El Primer Ministro francés Jean-Marc Ayrault anunció el 27
de agosto de 2013 una nueva reforma del sistema de pensiones con una
ampliación de la duración de cotización a 43 años. Es la primera vez en
la historia de la V República que una mayoría de izquierda arremete
contra este símbolo del progreso social conquistado al precio de muchas
luchas: el derecho a una existencia digna para los últimos años de vida.
Ni el Presidente Jacques Chirac (1995-2007) ni el Presidente Nicolas
Sarkozy (2007-2012) –ambos de derecha y de sensibilidad neoliberal – se
habían atrevido a retrasar hasta este punto la edad de jubilación. [1]
No obstante, cuando se encontraba en la oposición, François Hollande
había condenado con vigor la ampliación de la duración de cotización a
41 años tras las reformas de 2003 (Ley Fillon) de Chirac: “El proyecto
del Gobierno Raffarin [Primer Ministro] suscita tres rechazos mayores
por parte de los socialistas: el rechazo de una filosofía que consiste
en pedir a los asalariados que trabajen más tiempo para ganar menos. La
ampliación de la duración de cotizaciones – 40, 41, 42 años y aún más si
es necesario– era la posición de los empresarios, ahora es la solución
del Gobierno Raffarin”. [2]
Cuando en 2010 Nicolas Sarkozy amplió de nuevo la duración de
cotizaciones, Hollande no dejó de estigmatizar este atentado contra una
conquista social valorada por los ciudadanos franceses: “Es la reforma
más injusta que arbitró el Presidente Nicolas Sarkozy. Quiso ante todo
mandar una señal a los mercados y a los socios europeos. Eligió hacer
pagar a los pobres y a los que empezaron a trabajar temprano. Esta
reforma penalizará a quienes entraron temprano en la vida activa y que
podían jubilarse a partir de 60 años, que tenían todos sus derechos,
pero que tendrán que trabajar no 41 años, sino 42 años, 43 años, incluso
44 años”. [3]
Pero una vez en el poder, lejos de abrogar las reformas de Fillon y
Sarkozy, François Hollande las validó y fue más lejos, atentando contra
todo un sector de personas vulnerables, los ancianos. En efecto, para
poder jubilarse con una pensión completa, los trabajadores tendrán que
cotizar más, hasta 43 años. Ahora bien, es notorio que el desempleo de
las personas de más de 50 años es cada vez más importante, como el de
los jóvenes. La consecuencia previsible e inevitable será que un número
cada vez más elevado de personas tendrán que jubilarse sin haber
cotizado lo suficiente para beneficiarse de una pensión completa, lo que
ocasionará un aumento de la pobreza y de la precariedad en las personas
de la tercera edad.
El argumento esgrimido por Hollande – de costumbre usado por los
neoliberales– es que el aumento de la esperanza de vida, ahora
considerada como un obstáculo, exige una ampliación de la duración de
cotizaciones. Ahora bien, si la esperanza de vida aumenta, es
precisamente porque la gente trabaja menos tiempo y puede disfrutar de
su jubilación con buena salud. Así, la reforma Hollande tendrá un
impacto sobre el estado de salud de los trabajadores y por lo tanto
sobre su esperanza de vida.
Por otra parte esta reforma –exigida por la Comisión Europea–, que
prevé además un aumento de los impuestos directos y en consecuencia una
disminución de los salarios, es un contrasentido económico. En efecto,
agrava la austeridad a la vez para los ancianos que no tienen
suficientes años de trabajo –cuyas pensiones disminuirán
automáticamente– y para los jóvenes que entrarán más tarde en el mercado
laboral a causa de la salida diferida de sus predecesores. Así, la
disminución de los salarios debida al alza de los impuestos directos y
la disminución de las pensiones ocasionarán una reducción del consumo y
por lo tanto una bajada de la actividad económica, la cual se traducirá
en una subida del desempleo, para desembocar en una disminución de los
ingresos del Estado (impuestos no pagados por los nuevos desocupados) y
un incremento de sus gastos (para pagar los subsidios de desempleo).
Desde su llegada al poder, François Hollande multiplicó las
decisiones favorables a los conglomerados económicos y financieros,
particularmente con el regalo fiscal a las empresas de 20.000 millones
de euros y el rechazo a regular el mundo financiero a pesar de las
promesas electorales. También adoptó medidas contra el interés general y
los sectores más modestos, con el alza del IVA y la reforma del sistema
de pensiones. La consecuencia fue inmediata: de las ocho elecciones
parciales llevadas a cabo bajo la presidencia de Hollande desde su
elección en mayo de 2012, entre las cuales cinco circunscripciones
estaban dirigidas por la mayoría presidencial, el Partido Socialista las
perdió todas.
http://www.telesurtv.net/articulos/2013/10/08/es-socialista-el-presidente-francois-hollande-8184.html
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