Por Agustín Fernández Gabard y Raúl Zibechi
El Clarin
Estados
Unidos fue siempre una sociedad colonizadora. Incluso antes de
constituirse como Estado estaba eliminando a la población indígena, lo
que significó la destrucción de muchas naciones originarias, sintetiza
el lingüista y activista estadunidense Noam Chomsky cuando se le pide
que describa la situación política mundial. Crítico acérrimo de la
política exterior de su país, sostiene que desde 1898 se volcó hacia el
escenario internacional con el control de Cuba, a la que convirtió
esencialmente en colonia, para invadir luego Filipinas, asesinando a un
par de cientos de miles de personas.
Continúa
hilvanando una suerte de contrahistoria del imperio: Luego le robó
Hawai a su población originaria, 50 años antes de incorporarla como un
estado más. Inmediatamente después de la segunda Guerra Mundial Estados
Unidos se convierte en potencia internacional, con un poder sin
precedente en la historia, un incomparable sistema de seguridad,
controlaba el hemisferio occidental y los dos océanos, y naturalmente
trazó planes para tratar de organizar el mundo a su antojo.
Acepta
que el poder de la superpotencia ha disminuido respecto al que tenía en
1950, la cima de su poder, cuando acumulaba 50 por ciento del producto
interno bruto mundial, que ahora ha caído hasta 25 por ciento. Aun así,
le parece necesario recordar que Estados Unidos sigue siendo el país más
rico y poderoso del mundo, y a nivel militar es incomparable.
Un sistema de partido único
En
algún momento Chomsky comparó las votaciones en su país con la elección
de una marca de pasta de dientes en un supermercado. El nuestro es un
país de un solo partido político, el partido de la empresa y de los
negocios, con dos facciones, demócratas y republicanos, proclama. Pero
cree que ya no es posible seguir hablando de esas dos viejas
colectividades políticas, ya que sus tradiciones sufrieron una mutación
completa durante el periodo neoliberal.
Están
los republicanos modernos que se hacen llamar demócratas, mientras la
antigua organización republicana quedó fuera del espectro, porque ambas
partes se desplazaron a la derecha durante el periodo neoliberal, igual
que sucedió en Europa. El resultado es que los nuevos demócratas de
Hillary Clinton han adoptado el programa de los viejos republicanos,
mientras éstos fueron completamente desplazados por los
neoconservadores. Si usted mira los espectáculos televisivos donde dicen
debatir, sólo se gritan unos a los otros y las pocas políticas que
presentan son aterradoras.
Por
ejemplo, destaca que todos los candidatos republicanos niegan el
calentamiento global o son escépticos, que si bien no lo niegan dicen
que los gobiernos no deben hacer algo al respecto. Sin embargo el
calentamiento global es el peor problema que la especie humana ha
enfrentado jamás, y estamos dirigiéndonos a un completo desastre. En su
opinión, el cambio climático tiene efectos sólo comparables con la
guerra nuclear. Peor aún, los republicanos quieren aumentar el uso de
combustibles fósiles. No estamos ante un problema de cientos de años,
sino de una o dos generaciones.
La
negación de la realidad, que caracteriza a los neoconservadores,
responde a una lógica similar a la que impulsa la construcción de un
muro en la frontera con México. “Esas personas que tratamos de alejar
son las que huyen de la destrucción causada por las políticas
estadunidenses.
En
Boston, donde vivo, hace un par de días el gobierno de Obama deportó a
un guatemalteco que vivió aquí durante 25 años; tenía una familia, una
empresa, era parte de la comunidad. Había escapado de la Guatemala
destruida durante la administración Reagan. En respuesta, la idea es
construir un muro para prevenirnos. En Europa es lo mismo. Cuando vemos
que millones de personas huyen de Libia y de Siria a Europa, tenemos que
preguntarnos qué sucedió en los últimos 300 años para llegar a esto.
Invasiones y cambio climático se retroalimentan
Hace
apenas 15 años no existía el tipo de conflicto que observamos hoy en
Medio Oriente. Es consecuencia de la invasión estadunidense a Irak, que
es el peor crimen del siglo. La invasión británica-estadunidense tuvo
consecuencias horribles, destruyeron Irak, que ahora está clasificado
como el país más infeliz del mundo, porque la invasión se cobró la vida
de cientos de miles de personas y generó millones de refugiados, que no
fueron acogidos por Estados Unidos y tuvieron que ser recibidos por los
países vecinos pobres, a los que se encargó recoger las ruinas de lo que
nosotros destruimos. Y lo peor de todo es que instigaron un conflicto
entre sunitas y chiítas que no existía antes.
Las
palabras de Chomsky recuerdan la destrucción de Yugoslavia durante la
década de 1990, instigada por Occidente. Al igual que Sarajevo, destaca
que Bagdad era una ciudad integrada, donde los diversos grupos
culturales compartían los mismos barrios, se casaban miembros de
diferentes grupos étnicos y religiones. La invasión y las atrocidades
que siguieron instigaron la creación de una monstruosidad llamada Estado
Islámico, que nace con financiación saudita, uno de nuestros
principales aliados en el mundo.
Uno
de los mayores crímenes fue, en su opinión, la destrucción de gran
parte del sistema agrícola sirio, que aseguraba la alimentación, lo que
condujo a miles de personas a las ciudades, creando tensiones y
conflictos que explotan apenas comienza la represión.
Una
de sus hipótesis más interesantes consiste en cruzar los efectos de las
intervenciones armadas del Pentágono con las consecuencias del
calentamiento global.
