos de las Naciones Unidas y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE) en temas humanitarios urgieron al gobierno de Barack Obama a que "le ponga fin a la impunidad" y ordene finalmente el varias veces prometido cierre del centro de detención y torturas de Guantánamo, que Washington mantiene en territorio cubano. "Estados Unidos debe limpiar su propia casa, dado que la impunidad sólo genera más abusos y de tal forma otros Estados no se sienten obligados a detener las prácticas ilegales" (de terrorismo de Estado), dijeron los expertos.

En una carta abierta divulgada al cumplirse 14 años de la apertura del campo, el grupo señaló que "sólo se podrá obtener de nuevo seguridad a largo plazo si se pasa la página de ese oscuro capítulo de las prácticas establecidas como respuesta al terrorismo tras el 11 de setiembre" de 2001, en referencia al atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono.

El texto se conoció al tiempo que el jefe de Gabinete de Obama, Denis McDonough, repetía que el presidente "sigue comprometido" con el cierre de la cárcel y la organización Amnesty International (AI) criticaba al gobierno estadounidense y le reclamaba el cierre del presidio (ver aparte)

El documento lleva la firma del relator sobre Tortura, el argentino Juan E. Méndez; el relator sobre Derechos Humanos y Contraterrorismo, el británico Ben Emmerson; la relatora sobre la Independencia del Sistema Judicial, la también argentina Mónica Pinto; el presidente del Grupo de Detención Arbitraria, el coreano Seong-Phil Hong; y el director de la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE, el alemán Michael Georg Link. Es la primera vez que un grupo tan calificado reclama el cierre de Guantánamo.

"Todos los implicados, incluyendo a aquellos del más alto nivel, deben ser responsables por haber ordenado o ejecutado detenciones secretas, arrestos arbitrarios de civiles, y las llamadas ‘técnicas de interrogación intensificadas’ (un eufemismo empleado por el Pentágono para referirse a la tortura) usada en nombre del combate al terrorismo". Los expertos recordaron que en la base aún hay un centenar de detenidos "languideciendo" tras años de detención sin juicio y excluidos del sistema judicial estadounidense, a pesar de que en enero de 2009 Obama firmó una orden ejecutiva para liberar o transferir a todos los recluidos en el periodo de un año.

Los expertos exigieron la liberación inmediata de los presos, su traslado a un tercer país donde no sean perseguidos o la transferencia a un centro de detención regular en Estados Unidos,  donde sean juzgados con todas las garantías. Según dijo el domingo el jefe de gabinete de Obama, Denis McDonough, el presidente estadounidense "sigue comprometido con el cierre" de Guantánamo antes de abandonar el gobierno, en enero del año próximo. McDonough no precisó, sin embargo, si el mandatario usará medidas ejecutivas o decretos para cerrar la prisión para "sospechosos de terrorismo" en caso de que el Congreso no coopere en su plan.

"El gobierno de Estados Unidos debe asegurarse también que los actuales y los antiguos presos de Guantánamo obtengan una compensación por todas las violaciones a sus libertades, por su detención arbitraria, por las torturas y los malos tratos", reclamaron los expertos. El pedido de los máximos relatores humanitario de la ONU y la OSCE se produjo el mismo día que el Departamento de Defensa anunciaba que entregará a Arabia Saudita a uno de los reclusos del cuestionado campo. El Pentágono informó sobre la "repatriación" del saudíta Mohammad al Rahman al Shumrani.

