Por Salim Lamrani
Opera Mundi
La actualización
del modelo económico cubano suscita críticas y controversias. Para unos, Cuba
abandonaría la vía del socialismo. En realidad, lejos de renunciar a su modelo
de sociedad, la Isla preserva sus conquistas y perfecciona su funcionamiento.
Desde 2011 Cuba procede a la “actualización de su modelo económico”. El
proyecto inicial, elaborado en noviembre de 2010, se sometió a un amplio debate
popular (8 millones de participantes) que duró cerca de cinco meses hasta abril
de 2011 y fue adoptado durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.[1]
Unos
estiman que se trata de un regreso al capitalismo, a causa de la introducción
de algunos mecanismos de mercado en la economía nacional. En realidad, el
objetivo de los cubanos es perfeccionar su sistema para preservar las
conquistas sociales, únicas en América Latina y el Tercer Mundo. Para ello,
deben superar dos retos mayores: unos recursos naturales muy limitados y las
sanciones que impone Estados Unidos desde 1960, que constituyen el principal
obstáculo al desarrollo nacional. A ello conviene agregar las fallas propias
del sistema, como la burocracia o la corrupción. El Presidente Raúl Castro fue
claro al respecto: “La batalla económica constituye hoy, más que nunca, la
tarea principal y el centro del trabajo ideológico de los cuadros, porque de
ella dependen la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social”.[2]
El nuevo modelo económico introduce mecanismos de mercado pero sigue basado en
la “planificación socialista” a todos los niveles, y “la empresa estatal
socialista es la forma principal en la economía nacional”.[3]
No obstante, el país se abre a las inversiones extranjeras –para atraer los
capitales indispensables para el desarrollo de la nación–, mediante empresas
mixtas, en las cuales el Estado cubano siempre dispone de una mayoría de al
menos un 51%. Este modelo de gestión económica actualizado promueve también las
cooperativas, las pequeñas propiedades agrícolas, los usufructuarios y los
trabajadores independientes en todos los sectores productivos, con el fin de
reducir el papel del Estado en los campos no estratégicos.
El objetivo de estas reformas es conseguir una mejor eficiencia en la gestión
de las actividades económicas, con un sistema de autonomía y descentralización
que responsabiliza directamente a los dirigentes de las empresas de los
resultados. Los lazos entre estructuras económicas se rigen ahora
exclusivamente por contratos.
Las empresas estatales o las cooperativas estructuralmente deficitarias y no
viables serán liquidadas o podrán ser transformadas y adoptar una forma
jurídica no estatal. Del mismo modo, el Estado no subvencionará las pérdidas.
En cambio, las empresas beneficiarias podrán invertir las ganancias para
desarrollarse, aumentar los salarios de los trabajadores en los límites que
establece la legislación, o contratar a nuevos trabajadores. Disponen así de
una libertad total en lo que se refiere a la gestión de los recursos humanos.
El auge de las cooperativas ilustra la voluntad cubana de profundizar el
desarrollo socialista de la economía en todos los sectores, con una propiedad
colectiva. Disponen de una autonomía completa a todos los niveles. No obstante,
para evitar toda concentración de riqueza, no pueden ser vendidas o entregadas
a otras entidades que no sea el Estado.
A nivel agrícola, la prioridad nacional es la producción de alimentos para
reducir la dependencia del exterior en un país que importa más del 80% de su
consumo. Se entrega la tierra en usufructo a los campesinos que se convierten
en productores independientes, remunerados por su propio trabajo, pero sigue
siendo propiedad del Estado.
La nueva política monetaria permite otorgar créditos a las empresas y a los
ciudadanos con el objetivo de favorecer la producción de bienes y servicios
para la población. Uno de los grandes desafíos de la sociedad es la unificación
monetaria. En efecto, la dualidad monetaria vigente en Cuba es fuente de serias
desigualdades. Para ello, se deben realizar importantes esfuerzos en términos
de productividad y de redistribución de la riqueza de acuerdo con la ley de
redistribución socialista “de cada cual según sus capacidades, a cada cual
según su trabajo”.
La política salarial se sigue basando en el principio socialista “a cada cual
según su trabajo”, con el objetivo de satisfacer “las necesidades básicas de
los trabajadores y sus familias”. Los salarios se incrementarán de modo
gradual, en función de los resultados de producción. Para evitar el desarrollo
de las desigualdades, la legislación prevé un salario mínimo y un salario
máximo. Se favorece el sector no estatal como alternativa adicional para el
empleo.
La elaboración de una imposición tributaria en Cuba tiene como meta permitir al
Estado disponer de los recursos necesarios para cumplir su papel social con la
población. Gracias al impuesto progresivo, las categorías más acomodadas
contribuyen más al esfuerzo nacional, según el principio de solidaridad
socialista entre todos los ciudadanos. La cohesión social sigue siendo el
objetivo prioritario. Así, para evitar todo crecimiento de las desigualdades en
la sociedad, la concentración de propiedad está prohibida para las personas
jurídicas o naturales, siendo una prerrogativa exclusiva del Estado. Por otra
parte, la política de precios sigue siendo centralizada, particularmente en los
productos de interés general desde un punto de vista económico y social.
A nivel de la política social, base del socialismo, el objetivo prioritario no
sólo es “continuar preservando las conquistas de la Revolución, tales como el
acceso a la atención médica, la educación, la cultura, el deporte, la
recreación, la tranquilidad ciudadana, la seguridad social y la protección
mediante la asistencia social a las personas que lo necesiten”, sino también
“dar continuidad al perfeccionamiento de la educación, la salud, la cultura y
el deporte”. El Estado garantizará “la protección de la asistencia social [a]
las personas que realmente la necesitan”.
El Estado no abandona la cultura. La política cultural se basa en la defensa de
la identidad, la conservación del patrimonio cultural, la creación artística y
literaria y la capacidad para apreciar el arte, mediante las formaciones
necesarias. El Estado seguirá su misión de “promover la lectura, enriquecer la
vida cultural de la población y potenciar el trabajo comunitario como vías para
satisfacer las necesidades espirituales y fortalecer los valores sociales”.
Así, el nuevo modelo económico cubano, basado en la planificación, una política
de precios centralizada, la prohibición de concentración de riqueza, un salario
mínimo y un salario máximo y la protección de todas las categorías de la
población, particularmente de las más vulnerables (no hubo despidos masivos),
es indudablemente socialista. Pero se adapta a su época basándose en la
filosofía de José Martí, héroe nacional cubano, según el cual “el primer deber
del hombre es ser un hombre de su tiempo”. Tiene como objetivo alcanzar una
mayor eficiencia económica, luchar contra la burocracia y la corrupción
–principales obstáculos internos al desarrollo del país –, preservar las
conquistas sociales de la Revolución Cubana, reforzar la República Social y
mejorar el bienestar material y espiritual de TODOS los cubanos.
*Doctor en
Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV,
Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista,
especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se
titula Cuba. Les médias face au défi de l’impartialité, Paris, Editions
Estrella, 2013, con un prólogo de Eduardo Galeano.
Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
[1] VI Congreso
del Partido Comunista de Cuba, « Información sobre el resultado del
debate de los lineamientos de la política económica y social del Partido y de
la Revolución”, mayo 2011. http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2011/05/tabloide_debate_lineamientos.pdf
(sitio consultado el 15 de agosto de 2013).
[2] Raúl Castro Ruz,
« Discurso de Raúl Castro Ruz en la Clausura del IX Congreso de la Unión
de Jóvenes Comunistas », 4 de abril de 2010.
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