Abr 01, 2015
Por Eva Golinger
A medida que América Latina se prepara para la próxima
Cumbre de las Américas en la Ciudad de Panamá el 09 al 10 mayo, el tema que se
avecina no solo va a ser el reencuentro tan esperado de Cuba con la
organización, de la que fue excluida durante cincuenta años bajo presión de
Estados Unidos, sino tambien el reciente acto de agresión contra Venezuela del
presidente Obama. Toda la región ha rechazado por unanimidad la Orden Ejecutiva
de Obama emitida el 09 de marzo 2015 que declara a Venezuela "una amenaza
inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de
Estados Unidos", y ha pedido al presidente de Estados Unidos que derogue
su decreto.
En una declaración sin precedentes el 26 de marzo de
2015, los 33 miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), que representa a toda la región, expresaron su oposición a las
sanciones del gobierno de Estados Unidos contra funcionarios venezolanos,
refiriéndose a ellos como "la aplicación de medidas coercitivas
unilaterales contrarias al derecho internacional." La declaración además
manifestó "el rechazo del Decreto Ejecutivo emitido por el Gobierno de los
Estados Unidos de América el 9 de marzo 2015" lo cual la CELAC considera que
“sea revertido".
Incluso los aliados de Estados Unidos más cercanos
como Colombia y México firmaron el comunicado de la CELAC, junto con países
económicamente dependientes de Estados Unidos como Barbados y Trinidad, entre
otros. Ésta podría ser la primera vez en la historia contemporánea que todas
las naciones de América Latina y el Caribe han rechazado una política
estadounidense en la región, desde el unilateral bloqueo de Estados Unidos
contra Cuba.
Irónicamente, la justificación del presidente Obama
para descongelar las relaciones con Cuba, anunciado en una transmisión
simultánea con el presidente Raúl Castro el 17 de diciembre de 2014, se basó
principalmente en lo que él llamó una "fracasada política" de
Washington hacia la isla caribeña. Más de cincuenta años de sanciones
unilaterales y hostilidad política sólo habían servido para aislar a Estados
Unidos internacionalmente, mientras que Cuba reforzó sus propias relaciones con
la mayoría de los países del mundo y ganó el reconocimiento internacional por
su asistencia humanitaria y su solidaridad con pueblos hermanos.
Sin pausa, Obama abrió la puerta a Cuba, admitiendo el
fracaso de Washington, y luego la cerró a Venezuela, implementando una política
casi idéntica de sanciones unilaterales, hostilidad política y falsas acusaciones
de amenazas a su seguridad nacional. Antes de que la región tuvo tiempo para
celebrar el desprendimiento de la soga alrededor de Cuba, la misma fue apretada
contra Venezuela. ¿Por qué, se preguntó la región, el presidente Obama impone
una comprobada política fracasada contra otra nación en el hemisferio,
especialmente durante un período de relaciones renovadas?
Teniendo en cuenta que la guerra permanente de Estados
Unidos contra el terrorismo califica a cualquier presunta amenaza a su
seguridad– sea de donde sea - un objetivo viable de su vasto poder militar,
Venezuela no iba a sentarse tranquilo frente a un ataque inminente. La nación
sudamericana inmediatamente lanzó una campaña internacional para denunciar la
Orden Ejecutiva de Obama como un acto de agresión contra un país que no
representa ninguna amenaza a nadie. El presidente Nicolas Maduro publicó una
Carta Abierta al Pueblo de los Estados Unidos en el 17 de marzo 2015 en el New
York Times, alertando a los lectores sobre los pasos peligrosos que el gobierno
de Obama estaba tomando contra un país vecino. La carta instó a los ciudadanos
estadounidenses a unirse a llamadas demandando que Obama derogue su Orden
Ejecutiva y levante las sanciones contra funcionarios venezolanos.