La semana pasada, el Gobierno había informado sobre otras tres transferencias de presos, dos yemenitas que fueron enviados a Ghana y otro recluso enviado a Kuwait. Los expertos internacionales recordaron en su carta abierta que en el discurso de asunción de su primer mandato, el 20 de enero de 2009, Obama ya había “sorprendido gratamente” a los luchadores humanitarios, al anunciar que antes de finalizar el período de gobierno cerraría “esa prisión que oscurece el historial humanitario de Estados Unidos”. «

 Resabio del colonialismo

Desde su primera campaña electoral, en 2008, Barack Obama ha prometido cerrar la prisión de Guantánamo. El relato de la Casa Blanca señala que las trabas del Congreso para el traslado de los presos se erigieron en el mayor obstáculo para cumplir con esa promesa. La administración avanzó, mientras tanto, en el traslado de prisioneros a terceros países.
En la prisión hay actualmente 104 "sospechosos" de los cerca de 800 que llegó a albergar, hacinados y en condiciones infrahumanas, la mayoría de ellos sin que jamás se presentaran cargos en su contra.

A principios del siglo XX, Estados Unidos impuso a Cuba la  Enmienda Platt, y en diciembre de 1903, Washington tomó posesión "hasta que sea necesario" de la bahía de Guantánamo.

El gobierno de Cuba considera que el enclave es  ilegal y desde la revolución de 1959 se niega a recibir el simbólico pago anual de 5000 dólares, auto fijado por Washington como justo monto del mal llamado “arriendo”.

La discreta construcción de un estado policiaco


  
Por Alejandro Nadal

El proceso de deterioro del derecho constitucional y de descomposición de los elementos esenciales de la vida republicana en el régimen de EEUU no es casualidad EEUU vive desde hace décadas enredado en una maraña de guerras que bien merecen el nombre de “guerras imperiales”. ¿Cómo es posible, preguntarán algunos ingenuos, que una república “democrática”, en la que predomina la división de poderes, se embarque en varias aventuras militares interminables y simultáneas?

Las declaraciones de guerra eran antiguamente un acto de gran solemnidad. Se anunciaban en medio de un grave protocolo y de acuerdo con un ceremonial diseñado para animar sentimientos de patriotismo. Pero hoy todo ha cambiado. Las guerras aparecen en la pantalla de televisión y la gente ya ni se pregunta ¿cuándo comenzó esta guerra?

La última vez que EEUU declaró formalmente la guerra contra una potencia enemiga fue en 1941 después del ataque japonés sobre Pearl Harbor. Los conflictos en Corea, Vietnam, el Golfo Pérsico, Afganistán, Irak y ahora en contra del Estado islámico, todos ellos no son formalmente guerras. 

Hoy las guerras se autorizan vía el presupuesto. Por ejemplo, el Congreso estadounidense acaba de aprobar un descomunal paquete presupuestal para el Pentágono. Se trata del presupuesto para el año fiscal 2016 que supera los 572 mil millones de dólares y si está lejos de ser el más alto en la historia de las fuerzas armadas de EEUU, sí es un mal presagio para las guerras en curso y las que vienen. Hay además un regalo de más de 111 mil millones de dólares para proveeduría y adquisiciones, además de 50 mil millones de dólares para investigación y desarrollo experimental (un incremento de más de 13 mil millones de dólares con respecto del año anterior).

En esta lluvia de dinero para el Departamento de la Defensa se incluyen 58 mil millones de dólares para un rubro con las siglas misteriosas de GWOT/OCO que significan la famosa guerra global contra el terrorismo y el renglón de operaciones contingentes en el extranjero.
El presidente del poderoso Comité de asignaciones presupuestales de la Cámara de Representantes, el señor Hal Rogers, afirma que este presupuesto proporciona los recursos y entrenamiento para que nuestras tropas puedan llevar a cabo exitosamente sus operaciones y puedan combatir a nuestros enemigos alrededor del mundo.

La nueva ley presupuestal contiene más de 2 mil páginas. Es difícil navegar en su interior y, por supuesto, casi imposible captar las sutilezas legales que vienen inmersas en este voluminoso texto. Es ya práctica común del poder ejecutivo en muchos países enviar documentos muy voluminosos para la aprobación del legislativo y así filtrar disposiciones que de otro modo serían rechazadas. Para fines de supervisión de las actividades del poder ejecutivo y de las fuerzas armadas, es indispensable escudriñar todo el texto, casi renglón por renglón. Muy pocos congresistas están dispuestos a realizar este trabajo.

