Por María Elena Álvarez
Acosta
Doctora y Profesora Titular
Cuba.
Doctora y Profesora Titular
Cuba.
Con la caída del campo socialista
en el este de Europa y la desintegración de la URSS, se inauguró una etapa en
las relaciones internacionales que posibilitó el inicio del cambio de paradigma político, militar y geo
estratégico de los vencederos. EEUU
recurrió a invasiones militares contra las “amenazas”: Panamá, el Golfo,
Kosovo, Afganistán, Irak y Libia.
Para agredir a un país,
únicamente ha hecho falta imaginar que ese país es una amenaza para los
intereses de las grandes transnacionales y los poderes del momento. Esto se ha
revertido en: 1) el derecho a agredir a cualquier nación esgrimiendo el
carácter preventivo, 2) la política de guerra sin cuartel; que desconoce la
proporcionalidad y la limitación de las acciones y 3) la práctica de
racionalidades absolutamente desequilibradas.
La guerra fue imponiendo nuevas
tácticas, participantes e instrumentos. Muchas pueden ser las “nuevas” maneras y modos. Sin embargo,
por los propósitos de este trabajo, merecen mencionarse: una mayor
participación de los aliados, en este caso de la OTAN, y de los organismos e
instituciones regionales, donde ha sobresalido la Liga Árabe, en el Medio
Oriente. Los movimientos populares denominados Primavera Árabe han resultado un desafío para la política
estadounidense, pero también han tratado de aprovechar las “oportunidades” para
consolidar su paradigma.
En la práctica, los organismos
internacionales se han manipulado y han “legitimado” las intervenciones. Desmontar
el sistema establecido por el Derecho Internacional ha sido un objetivo -y
práctica- en las guerras actuales. Las razones que se esgrimen y se demuestran
pueden ir desde la lucha contra el terrorismo, hasta la lucha por los derechos
humanos o la democracia, sin tener en cuenta las condiciones reales y los
costos de las acciones.
La oligarquía dominante ha
superado efectivamente la jurisdicción y la autoridad de la institucionalidad
legalmente constituida. En la práctica,
la OTAN y los Estados Unidos han ocupado
las funciones que le correspondería al
Derecho Internacional Público y sus instituciones.La utilización de los
organismos de Naciones Unidas, incluyendo el Consejo de Seguridad, “legitiman”
las intervenciones. En el caso de Libia, se aprobó una Resolución que fue
citada continuamente, pero en la práctica se violó todo el tiempo. Por demás,
la organización regional, léase la Liga Árabe, fue la solicitante más ferviente.
Libia: ¿cambio de paradigma?
Con la agresión a Libia parecía se
afianzaba el éxito del nuevo paradigma: montaje de la situación, apoyo y
petición de la Liga Árabe de intervención, aprobación de Resolución en el
Consejo de Seguridad, la suplantación de las funciones de la ONU por la OTAN,
apoyo a los rebeldes, que las propias potencias habían conformado, y a un gobierno de transición, establecimiento
de un Gobierno Provisional y finalmente, el asesinato de Kaddafi. El guión había sido impecable. Pero en el “juego”, las potencias habían hecho trampas.
La visión imperial y la práctica
fueron completadas exitosamente: Operación internacional que reconoce su
liderazgo, EEUU como pilar de la seguridad mundial y defensor de la libertad
humana, por todos los medios, parece que
el predilecto es la guerra.
La guerra en Libia confirmaba un
formato que se venía implementando, con variaciones “perfeccionadas” desde los
años 90s, lo más peligroso era que, aún no se había estabilizado el país y ya
retumbaban los truenos de la ira imperial contra Siria, era el sabor del éxito, a lo que se unía el
aumento del nivel del conflicto con Irán.
Siria y algo más
La primavera árabe se ha
manifestado como un movimiento sin
precedentes en la región, sobre todo por su cuantía, persistencia y
composición. EEUU y sus aliados han utilizado un tratamiento diferenciado, que
les ha permitido, utilizar la zanahoria
y el garrote. En la práctica,
desgraciadamente, ha predominado el último.
La guerra contra Libia marcó,
como analizábamos anteriormente, una línea de continuidad en el accionar del imperio, que se ha ido
perfeccionando.
