Por Yanet
Muñoz Garcia *
Leyde
E. Rodríguez Hernández
Por primera vez escribo
junto al profesor Leyde sobre un tema relacionado con la Política Internacional
Contemporánea. Y lo hago porque me he percatado que, en un sistema
internacional atravesado por constantes dinámicas de cambios entre sus actores
estatales y no estatales, la seguridad internacional es de suma importancia
para la intelección de las principales tendencias y perspectivas de las
relaciones internacionales.
El sistema de relaciones
internacionales evoluciona como resultado de sus contradicciones, a la vez que
tiene sus propios mecanismos internos de movimiento. Cada estado–nación pone en
práctica estrategias de política exterior para asegurar su Seguridad Nacional.
A la vez, en sus interacciones, contribuyen a construir o desmontar el Sistema
de Seguridad Internacional, ahora más erosionado y en desequilibrio, por el accionar
unilateral de los Estados Unidos en las últimas décadas. Normalmente, la
Seguridad Nacional debería abogar por la salvaguardia de la integridad
territorial y política de las naciones y, en un sentido amplio, hacer énfasis
en evitar la injerencia de los estados en los asuntos internos de otros
estados. Por eso, si se pudieran reducir las relaciones de poder entre los
estados, se haría valer y respetar el principio jurídico-político de la
soberanía, que tanta importancia histórica se le ha concedido para la
supervivencia de las naciones.
Pero hoy en día las
visiones dominantes sobre la seguridad están directamente asociadas con las
nuevas tendencias políticas y económicas de la dinámica internacional,
generando disímiles interpretaciones, según los intereses en juego en la
Política Internacional. Algunas potencias perciben la Seguridad en un
sentido elástico, como es el caso de los Estados Unidos al considerar una
amenaza a su Seguridad Nacional cualquier tipo de sistema político o proceso,
más allá de sus fronteras nacionales, que sea diferente a su modelo político,
privilegiando, para combatirlo, el uso de la fuerza militar y de variados
instrumentos de poder económicos, políticos, ideológicos
y científico-tecnológico, hasta derrotarlo.
Es verdad que también todos
los estados velan por sus intereses de Seguridad Nacional, pero la
diferencia estriba en que los Estados Unidos consideran una amenaza a aquellos
países que no se sometan o acoplen a sus criterios políticos, porque su
política exterior va más allá de los intereses de cualquier otro estado, porque
sus fines están conectados con la dominación mundial, en todas las esferas o
dimensiones, lo que también se ha denominado de espectro completo o múltiples
dimensiones. Además, hay que tener en cuenta que, desde su existencia, el
Imperio estadounidense ha practicado el expansionismo en todos los ámbitos de
la Política Internacional; por lo tanto, casi siempre, cuando existen
diferencias o contradicciones políticas con otros estados, es que
comienzan a evidenciarse en su conducta internacional los temores en
torno a los intereses de la Seguridad Nacional.
Entonces, la Seguridad
Nacional de los Estados Unidos encierra una fuerte ofensiva hacia aquellos que
de alguna manera están afectando sus objetivos estratégicos de dominación
regional o mundial. Principalmente potencias, como Rusia y China, que también
apuestan por una presencia en zonas de influencia geopolíticas que les permita
la reproducción de su sistema de organización política y económica, a través de
la exportación de bienes, tecnologías civiles y militares y la
exportación u obtención de recursos naturales escasos. Debemos tener bien claro
que toda potencia pugna en las relaciones internacionales por proyectar sus
valores y reproducir sus estructuras políticas y económicas en otras naciones
percibidas como de menor poderío, generando relaciones de dependencia o
subordinación. Por eso creemos que sin la injerencia norteamericana en los
asuntos internos de otros Estados los conflictos regionales se atenuarían y se
les podría dar una solución más fácil y justa.
Es evidente que los Estados
Unidos representan un fuerte potencial económico-militar mundial canalizado por
un expansionismo sin precedentes en la era de la globalización, lo que quiere
decir que cualquier desequilibrio o desafío al status quo representa de hecho
una amenaza a su Seguridad Nacional, pues sus intereses son verdaderamente
desproporcionados para la época actual, en la que la reproducción de su riqueza
ha disminuido, mientras un grupo de economías emergentes fortalecen la profunda
tendencia histórica hacia la multipolaridad económica. El objetivo principal
del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es lograr que sus
respectivas economías se expandan multiplicando sus crecimientos económicos y
la acumulación de riqueza, lo que les permitiría, cada vez más, la ampliación
de sus alianzas en el sistema internacional.