Hal Rogers también ha señalado que el paquete del Pentágono incluye recursos para combatir la amenaza real del Estado Islámico de Irak y del Levante (ISIL). ¿Significa eso que el poder legislativo le está dando una autorización al ejecutivo para involucrar a las fuerzas armadas estadounidenses en una guerra en contra del Estado Islámico? Eso significaría que el ejecutivo tendría de hoy en adelante los poderes para hacer la guerra en contra de la extraña entidad en el norte de Irak y Siria.

En principio, el poder del presidente estadounidense para hacer uso de la fuerza militar está limitado por la constitución (el congreso es la única entidad que puede declarar una guerra). Pero a raíz de los abusos durante la administración Nixon (en especial las noticias sobre los bombardeos secretos en Camboya) el Congreso aprobó la llamada Resolución de poderes de guerra en 1973. De acuerdo con esta ley, no es posible inferir de una simple asignación presupuestaria la autorización para el uso de la fuerza, a menos que dicha asignación vaya acompañada de una autorización explícita para la introducción de las fuerzas armadas de EEUU en las hostilidades.

Pero las asignaciones presupuestales han sido interpretadas en numerosas ocasiones como una forma de consentir el uso de la fuerza o, lo que es igual, para hacer la guerra sin una declaración formal por parte del Congreso. Un precedente muy importante se encuentra en las asignaciones presupuestales para desarrollar hostilidades en Kosovo en el año 2000. Las asignaciones presupuestales fueron interpretadas por el consejo legal de la oficina del procurador como luz verde para la guerra. Hoy nadie en Washington está preocupado por la forma discreta en que se autorizan y prolongan las guerras interminables en las que ya está envuelto EEUU.

Este proceso de deterioro en materia de derecho constitucional y de descomposición de los elementos esenciales de la vida republicana en EEUU no es casualidad. Es cierto que el deterioro comenzó antes de que se instaurara el neoliberalismo, pero el proceso se ha intensificado de manera notable con la expansión del sector financiero y, desde luego, con la crisis global de 2008. Hoy la construcción del estado policíaco sigue su curso en EEUU.

Alejandro Nadal es economista mexicano, doctor en Economía por la Universidad de París X, actualmente es profesor e investigador de economía en el Centro de Estudios Económicos del Colegio de México. Publica habitualmente en los periódicos La Jornada de México y la revista Sin Permiso.

Fuente: La Jornada

lunes, 11 de enero de 2016

Venezuela Candente



 Por Ignacio Ramonet

El año 2016 podría ser de alta conflictividad en Venezuela. Por razones internas y por razones externas.

En el plano interior, la amplia victoria en las elecciones legislativas del pasado 6 de diciembre de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) configura una Asamblea nacional controlada –por mayoría cualificada, y por primera vez desde 1999– por fuerzas hostiles a la revolución bolivariana. Pero en cuyo seno, la bancada chavista del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) sigue siendo la más numerosa con 51 diputados. Lo cual permite augurar, a partir del 5 de enero, un enfrentamiento dialéctico de alta intensidad.

Con el control de los dos tercios de la cámara legislativa, la oposición cree sin duda que ha llegado la hora de la revancha y sueña con deconstruir pieza a pieza la revolución bolivariana. Teóricamente podría hacerlo. La Constitución lo permite siempre que se cuente también con el apoyo del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), que hace funciones de Tribunal Constitucional, y del Poder Ciudadano (integrado por el Defensor del Pueblo, la Fiscal General y el Contralor General de la República [1]). Pero sería un gravísimo error. La MUD no debe confundirse. Porque está claro –un simple análisis de los resultados lo demuestra– que los electores no le han dado mandato para ello, ni potestad absoluta para gobernar jurídicamente. El enfrentamiento institucional podría ser frontal y brutal (2).

