lunes, 14 de octubre de 2013

¿Es socialista el Presidente François Hollande?

Por Salim Lamrani
 
El Primer Ministro francés Jean-Marc Ayrault anunció el 27 de agosto de 2013 una nueva reforma del sistema de pensiones con una ampliación de la duración de cotización a 43 años. Es la primera vez en la historia de la V República que una mayoría de izquierda arremete contra este símbolo del progreso social conquistado al precio de muchas luchas: el derecho a una existencia digna para los últimos años de vida. Ni el Presidente Jacques Chirac (1995-2007) ni el Presidente Nicolas Sarkozy (2007-2012) –ambos de derecha y de sensibilidad neoliberal – se habían atrevido a retrasar hasta este punto la edad de jubilación. [1]

No obstante, cuando se encontraba en la oposición, François Hollande había condenado con vigor la ampliación de la duración de cotización a 41 años tras las reformas de 2003 (Ley Fillon) de Chirac: “El proyecto del Gobierno Raffarin [Primer Ministro] suscita tres rechazos mayores por parte de los socialistas: el rechazo de una filosofía que consiste en pedir a los asalariados que trabajen más tiempo para ganar menos. La ampliación de la duración de cotizaciones – 40, 41, 42 años y aún más si es necesario– era la posición de los empresarios, ahora es la solución del Gobierno Raffarin”. [2]

Cuando en 2010 Nicolas Sarkozy amplió de nuevo la duración de cotizaciones, Hollande no dejó de estigmatizar este atentado contra una conquista social valorada por los ciudadanos franceses: “Es la reforma más injusta que arbitró el Presidente Nicolas Sarkozy. Quiso ante todo mandar una señal a los mercados y a los socios europeos. Eligió hacer pagar a los pobres y a los que empezaron a trabajar temprano. Esta reforma penalizará a quienes entraron temprano en la vida activa y que podían jubilarse a partir de 60 años, que tenían todos sus derechos, pero que tendrán que trabajar no 41 años, sino 42 años, 43 años, incluso 44 años”. [3]

Pero una vez en el poder, lejos de abrogar las reformas de Fillon y Sarkozy, François Hollande las validó y fue más lejos, atentando contra todo un sector de personas vulnerables, los ancianos. En efecto, para poder jubilarse con una pensión completa, los trabajadores tendrán que cotizar más, hasta 43 años. Ahora bien, es notorio que el desempleo de las personas de más de 50 años es cada vez más importante, como el de los jóvenes. La consecuencia previsible e inevitable será que un número cada vez más elevado de personas tendrán que jubilarse sin haber cotizado lo suficiente para beneficiarse de una pensión completa, lo que ocasionará un aumento de la pobreza y de la precariedad en las personas de la tercera edad.

El argumento esgrimido por Hollande – de costumbre usado por los neoliberales– es que el aumento de la esperanza de vida, ahora considerada como un obstáculo, exige una ampliación de la duración de cotizaciones. Ahora bien, si la esperanza de vida aumenta, es precisamente porque la gente trabaja menos tiempo y puede disfrutar de su jubilación con buena salud. Así, la reforma Hollande tendrá un impacto sobre el estado de salud de los trabajadores y por lo tanto sobre su esperanza de vida.

Por otra parte esta reforma –exigida por la Comisión Europea–, que prevé además un aumento de los impuestos directos y en consecuencia una disminución de los salarios, es un contrasentido económico. En efecto, agrava la austeridad a la vez para los ancianos que no tienen suficientes años de trabajo –cuyas pensiones disminuirán automáticamente– y para los jóvenes que entrarán más tarde en el mercado laboral a causa de la salida diferida de sus predecesores. Así, la disminución de los salarios debida al alza de los impuestos directos y la disminución de las pensiones ocasionarán una reducción del consumo y por lo tanto una bajada de la actividad económica, la cual se traducirá en una subida del desempleo, para desembocar en una disminución de los ingresos del Estado (impuestos no pagados por los nuevos desocupados) y un incremento de sus gastos (para pagar los subsidios de desempleo).

Desde su llegada al poder, François Hollande multiplicó las decisiones favorables a los conglomerados económicos y financieros, particularmente con el regalo fiscal a las empresas de 20.000 millones de euros y el rechazo a regular el mundo financiero a pesar de las promesas electorales. También adoptó medidas contra el interés general y los sectores más modestos, con el alza del IVA y la reforma del sistema de pensiones. La consecuencia fue inmediata: de las ocho elecciones parciales llevadas a cabo bajo la presidencia de Hollande desde su elección en mayo de 2012, entre las cuales cinco circunscripciones estaban dirigidas por la mayoría presidencial, el Partido Socialista las perdió todas.

http://www.telesurtv.net/articulos/2013/10/08/es-socialista-el-presidente-francois-hollande-8184.html



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