martes, 28 de abril de 2015

El oscuro laberinto de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos


Por Yanet Muñoz Garcia *
       Leyde E. Rodríguez Hernández 

Por primera vez escribo junto al profesor Leyde sobre un tema relacionado con la Política Internacional Contemporánea. Y lo hago porque me he percatado que, en un sistema internacional atravesado por constantes dinámicas de cambios entre sus actores estatales y no estatales, la seguridad internacional es de suma importancia para la intelección de las principales tendencias y perspectivas de las relaciones internacionales.  

El sistema de relaciones internacionales evoluciona como resultado de sus contradicciones, a la vez que tiene sus propios mecanismos internos de movimiento. Cada estado–nación pone en práctica estrategias de política exterior para asegurar su Seguridad Nacional. A la vez, en sus interacciones, contribuyen a construir o desmontar el Sistema de Seguridad Internacional, ahora más erosionado y en desequilibrio, por el accionar unilateral de los Estados Unidos en las últimas décadas. Normalmente, la Seguridad Nacional debería abogar por la salvaguardia de la integridad territorial y política de las naciones y, en un sentido amplio, hacer énfasis en evitar la injerencia de los estados en los asuntos internos de otros estados. Por eso, si se pudieran reducir las relaciones de poder entre los estados, se haría valer y respetar el principio jurídico-político de la soberanía, que tanta importancia histórica se le ha concedido para la supervivencia de las naciones. 

Pero hoy en día las visiones dominantes sobre la seguridad están directamente asociadas con las nuevas tendencias políticas y económicas de la dinámica internacional, generando disímiles interpretaciones, según los intereses en juego en la Política Internacional. Algunas potencias  perciben la Seguridad en un sentido elástico, como es el caso de los Estados Unidos al  considerar una amenaza a su Seguridad Nacional cualquier tipo de sistema político o proceso, más allá de sus fronteras nacionales, que sea diferente a su modelo político, privilegiando, para combatirlo, el uso de la fuerza militar y de variados instrumentos de poder económicos, políticos, ideológicos y científico-tecnológico, hasta derrotarlo.  

Es verdad que también todos los estados velan por sus intereses de  Seguridad Nacional, pero la diferencia estriba en que los Estados Unidos consideran una amenaza a aquellos países que no se sometan o acoplen a sus criterios políticos, porque su política exterior va más allá de los intereses de cualquier otro estado, porque sus fines están conectados con la dominación mundial, en todas las esferas o dimensiones, lo que también se ha denominado de espectro completo o múltiples dimensiones. Además, hay que tener en cuenta que, desde su existencia, el Imperio estadounidense ha practicado el expansionismo en todos los ámbitos de la Política Internacional; por lo tanto, casi siempre, cuando existen diferencias o contradicciones políticas con otros estados, es que  comienzan a evidenciarse en su conducta internacional los temores en torno a los intereses de la Seguridad Nacional.

Entonces, la Seguridad Nacional de los Estados Unidos encierra una fuerte ofensiva hacia aquellos que de alguna manera están afectando sus objetivos estratégicos de dominación regional o mundial. Principalmente potencias, como Rusia y China, que también apuestan por una presencia en zonas de influencia geopolíticas que les permita la reproducción de su sistema de organización política y económica, a través de la exportación de  bienes, tecnologías civiles y militares y la exportación u obtención de recursos naturales escasos. Debemos tener bien claro que toda potencia pugna en las relaciones internacionales por proyectar sus valores y reproducir sus estructuras políticas y económicas en otras naciones percibidas como de menor poderío, generando relaciones de dependencia o subordinación. Por eso creemos que sin la injerencia norteamericana en los asuntos internos de otros Estados los conflictos regionales se atenuarían y se les podría dar una solución más fácil y justa. 

Es evidente que los Estados Unidos representan un fuerte potencial económico-militar mundial canalizado por un expansionismo sin precedentes en la era de la globalización, lo que quiere decir que cualquier desequilibrio o desafío al status quo representa de hecho una amenaza a su Seguridad Nacional, pues sus intereses son verdaderamente desproporcionados para la época actual, en la que la reproducción de su riqueza ha disminuido, mientras un grupo de economías emergentes fortalecen la profunda tendencia histórica hacia la multipolaridad económica. El objetivo principal del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es lograr que sus respectivas economías se expandan multiplicando sus crecimientos económicos y la acumulación de riqueza, lo que les permitiría, cada vez más, la ampliación de sus  alianzas en el sistema internacional.  

