viernes, 24 de abril de 2015

Brzezinski y Rusia: seis razones para frenar la hostilidad



La respuesta sobre qué hacer para que los EEUU no pierdan este liderazgo –que en realidad defiende los intereses de la clase dominante de ese país— sorprende por provenir de alguien que nunca ocultó su odio a Rusia. Sostiene que (…) Occidente debe integrar a Rusia a su sistema como aliada estratégica; caso contrario, América puede desintegrarse, lo que sería una catástrofe para la élite en cuyo nombre habla.

 Por Rodolfo Bueno Ortiz*

El Dr. Zbigniew Brzezinski, politólogo norteamericano de origen polaco, que ocupó cargos importantes en el Club de Roma; que fue contratado por Rockefeller para dirigir la creación de la Comisión Trilateral, de la que fue su primer director; que aplicó el concepto de “Estado Totalitario” para los países socialistas e identificó a Stalin con Hitler; que fue Consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter; un antirruso tan de cepa que cuando le preguntaron sobre su aporte en la caída del comunismo, respondió que su lucha había sido contra Rusia, independientemente del ropaje que ella vista; aquel que ante el temor al renacimiento de Rusia, dijo que se le podía permitir existir pero no convertirse en una potencia, lo que se debía evitar a cualquier precio. Este mismo político sostiene actualmente que contra los EEUU actúan tres fuerzas: la antiglobalización, el marxismo igualitario y el cristianismo humanista, y propone anteponer a estas amenazas el renacimiento de la democracia americana y su cultura de masas, que le permitió a los EEUU ganar numerosas batallas durante la Guerra Fría.

Para él, los actuales EEUU se asemejan a la URSS de los ochenta por las siguientes seis razones: 1) la bancarrota financiera provocada por sus aventuras militares; 2) la imposibilidad de reformar su sistema político; 3) la caída de su nivel de vida; 4) la llegada al poder de una clase adinerada que sólo piensa en enriquecerse y a la que le es indiferente el destino del resto del país; 5) el intentar disimular los problemas internos, buscando enemigos externos; y 6) una política internacional, que los aísla del mundo.

Afirma también que si en 1997 creyó que los EEUU tenían garantizado su liderazgo por unos treinta años, ahora, si se mantienen esas seis tendencias, no sólo los EEUU en los próximos diez años perderán su liderazgo, sino que es muy probable que tengan una catástrofe social, que repita en ellos la tragedia soviética.

La respuesta sobre qué hacer para que los EEUU no pierdan este liderazgo –que en realidad defiende los intereses de la clase dominante de ese país—, sorprende por provenir de alguien que nunca ocultó su odio a Rusia. Sostiene que de la unidad de los EEUU con Turquía y con Rusia depende el destino de la humanidad; que Occidente debe integrar a Rusia a su sistema como aliada estratégica; caso contrario, América puede desintegrarse, lo que sería una catástrofe para la élite en cuyo nombre habla.

Como reza el dicho, más sabe el diablo por viejo que por diablo, y Brzezinski, además de diablo listo, es viejo zorro.

Lo que Brzezinski no dice es que ese colapso tiene muy pocas esperanzas de solución, porque Obama no cuenta con unas bases organizadas para enfrentar al gran capital, que es el que realmente saca provecho de estos seis factores.

Se trata de si tomará Obama medidas radicales que salven la economía de los EEUU y, por ende, la del orbe entero. ¿Controlará alguna vez a los banqueros especuladores, cada vez más poderosos y ambiciosos, que conducen a la quiebra generalizada del sistema financiero mundial? ¿Podrá enfrentar el excesivo poder de Wall Street, para defender los intereses de las grandes mayorías, ahora abandonadas a su suerte? ¿Podrá incrementar los impuestos a las ganancias exorbitantes, como le sugiere Warren Buffett, un multimillonario estadounidense? ¿Podrá subir los salarios para así incrementar la capacidad adquisitiva del consumidor e incentivar la producción? Estos correctivos los debe hacer ahora y no cuando el problema estalle, sino el efecto bola de nieve será imparable.

Recordemos que la Gran Crisis comenzó de manera espontánea e inesperada el “Jueves Negro” de 1929. Cuando todo estaba en santa paz y santa calma, la bolsa se desplomó, la ansiedad y la parálisis se apoderaron del globo y se necesitó que llegara al poder alguien como Roosevelt, para que la crisis se resolviera a medias. Es que se trataba de un problema sistémico, de la acumulación del capital en muy pocas manos, e, igual a lo que bien pudiera pasar ahora, el estallido de una Guerra Mundial resolvió esa crisis. 

¿Quién puede maquinar un conflicto de magnitud tal que ponga en peligro todo lo existente? La respuesta la da Sherlock Holmes: El que obtiene beneficios del crimen. En este caso, la FED, “una entidad con una estructura público-privada en su gobierno”, cuyo dueño es un cogollo de banqueros dispuestos a todo con tal de conservar el privilegio de imprimir moneda sin respaldo alguno, lo que viene haciendo desde que Nixon ordenara “suspender... la conversión del dólar en oro, u otro valor de reserva”, y lo intentará hacer hasta el fin del tiempo.

¿Qué hacer? Dejar de ser pasivos y actuar organizadamente. Entender un problema es el primer paso para encontrar su solución.

 (Título original: “Brzezinski y Rusia”.)

 *Profesor y escritor ecuatoriano; dirige la cátedra de Matemática en la Escuela Politécnica Nacional de Quito.

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