En Siria se ha tratado de seguir
la misma receta que en Libia:
primero, desacreditar el régimen; segundo, movilizar y apoyar a sectores internos contra el gobierno (si no son
suficientes, crearlos y-o introducir mercenarios); tercero, apoyar a la
diáspora. Además, manipular los medios masivos de comunicación y convocar el
apoyo internacional, (y a nivel regional, la Liga Árabe).
En Libia, después de todo este
accionar, se logró la aprobación
–cobertura- de las Naciones Unidas. Después, se desarrolló la operación militar.
La misma receta ha tratado de aplicarse a Siria. Sin embargo no han podido
avanzar ni remotamente al mismo ritmo que en Libia, a pesar de contar con el
apoyo reiterado de la Liga Árabe y de la entrada de mercenarios a través de las
fronteras del país, obviando el apoyo de la población al gobierno y las
reformas que este ha comenzado a implementar.
¿Qué no han conseguido? La aprobación –cobertura- de las Naciones Unidas,
para después, desarrollar la operación militar.
Paradigma de cambio
Cuáles han sido los aspectos que
no le han permitido a EEUU la aplicación de un paradigma intervencionista que
parecía consolidado, tras la guerra contra Libia, o por lo menos lo ha
retardado, pues no ha renunciado a él. Pueden ser muchos los factores, pero
destaca la postura de Rusia, a la que se unió China. En varias declaraciones, tanto del Ministro de
Relaciones Exteriores, como del Presidente y el nuevo candidato a la
Presidencia de Rusia han declarado que
no están de acuerdo en permitir que se aplique la fórmula Libia a Siria.
Con independencia de los
intereses geopolíticos y de seguridad nacional que tengan Rusia (y también)
China, las implicaciones de su postura, que culminó con el veto de ambos,
respectivamente, en dos ocasiones, a la propuestas de Resolución presentada por
EE.UU ante el Consejo de Seguridad
contra Siria, todo parece indicar que nace
un paradigma de cambio. A ello hay que sumar, las diferencias de matices de
las posiciones de Rusia y China en cuanto al conflicto EEUU-Irán. Si Siria
cayera, Irán “estaría solo”. No se pueden desvincular ambos casos, aunque
presenten connotaciones diferentes.
En septiembre de 2010, en un
artículo publicado en esta misma página, señalé que Estados Unidos siempre
tendrá un pretexto o excusa para enfrentarse a Irán, no precisamente porque
considere que el país persa pueda construir el arma nuclear, sino por tres
simples razones, pero también tres razones muy significativas para los
intereses de EEUU: Irán ocupa un espacio de vital importancia en las relaciones
de poder a nivel regional y mundial, que pasa por los factores geopolítico y
energético, donde aparecen evidentes contrapartes que pudieran constituirse en
dos eventuales bloques: EEUU y la Unión Europea frente a Rusia y China; el que
controle al país persa domina la región
de mayor tráfico petrolero en el Mundo (Mar Negro, Mar Caspio y Golfo Pérsico),
además, ese país es esencial para los poderes del momento, pues proyecta una
política contestataria (antiimperialista).
Las razones estadounidenses se
mantienen invariables con respecto a Irán, mientras ha aprovechado el contexto
de la Primavera Árabe para, eventualmente, imponer un
gobierno títere en Siria.
¿Cambio de paradigma o paradigma de cambio?
Mientras en Siria, por una parte,
continúan las manifestaciones de apoyo al gobierno y, por otra, las acciones
desestabilizadoras; Rusia apuesta por el diálogo, mientras la Liga Árabe y los
países occidentales mantienen, o más bien, vociferan, su postura de
intervención.
Paralelamente, EEUU y sus aliados continúan planteando que
implementarán las sanciones contra Irán y aumentan su presencia militar en el
Golfo Pérsico, por demás, el área está rodeada
de bases militares estadounidenses, mientras Irán mantiene maniobras en el
Golfo Pérsico.
La situación actual parece
definitoria y su impacto en las relaciones internacionales trascendentales.
EEUU no puede ceder, es el líder del mundo occidental, ceder implica
retroceder; Rusia, tampoco puede ceder, pues implicaría una inmensa pérdida de
credibilidad. ¿Logrará EEUU consolidar
su paradigma, o es el inicio de un cambio?
Publicado en Cubadebate
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