Tal es así que setenta años de hegemonía económica del dólar parece que podría colapsar en los próximos años si el grupo BRICS demuestra la posibilidad de nuevos espacios geopolíticos y la redistribución de las influencias comerciales. Mientras los Estados Unidos siguen involucrados en conflictos bélicos en el Medio Oriente y en Ucrania, con la imposición de sanciones a Rusia y la expansión de la OTAN, el grupo BRICS trabaja en la creación de  su propio Banco de Desarrollo reduciendo la importancia de las tradicionales instituciones financieras, como el FMI y el Banco Mundial, dado que la nueva entidad se enfocará en el desarrollo sostenible de los pueblos que conforman el grupo y sus pares latinoamericanos y caribeños. Todo parece indicar que las instituciones económicas y financieras para un nuevo orden mundial están en ciernes.  

En la política exterior de los Estados Unidos, inspirada en las concepciones del Realismo Político, el término de Seguridad Nacional logra su mayor expresión en su fuerza militar. Sin lugar a dudas, el militarismo ha representado la vía más idónea para lograr sus propósitos estratégicos. Sin embargo, debemos recordar que la política de defensa fue un tema controversial en los finales de los años 60 y 70 del siglo XX, cuando la Casa Blanca, el órgano ejecutivo, y el Congreso, el legislativo, presentaban desavenencias en materia de defensa, muy recrudecido por la guerra contra Vietnam. Más o menos lo mismo, salvando las distancias y contextos, ha tenido lugar en los tiempos actuales en cuanto al sobredimensionamiento militar de los Estados Unidos en Iraq y Afganistán. Precisamente, a partir de estas guerras no ganadas, aunque los países agredidos hayan quedado  destruidos o en ruinas, es que se reitera la preocupación por la Seguridad Nacional de los Estados Unidos en materia de imagen y liderazgo político. Y su empeño en estos temas es inseparable de su política exterior por las repercusiones que entraña para su hegemonía mundial.

No podemos dejar de mencionar que los estrategas estadounidenses han elaborado estrategias de Seguridad Nacional que han provocado infinidades de violaciones de los Derechos Humanos. El incremento de la lucha contra el terrorismo, el espionaje y el uso de aviones “drones” - no tripulados -, es un ejemplo de que gran parte del terrorismo es promovido por la denominada “lucha contra el terrorismo”, que contiene acciones belicistas, violentas y  torturas como las aplicadas en la prisión de la Base Naval de Guantánamo, territorio ilegalmente usurpado a Cuba, todo lo cual ha alimentado el rencor hacia los Estados Unidos de quienes han sufrido directa e indirectamente sus consecuencias.  

Una muestra de querer implantar sus intereses de dominación, en América Latina y el Caribe,  lo es Venezuela. Este país está en la mira de sus objetivos imperiales, como una amenaza a su Seguridad Nacional. Y ¿cuál es el motivo de esa amenaza? Aunque se esconda en la corrupción de  ciertos individuos asociados al chavismo, pesan mucho las diferencias ideológicas y políticas, en el sentido de la importancia estratégica de Venezuela para la continuidad de los procesos de integración latinoamericanos y caribeños, así como sus colosales reservas de petróleo, pues la oligarquía rentista y clientelista venezolana, apoyada por los Estados Unidos, a pesar de sus reveses, no ha renunciado a retomar el control del petróleo. 

En fin, los Estados Unidos, pese a la merma relativa de su poderío, no se resignan a que su liderazgo mundial sea desplazado en el orden económico (donde mayor erosión presenta), político, ideológico y militar. Es por eso que con frecuencia lanzan declaraciones de Seguridad Nacional distantes de la realidad objetiva de América Latina y el Caribe, pero que buscan, como estrategias, toda oportunidad posible para reafirmar el “indispensable” liderazgo estadounidense en el conjunto de contradicciones, procesos de rupturas y continuidades en el actual sistema internacional. 

El concepto de seguridad, en manos de los Estados Unidos, es como el de libertad. Cuando se les da en demasía a unos inevitablemente se les quita en demasía a otros. O lo que sería casi lo mismo: la seguridad de los Estados Unidos se convierte en la inseguridad del resto de las naciones; sí, en inseguridad e inestabilidad internacional. 

Así de oscuro es el laberinto de la Seguridad Nacional estadounidense.
  
* Yanet Muñoz Garcia. Lic. en Psicología
  Leyde E. Rodríguez Hernández. Prof. Dr. en Ciencias Históricas. 


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