Por Hedelberto López Blanch
Mientras Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea se han
dedicado en los últimos tiempos a lanzar guerras para tratar de apoderarse de
recursos energéticos que garanticen la continuidad del desarrollo económico,
China, con una política basada en la paz y el intercambio respetuoso, se
expande por el mundo con acuerdos y alianzas en todos los continentes.
Inteligente maniobra del gigante asiático que
mientras su Producto Interno Bruto (PIB) ha crecido en forma interrumpida por
dos décadas a un promedio de más del 8 %, los países occidentales desarrollados
siguen padeciendo crisis y recesiones.
No resulta desatinada la información emitida por el
director de Inversiones de UBS Wealth Management en su columna Project
Syndicate, cuando aseguró que tomando en consideración las tasas de crecimiento actuales, la economía de China se
duplicará en el transcurso de tan solo nueve años, obligando a Occidente a
emular sus prácticas económicas.
Hace seis meses, un documento emitido por el Fondo Monetario Internacional
(FMI) auguraba que China alcanzaría y superaría el PIB estadounidense y el de la Unión Europea, en su
conjunto, en el 2016.
Ahora otra entidad internacional como la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) puntualizó que esa nación podría llegar a ser
la mayor economía del mundo por encima de Estados Unidos en 2016.
China ha desarrollado en los últimos 20 años una diplomacia cada vez más
activa, y ha llegando a espacios geopolíticos donde antes estaba ausente y en
los cuales Estados Unidos y los países occidentales ejercían su influencia e
intereses.
Sin inmiscuirse en conflictos armados, empresas de Beijing estan presentes
hoy, y con muy buena aceptación, en Irak, Afganistán, Libia y amplían sus
convenios e intercambios con Irán donde occidente impone un bloqueo económico y
financiero.
Con Moscú, el comercio bilateral alcanzó en 2012 los 90 000 millones de
dólares, aumentará a los 100 000 millones en 2015 y a 200 000 millones de
dólares en 2020. Recientemente Rusia y China suscribieron unos 30 acuerdos en
energía, inversión militar tecnológica y cultura.
En regiones rusas como el Extremo Oriente y Siberia Oriental las
inversiones del país asiático alcanzan los 20 000 millones de dólares anuales.
A partir de 2018, según un reciente protocolo firmado en Moscú, Gazprom
suministrará 38 000 millones de metros cúbicos de gas al año a la compañía
China National Petroleum Corporation (CNPC) cifra que podrá aumentar a 60 000
millones de metros cúbicos.
El intercambio
comercial entre China y los países africanos en 2008 fue de 107 000 millones de dólares con lo
cual superó a Estados Unidos como primer socio comercial en ese continente, y
en 2012 la cifra llegó a 186 000 millones para completar cuatro años
consecutivos por encima de Washington.
El gigante asiático ha
logrado que en la mayor crisis económica que padece occidente desde 1930, su
país se haya convertido en el primer socio comercial de esa región con lo cual
ha dejado atónito, además de a Estados Unidos, a las antiguas metrópolis
coloniales: Francia, Inglaterra, Bélgica, Italia, España y Portugal.
En África se han establecido
más de 2 000 compañías chinas con una inversión total de 14 700 millones de
dólares y esa nación ha otorgado más préstamos al continente negro que los entregados
por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, ha cancelado deudas a 32
países africanos con menos desarrollo; ha construido hospitales, escuelas;
ofrece ayuda tecnológica y enviado a expertos agrícolas para colaborar con el
desarrollo rural.
En América Latina, el llamado antiguo traspatio de Estados Unidos, el
empuje de China avanza con rapidez. Según la Comisión Económica para
América Latina (CEPAL) Beijing se podría convertir en 2017 en el mayor socio
comercial de la región y desplazar a Washington que ha mantenido por varias
décadas ese privilegio.
Una de las causas que ha influido en ese cambio han sido los problemas
financieros en Europa y Estados Unidos lo que han permitido a China convertirse
en un importante socio para la región al comprar mayores cantidades de materias
primas y entregar créditos blandos para obras de infraestructura y de
desarrollo.
Ya la nación asiática es el primer socio de Brasil, Perú y Chile, además de
ser el segundo para otras naciones como Venezuela, Cuba y Argentina.
Si hace unos meses se insistía en algunos medios financieros y de comunicación que China podría rebajar sus cifras de crecimiento anual, ahora se afirma que continuará toda la presente década con más de un 8 % de aumento, mientras las naciones desarrolladas occidentales no encuentra el camino para salir de la crisis.
El gigante asiático
despliega con gran rapidez sus relaciones comerciales y de colaboración por los
diversos continentes lo que hace augurar que dentro de pocos años, junto a
economías emergentes e importantes como Rusia, India, Sudáfrica y Brasil, logrará
marcar el principio del fin de la hegemonía unipolar que existe actualmente en
el mundo.
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