Sociológicamente, el chavismo sigue siendo ampliamente mayoritario. En un eventual referéndum a favor o en contra de la revolución bolivariana, todos los estudios concluyen que una sólida mayoría votaría a favor de la continuidad del proceso. El 6 de diciembre pasado, se trataba únicamente de elecciones legislativas, de designar diputados, y no de cambiar de República, ni de cambiar de Presidente. Los ciudadanos, inteligentemente, aprovecharon para enviar un mensaje de alerta y de protesta a las autoridades. Muchos de ellos no imaginaban ni remotamente que otorgarían a la oposición una victoria tan excesiva. Nunca fue un voto de adhesión a un (oculto) programa de la MUD, sino un voto de advertencia a la actual Administración.

Y es bastante normal. Porque desde hace largos meses, como consecuencia –en parte– de una “guerra sucia” económica fomentada y auspiciada por las oficinas de la Internacional conservadora, y también –tal y como lo ha denunciado el Presidente Nicolás Maduro–, a causa de “la asfixia de la burocracia y de la corrupción”, la vida cotidiana se ha vuelto bastante infernal para la gente. El desabastecimiento de productos de primera necesidad –tanto alimentarios como de higiene personal y del hogar– y de medicamentos transforma el día a día de los venezolanos en una incesante lucha para resolver escaseces que casi nunca antes se conocieron a este nivel. Aunque muchos comentaristas no lo reconocen, las autoridades han hecho un esfuerzo colosal y prioritario para combatir esta plaga. Pero los electores consideraron que no fue suficiente. Y sancionaron con su voto negativo esa ausencia de victoria en un frente capital. 

Esa es la causa principal de los adversos resultados del 6-D para el chavismo. Si a eso añadimos diversos problemas que siguen sin solución –como los temas de la inflación, de la inseguridad y de la corrupción, que contaminan la imagen de la revolución bolivariana–, completamos el diagnóstico de un malestar general que se ha tornado en sentimiento crítico contra los gobernantes.

La oposición, decíamos, cree que le ha llegado su hora: la hora de la restauración neoliberal. Y después de haber ocultado cuidadosamente su programa durante la campaña electoral, ya está anunciando en voz alta su intención de multiplicar las privatizaciones, de reducir los servicios públicos, de revocar las leyes laborales, de liquidar los logros sociales, de desmantelar los acuerdos internacionales... Ante semejante provocación (recordemos que el chavismo es sociológicamente mayoritario), el presidente Maduro ha alertado a la opinión pública y acelerado la constitución de un Parlamento Comunal cuya función en la arquitectura del Estado aún no está clara, pero que podría funcionar como un órgano representativo y consultivo de la sociedad en paralelo a la Asamblea Nacional.

Todo indica que puede haber choque de trenes. La sociedad venezolana es profundamente democrática y pacífica –tal y como lo ha demostrado en los últimos diecisiete años–, pero estamos ante un duro pulso entre las dos grandes fuerzas políticas, chavismo y derecha, que controlan, respectivamente, el poder ejecutivo y el poder legislativo. La tentación de recurrir a la calle y a las manifestaciones de masas va a ser muy grande. Con el peligro que ello conlleva en términos de enfrentamientos y de violencia.

Este escenario de guerra civil tampoco es el deseado por la mayoría de los electores cuyo mensaje del 6 de diciembre pasado significaba abiertamente una llamada al diálogo entre oficialismo y oposición con un propósito claro: que las dos fuerzas se entiendan para resolver los problemas estructurales del país.
Decíamos al principio que, en 2016, la conflictividad podría ser alta en Venezuela también por razones externas. Y es que este año se anuncia, en términos de coyuntura económica internacional, como uno de los peores en los dos últimos decenios. Esencialmente por tres razones: el ­derrumbe del precio de las materias primas y del petróleo, la crisis de crecimiento en China y el aumento del valor del dólar estadounidense.

