Por Roberto
Miguel Yepe Papastamatin Centro
de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CESHEU). Universidad
de La Habana
El artículo Would
You Die for That Country?, publicado el pasado 24 de marzo en el sitio
de Foreign Policy en
Internet, confirma a Stephen
M. Walt como uno de los intelectuales más interesantes y audaces dentro
del sector académico estadounidense especializado en las relaciones
internacionales.
Walt es profesor en la
Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard y es principalmente reconocido
por su coautoría[i] del sonado libro El
lobby de Israel y la política exterior de los Estados Unidos, publicado
en el 2007 y considerado por muchos como el estudio más serio y profundo sobre
el tema. Walt se inscribe dentro de la corriente del realismo defensivo, una
vertiente del realismo político, escuela de pensamiento tradicionalmente
dominante en la teoría de las relaciones internacionales.
En medio de la agresiva e
histérica avalancha mediática para satanizar a la dirigencia rusa con motivo de
la incorporación de Crimea, el artículo de Walt representa un lúcido llamado a
la prudencia, al instar al gobierno estadounidense a evaluar detenidamente la
situación antes de comprometerse con un apoyo a las nuevas autoridades
ucranianas que vaya más allá de la solidaridad verbal e implique una alianza en
materia de seguridad militar. El autor apoya su posición en sólidos argumentos
históricos y geopolíticos, y de su análisis se infiere claramente la conclusión
de que la actual crisis política con relación a Ucrania y Crimea tiene como su
causa más profunda la consistente política de hostilidad, promesas incumplidas
y engaños de sucesivos gobiernos estadounidenses y sus aliados europeos con
relación a una Rusia que, por su parte, ha sido históricamente una gran
potencia asediada que ha actuado con una lógica esencialmente defensiva. Así,
Walt sentencia que “la crisis de Ucrania nos recuerda que los otros estados también
tienen sus propios intereses –incluyendo el interés de tener países amistosos
en su cercanía (geográfica)”- y que a veces la búsqueda de esos intereses puede
conducir a conflictos serios. El artículo contiene otros elementos de interés
que hacen muy aconsejable su lectura.
No es la primera vez que
Walt disiente sensiblemente de la línea “políticamente correcta” del
establishment de política exterior estadounidense. Para limitarme a solo dos
casos recientes, recomiendo especialmente revisitar sus trabajos The
Myth of American Exceptionalism y Wishful
Thinking, dos pequeñas piezas antológicas para los interesados en
comprender la política exterior de los Estados Unidos y que ponen de relieve su
honestidad intelectual.
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