En
la guerra en Darfur (Sudán), por ejemplo, convergen los intereses de
las potencias con la desertificación que expulsa poblaciones enteras de
las zonas agrícolas, lo que agrava y agudiza los conflictos. Estas
situaciones desembocan en crisis espantosas, como sucede en Siria, donde
se registra la mayor sequía de su historia que destruyó gran parte del
sistema agrícola, generando desplazamientos, exacerbando tensiones y
conflictos, reflexiona.
Aún
no hemos pensado detenidamente, destaca, sobre lo que implica esta
negación del calentamiento global y los planes a largo plazo de los
republicanos que pretenden acelerarlo: Si el nivel del mar sigue
subiendo y se eleva mucho más rápido, se va a tragar países como
Bangladesh, afectando a cientos de millones de personas. Los glaciares
del Himalaya se derriten rápidamente poniendo en riesgo el suministro de
agua para el sur de Asia. ¿Qué va a pasar con esos miles de millones de
personas? Las consecuencias inminentes son horrendas, este es el
momento más importante en la historia de la humanidad.
Chomsky
cree que estamos ante un recodo de la historia en el que los seres
humanos tenemos que decidir si queremos vivir o morir: “Lo digo
literalmente. No vamos a morir todos, pero sí se destruirían las
posibilidades de vida digna, y tenemos una organización llamada Partido
Republicano que quiere acelerar el calentamiento global No exagero
–remata– es exactamente lo que quieren hacer”.
A continuación cita el Boletín de Científicos Atómicos
y su Reloj del Apocalipsis, para recordar que los especialistas
sostienen que en la Conferencia de París sobre el calentamiento global
era imposible conseguir un tratado vinculante, solamente acuerdos
voluntarios. ¿Por qué? Debido a que los republicanos no lo aceptarían.
Han bloqueado la posibilidad de un tratado vinculante que podría haber
hecho algo para impedir esta tragedia masiva e inminente, una tragedia
como nunca ha existido en la historia de la humanidad. Eso es lo que
estamos hablando, no son cosas de importancia menor.
Guerra nuclear, posibilidad cierta
Chomsky no es de las personas que se dejan impresionar por modas académicas o intelectuales; su razonamiento radical y sereno busca evitar furores y, quizá por eso, se muestra reacio a echar las campanas al vuelo sobre la anunciada decadencia del imperio. Tiene 800 bases alrededor del mundo e invierte en su ejército tanto como todo el resto del mundo junto. Nadie tiene algo así, con soldados peleando en todas partes del mundo. China tiene una política principalmente defensiva, no posee un gran programa nuclear, aunque es posible que crezca.
El
caso de Rusia es diferente. Es la principal piedra en el zapato de la
dominación del Pentágono, porque tiene un sistema militar enorme. El
problema es que tanto Rusia como Estados Unidos están ampliando sus
sistemas militares, ambos están actuando como si la guerra fuera
posible, lo cual es una locura colectiva. Cree que la guerra nuclear es
irracional y que sólo podría suceder en caso de accidente o error
humano. Sin embargo, coincide con William Perry, ex secretario de
Defensa, quien dijo recientemente que la amenaza de una guerra nuclear
es hoy mayor de lo que era durante la guerra fría. Chomsky
estima que el riesgo se concentra en la proliferación de incidentes que
involucran fuerzas armadas de potencias nucleares.
La
guerra ha estado muy cerca innumerables veces, admite. Uno de sus
ejemplos favoritos es lo sucedido bajo el gobierno de Ronald Reagan,
cuando el Pentágono decidió poner a prueba las defensas rusas mediante
la simulación de ataques contra la Unión Soviética.
Resultó
que los rusos se lo tomaron muy en serio. En 1983 después de que los
soviéticos automatizaron sus sistemas de defensa detectaron un ataque de
misil estadunidense. En estos casos el protocolo es ir directo al alto
mando y lanzar un contraataque. Había una persona que tenía que
transmitir esta información, Stanislav Petrov, pero decidió que era una
falsa alarma. Gracias a eso estamos acá hablando.
Sostiene
que los sistemas de defensa de Estados Unidos tienen errores serios y
hace un par de semanas se difundió un caso de 1979, cuando se detectó un
ataque masivo con misiles desde Rusia. Cuando el consejero de Seguridad
Nacional, Zbigniew Brzezinski, estaba levantando el teléfono para
llamar al presidente James Carter y lanzar un ataque de represalia,
llegó la información de que se trataba de una falsa alarma. Hay docenas
de falsas alarmas cada año, asegura.
En
este momento las provocaciones de Estados Unidos son constantes. La
OTAN están llevando a cabo maniobras militares a 200 metros de la
frontera rusa con Estonia. Nosotros no toleraríamos algo así sucediendo
en México.
El
caso más reciente fue el derribo de un caza ruso que estaba
bombardeando fuerzas yihadistas en Siria a fines de noviembre. Hay una
parte de Turquía casi rodeada por territorio sirio y el bombardero ruso
voló a través de esa zona durante 17 segundos, y lo derribaron. Una gran
provocación que por suerte no fue respondida por la fuerza, pero
llevaron su más avanzado sistema antiaéreo a la región, que le permite
derribar aviones de la OTAN. Argumenta que hechos similares están
sucediendo a diario en el mar de China.
La
impresión que se desprende de sus gestos y reflexiones es que si las
potencias que son agredidas por Estados Unidos actuaran con la misma
irresponsabilidad que Washington, la suerte estaría echada.
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