Es inútil insistir en que los precios del petróleo tienen una incidencia fundamental en la vida económica de Venezuela, ya que más del 90% de los recursos en divisas del país proceden de la exportación del oro negro. En dieciocho meses, los precios del barril, que estaban en 115 dólares, se derrumbaron a 30 dólares... Y no es imposible que, a lo largo del año, bajen hasta 20 dólares... Para cualquier país petrolero (Angola, Argelia, México, etc.), eso representa en sí una catástrofe, pero para Venezuela (y, en cierta medida, Ecuador o Bolivia), que redistribuye en políticas sociales lo esencial de su renta petrolera, significa un golpe muy duro y una amenaza mortal para el equilibrio de la revolución bolivariana.

El segundo parámetro exterior es China. Este país ha modificado su modelo de desarrollo y crecimiento apostando ahora por su mercado interior (1.500 millones de consumidores), por el aumento de los servicios y de la calidad de vida que la contaminación amenazaba de muerte. Las tasas de crecimiento, antes del 10 o 12%, se han reducido al 6 o 7%. Consecuencia: la importación de materias primas (minerales o agrícolas) se ha reducido, lo cual ha acarreado un derrumbe de los precios que afecta de manera frontal a los países exportadores latinoamericanos de metales (Perú, Chile) y de soja (Argentina, Brasil). Las crisis políticas que están viviendo estos dos últimos países no son ajenas a esta situación, y ello afecta indirectamente también a Caracas, socio importante de Brasilia y Buenos Aires en el marco del MERCOSUR.

Por último, el dólar. La decisión que tomó el 16 de diciembre pasado la Reserva Federal de subir los tipos de interés en un 0,25%, después de nueve años sin hacerlo, aumenta la fuerza del dólar. Que el dólar sea más rentable en Estados Unidos alienta a los inversores a retirar sus capitales –invertidos masivamente en los “países emergentes” desde que empezó la crisis en 2008–, y a desplazarlos hacia Norteamérica. Consecuencia: el valor de la moneda de los “países emergentes” (Brasil, Colombia, Chile) se desploma y se devalúa doblemente por el reforzamiento del dólar y por la huida de capitales. Y todos los productos importados se encarecen.

Semejante contexto latinoamericano e internacional dibuja, para 2016, un entorno poco favorable para la economía de Venezuela. Y coloca muy cuesta arriba la perspectiva de hallar soluciones rápidas para resolver los problemas del país. Desde que ganó las elecciones el 14 de abril de 2013, el presidente Nicolás Maduro ha lanzado llamadas a la oposición y al sector privado en repetidas ocasiones para establecer un Diálogo Nacional. Es muy importante, ante las tempestades que se avecinan, que la MUD responda ahora a esas llamadas con espíritu constructivo de responsabilidad. Venezuela se lo merece.  



miércoles, 6 de enero de 2016

Tensión en Medio Oriente: cómo llegaron Irán y Arabia Saudita hasta este punto

Iraníes protestan por la ejecución en Raid del prominente clérigo chiíta Nimr al Nirm el 2 de enero de 2016.

Por Michael Pearson, CNN

Lo más importante

Las tensiones se remontan a siglos, pero durante la revolución iraní de 1979 se incrementaron.

La ejecución de un clérigo chiíta fue el último capítulo del conflicto

(CNN) - Como si Oriente Medio no tuviese ya suficiente tensión, la caustica disputa entre las potencias regionales de Arabia Saudita e Irán ha colapsado repentinamente en una crisis diplomática de primer orden: han rechazado diplomáticos, han cortado relaciones e incluso han saqueado la embajada.

Esto es lo que necesitas saber sobre esta historia, que podría ser noticia importante en los próximos días.

Entonces, ¿qué pasó?