Tal es así que setenta años
de hegemonía económica del dólar parece que podría colapsar en los próximos
años si el grupo BRICS demuestra la posibilidad de nuevos espacios geopolíticos
y la redistribución de las influencias comerciales. Mientras los Estados Unidos
siguen involucrados en conflictos bélicos en el Medio Oriente y en Ucrania, con
la imposición de sanciones a Rusia y la expansión de la OTAN, el grupo BRICS
trabaja en la creación de su propio Banco de Desarrollo reduciendo la
importancia de las tradicionales instituciones financieras, como el FMI y el
Banco Mundial, dado que la nueva entidad se enfocará en el desarrollo
sostenible de los pueblos que conforman el grupo y sus pares latinoamericanos y
caribeños. Todo parece indicar que las instituciones económicas y financieras
para un nuevo orden mundial están en ciernes.
En la política exterior de
los Estados Unidos, inspirada en las concepciones del Realismo Político, el
término de Seguridad Nacional logra su mayor expresión en su fuerza militar.
Sin lugar a dudas, el militarismo ha representado la vía más idónea para lograr
sus propósitos estratégicos. Sin embargo, debemos recordar que la política de
defensa fue un tema controversial en los finales de los años 60 y 70 del siglo
XX, cuando la Casa Blanca, el órgano ejecutivo, y el Congreso, el legislativo,
presentaban desavenencias en materia de defensa, muy recrudecido por la guerra
contra Vietnam. Más o menos lo mismo, salvando las distancias y contextos, ha
tenido lugar en los tiempos actuales en cuanto al sobredimensionamiento militar
de los Estados Unidos en Iraq y Afganistán. Precisamente, a partir de estas
guerras no ganadas, aunque los países agredidos hayan quedado destruidos
o en ruinas, es que se reitera la preocupación por la Seguridad Nacional de los
Estados Unidos en materia de imagen y liderazgo político. Y su empeño en estos
temas es inseparable de su política exterior por las repercusiones que entraña
para su hegemonía mundial.
No podemos dejar de
mencionar que los estrategas estadounidenses han elaborado estrategias de
Seguridad Nacional que han provocado infinidades de violaciones de los Derechos
Humanos. El incremento de la lucha contra el terrorismo, el espionaje y el uso
de aviones “drones” - no tripulados -, es un ejemplo de que gran parte del
terrorismo es promovido por la denominada “lucha contra el terrorismo”, que
contiene acciones belicistas, violentas y torturas como las aplicadas en
la prisión de la Base Naval de Guantánamo, territorio ilegalmente usurpado a
Cuba, todo lo cual ha alimentado el rencor hacia los Estados Unidos de quienes
han sufrido directa e indirectamente sus consecuencias.
Una muestra de querer
implantar sus intereses de dominación, en América Latina y el Caribe, lo
es Venezuela. Este país está en la mira de sus objetivos
imperiales, como una amenaza a su Seguridad Nacional. Y ¿cuál es el motivo de
esa amenaza? Aunque se esconda en la corrupción de ciertos individuos
asociados al chavismo, pesan mucho las diferencias ideológicas y políticas, en
el sentido de la importancia estratégica de Venezuela para la continuidad de
los procesos de integración latinoamericanos y caribeños, así como sus colosales reservas de petróleo, pues la oligarquía
rentista y clientelista venezolana, apoyada por los Estados Unidos, a pesar de
sus reveses, no ha renunciado a retomar el control del petróleo.
En fin, los Estados Unidos,
pese a la merma relativa de su poderío, no se
resignan a que su liderazgo mundial sea desplazado en el orden económico (donde
mayor erosión presenta), político, ideológico y militar. Es por eso que con
frecuencia lanzan declaraciones de Seguridad Nacional distantes de la realidad
objetiva de América Latina y el Caribe, pero que buscan, como estrategias, toda
oportunidad posible para reafirmar el “indispensable” liderazgo estadounidense
en el conjunto de
contradicciones, procesos de rupturas y continuidades en el actual sistema internacional.
El concepto de seguridad,
en manos de los Estados Unidos, es como el de libertad. Cuando se les da en
demasía a unos inevitablemente se les quita en demasía a otros. O lo que sería
casi lo mismo: la seguridad de los Estados Unidos se convierte en la
inseguridad del resto de las naciones; sí, en inseguridad e inestabilidad internacional.
Así de oscuro es el
laberinto de la Seguridad Nacional estadounidense.
* Yanet
Muñoz Garcia. Lic. en Psicología
Leyde
E. Rodríguez Hernández. Prof. Dr. en Ciencias Históricas.
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