La región reaccionó rápidamente. Apenas 48 horas antes
se de que fuera emitida la Orden Ejecutiva de Obama, una delegación de
Cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en representación
de los doce países de América del Sur, había viajado a Venezuela para reunirse
con funcionarios del gobierno, representantes de la oposición y miembros de la
sociedad civil. UNASUR ha estado mediando el diálogo entre el gobierno y la
oposición desde que las protestas antigubernamentales estallaron el año pasado
y dejaron más de 40 muertes en el país y una inestabilidad generalizada. El
hecho de que el decreto de Obama llegó justo después de la visita de UNASUR fue
percibido como un desprecio ofensivo de la capacidad de América Latina para
resolver sus propios problemas. Ahora Washington había intervenido para imponer
su voluntad de nuevo. UNASUR respondió con un fuerte rechazo de la orden
ejecutiva de Obama y exigió su inmediata abolición.
Además, varios países emitieron declaraciones
individuales rechazando las sanciones de Washington contra Venezuela y su
designación como una "amenaza inusual y extraordinaria" a la
seguridad nacional de Estados Unidos. Argentina expresó que “la gravedad de
dicha denuncia no sólo causa consternación por la dureza inusual de sus términos,
casi amenazantes, sino que además provoca estupor y sorpresa... Lo absurdo e
injusto de la acusación es lo que causa la consternación”. La presidenta
Cristina Fernández dejó claro que cualquier intento de desestabilizar a
Venezuela sería visto como un ataque a la Argentina también. El presidente
boliviano, Evo Morales expresó su pleno apoyo para el presidente Maduro y su
gobierno y criticó a Washington, "Estas acciones antidemocráticas del
presidente Barack Obama amenazan la paz y la seguridad de todos los países de
América Latina y el Caribe".
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, tuiteó que
el Decreto de Obama debe ser una "broma de mal gusto", recordando que
tal acción indignante, "nos recuerda las horas más oscuras de nuestra
América, cuando recibíamos las invasiones y dictaduras impuestas por el
imperialismo... ¿Entenderán que América Latina ya cambió?"
Nicaragua llamó la Orden Ejecutiva de Obama
"criminal", mientras que el ex presidente uruguayo, el muy popular
José Pepe Mujica, llamó a cualquier persona que considera a Venezuela una
amenaza "loco".
Más allá de América Latina, 100 parlamentarios
británicos firmaron una declaración rechazando las sanciones de Estados Unidos
contra Venezuela y pidieron al presidente Obama rescindir su Orden Ejecutiva
declarando a Venezuela una amenaza. Más de cinco millones de personas han
firmado peticiones en Venezuela y en Internet a nivel mundial exigiendo derogar
la Orden Ejecutiva.
Por otra parte, el grupo de las Naciones Unidas G77 +
China, que representa 134 países, también emitió una declaración de firme
oposición a la orden ejecutiva del presidente Obama contra Venezuela. "El
Grupo de los 77 + China, deplora estas medidas y reitera su firme compromiso
con la soberanía, la integridad territorial y la independencia política de la
República Bolivariana de Venezuela...El G77+China hace un llamado al Gobierno
de Estados Unidos para que evalúe y ponga en práctica alternativas de diálogo
con el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, bajo los principios
de respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. En
consecuencia, insta a que dicha orden ejecutiva sea derogada".
Y luego está la declaración de la CELAC. La totalidad
de América Latina ha rechazado esta última política regional de Obama, justo
cuando él pensaba que había hecho incursiones pioneras al sur de la frontera.
Como era de esperar, la Casa Blanca ha calculado mal las prioridades
regionales, una vez más, subestimando la importancia de la soberanía, la
independencia y la solidaridad para los pueblos de América Latina.
Si bien América Latina celebra la disminución de las
tensiones entre Estados Unidos y Cuba, la región no va a cruzarse los brazos y
dejar que Venezuela sea atacado. Si el gobierno de Obama realmente quiere ser
un socio regional, entonces tendrá que aceptar y respetar la América Latina de
hoy: una región fuerte, unida y repotenciada con una visión política colectiva
de independencia e integración. Cualquier otra manera de relacionarse con la
región, más allá de las relaciones respetuosas, basadss en los principios de
la igualdad y la no intervención, sólo tendrá un resultado: el fracaso.
Tomado de RT
PensadoAmericas
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