El sábado, Arabia Saudita dijo que había ejecutado al jeque Nimr al-Nimr, un crítico directo de la familia real saudí.

Ahora, el hecho de que el reino de línea dura ejecute personas casi nunca es noticia de primera plana. Pero la muerte de Nimr fue diferente.

Él era un defensor directo de los musulmanes chiítas en la Provincia Oriental de Arabia Saudita, donde los chiítas desde hace mucho tiempo se han quejado de discriminación a manos de la monarquía del país, la cual es sunita.

Desde hace mucho tiempo, Arabia Saudita ha sospechado en relación a que Irán fomenta la disconformidad entre esos chiítas, y el arresto, la detención y el juicio de Nimr entró en juego precisamente en la antigua animosidad entre esos dos poderes regionales.

Entonces, ¿qué pasa con estos dos países?

La situación está arraigada en profundas divisiones entre las ramas sunitas y chiítas del Islam, pero igualmente, tiene mucho que ver con la influencia política y económica.

La división data de 14 siglos atrás, y tiene que ver con disputas en relación a quién debería suceder al profeta islámico Mahoma como el líder de la fe islámica.

El Islam sunita ha pasado a dominar la fe —casi el 90% de los musulmanes del mundo son sunitas—, incluso la rama Wahhabi que se practica en Arabia Saudita.

Sin embargo, en 1979, el Islam chiíta empezó a hacer alardes de fuerza. Los revolucionarios en Irán reemplazaron al gobierno laico del país con una teocracia, y empezaron a dispensar apoyo a la causa chiíta en el Líbano, Iraq, y en otros sitios a lo largo de Oriente Medio.

"La transformación de Irán en una potencia abiertamente chiíta, tras la revolución islámica, indujo a Arabia Saudita a acelerar la propagación del wahhabismo, a la vez que ambos países revivieron una antigua rivalidad sectaria en torno a la verdadera interpretación del Islam", escribe el Consejo sobre Relaciones Exteriores en una revisión extensa de la disputa sectaria.

¿Cuáles son algunos ejemplos?

Para empezar, Arabia Saudita respaldó al gobierno de Iraq que en ese momento era sunita, en su sangrienta guerra de ocho años contra Irán.

Mientras la guerra se extendía, en 1987, la policía antimotines de Arabia Saudita se enfrentó con peregrinos iraníes en la Meca. Aproximadamente 400 personas murieron... la mayoría de ellos iraníes chiítas, según el Instituto para la Paz de Estados Unidos.

Los manifestantes iraníes atacaron las embajadas de Arabia Saudita y Kuwait. Un diplomático saudita murió.

El líder supremo de Irán, el ayatolá Ruhollah Khomeini declaró que la monarquía saudita era "una banda de herejes", y con eso, las luces diplomáticas se apagaron durante cuatro años.
La elección de un nuevo presidente iraní dio lugar a vínculos más cercanos, lo que culminó con un acuerdo de seguridad entre los dos países en 2001.

Pero las cosas se desplomaron de nuevo en 2003 cuando la invasión en Iraq, liderada por Estados Unidos, derrocó a Saddam Hussein, desató un poder político chiíta en Iraq que había estado reprimido durante mucho tiempo y condujo a vínculos más estrechos y a una mayor influencia de Irán sobre su vecino.

La preocupación en torno a la influencia recién descubierta de Irán alcanzó un estado de agitación extrema con el movimiento de protestas de la Primavera Árabe, el cual inició en Túnez a finales de 2010. Los disturbios incluso alcanzaron a Arabia Saudita y a su aliado de Bahrein, donde un monarca sunita gobierna una nación que es predominantemente chiíta.

Naturalmente, los sauditas y sus aliados vieron a Irán como una mano oculta detrás del levantamiento, y ayudaron a las autoridades de Bahrein a calmar el levantamiento.

El año pasado, las relaciones se enfriaron aún más con los conflictos sobre las acusaciones en relación a que los guardias sauditas agredieron a peregrinos iraníes en abril y a las muertes de cientos de personas ocurridos en septiembre —entre ellos iraníes— en dos desastres vinculados con la peregrinación islámica anual a la Meca.

¿Qué efecto tiene todo este antagonismo en Oriente Medio y alrededor del mundo?

En resumen, se ha convertido un matriz de guerras de poderes.

En Siria, Irán se ha unido al gobierno de Bachar al Asad en contra de la rebelión de mayoría sunita (respaldada por Arabia Saudita).

En Yemen, donde se dice que los rebeldes hutíes que buscan derrocar al gobierno tienen vínculos con Irán, Arabia Saudita organizó una coalición de estados árabes para bombardear blancos rebeldes.

La lucha regional también se está haciendo presente en lugares como el Líbano, de mayoría chiíta, donde a Arabia Saudita le gustaría contener la influencia de Hezbolá, respaldado por Irán, e Iraq, donde los sunitas que una vez fueron dominantes desde el punto de vista político, ahora se sienten privados de derechos.

¿La situación se verá afectada por aspectos como el acuerdo nuclear con Irán y los precios del petróleo?

En un lugar tan volátil como Oriente Medio, sin duda hay suficientes incentivos para evitar otra intensa guerra en una región donde ya abunda el derramamiento de sangre.

No se descarta el hecho de que las cosas puedan salirse de control, dijo el teniente general retirado Mark Hertling, analista militar de CNN.

"Esto está escalando muy rápidamente", dijo.

Pero no es inevitable.

En primer lugar, es poco probable que Teherán realmente quiera entrar en guerra con Arabia Saudita, un país bien equipado y respaldado por Estados Unidos y, posiblemente, con sus aliados.

Las fuerzas armadas de Irán se han visto paralizadas por años de sanciones económicas y embargos sobre las armas, dijo el mes pasado Alireza Nader de la Corporación RAND a un subcomité del Congreso.

E incluso con las sanciones relajadas como resultado del acuerdo nuclear del año pasado con las potencias occidentales, es poco probable que la economía de Irán crezca lo suficiente como para darle a Teherán un impulso de poder significativo en la región, dijo. Un conflicto con Arabia Saudita no ayudaría en absoluto a esa situación.

Arabia Saudita tiene sus propios problemas internos que podrían limitar la sed de tomar acciones agresivas.

En primer lugar, el país cada vez más está sintiendo el efecto de los bajos precios del petróleo.

Y aparentemente, también se está librando una batalla en relación a quién sucederá al rey Salman, quien a pesar de haber ascendido a la monarquía el año pasado, podría no ser rey por mucho tiempo.

En septiembre, el periódico The Guardian publicó una carta sin firmar de un príncipe saudita que describía una lucha de poder dentro del reino, al igual que preocupaciones en relación a que "el rey no se encuentra en una condición estable".

¿Qué es lo que dice el resto del mundo?

En una palabra, cálmense.

China hizo un llamado a que hubiera "diálogo y negociaciones". Rusia sugirió que las naciones "muestren compostura". Francia pidió que los poderes "hicieran todo lo posible para prevenir la exacerbación de las tensiones sectarias y religiosas".

Pakistán, un país de mayoría sunita, condenó el ataque ocurrido el fin de semana contra la embajada saudita en Teherán e instó a que se lograra una "resolución de las diferencias a través de medios pacíficos en el interés mayor de la unidad musulmana".

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, habló con los ministros del Exterior de ambas naciones el domingo, y dijo que la ruptura de las relaciones era "profundamente preocupante".

"Lo que queremos es ver que las tensiones se reduzcan. Queremos ver que el diálogo se restaure, y queremos ver que la participación diplomática sea restaurada de manera pacífica y sin violencia", dijo el lunes el vocero del Departamento de Estado, John Kirby.