ROSA LUXEMBURGO:
REVOLUCIÓN, INTERNACIONALISMO Y EMANCIPACIÓN
«”¡El orden reina en Berlín!” ¡Estúpidos secuaces! Vuestro
“orden” está construido sobre la arena. Mañana la revolución se
levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro:
¡Yo fui, yo soy y yo seré!» (Últimas palabras de Rosa Luxemburgo escritas la misma noche de su asesinato)
Rosa Luxemburg o Rosa Luxemburgo (Zamosc, parte
polaca del Imperio Ruso, 5 de marzo de 1871 - Berlín, Alemania, 14 de
enero de 1919), quiza fue la mujer y teórica marxista mas importante del
periodo revolucionario entre 1880 y 1918. Su padre fue Elías Luxemburg,
comerciante de maderas judío, y su madre Line Löwenstein. Rosa tuvo
cuatro hermanos mayores que ella y nació con un defecto en el
crecimiento que la discapacitó físicamente toda su vida.
Con apenas 22 años Rosa Luxemburgo fundó en 1893 el periódico La causa de los trabajadores(Sprawa Robotnicza,
junto a Leo Jogiches y Julian Marchlewski, alias ‘Julius Karski’),
desde el que se criticaban las políticas nacionalistas del Partido
Socialista de Polonia. Rosa Luxemburgo creía que una Polonia
independiente sólo podía derivarse de una revolución proletaria en
Alemania, Austria y Rusia. Ella mantenía que la lucha social frente al
capitalismo era lo esencial, cuestionando en cierto modo el posterior
concepto de derecho de autodeterminación de las naciones bajo el
socialismo, desarrollado por Lenin, con quien sostuvo debates dialécticos al respecto.
Militancia en el SPD alemán. Lucha frente al imperialismo y por el internacionalismo
En 1898 Rosa Luxemburgo obtuvo la ciudadanía alemana al casarse con
Gustav Lübeck y se mudó a Berlín. Su capacidad política y dialéctica la
llevó pronto a ser una de las portavoces del partido. Temible tanto
hacia el exterior, frente a sus enemigos políticos y de clase, como
hacia el interior del movimiento socialdemócrata, donde denunció
repetidamente el creciente conformismo parlamentario del SPD frente a la
cada vez más probable situación de guerra, Rosa insistió en que el
conflicto entre capital y trabajo sólo podía ser superado históricamente
si el proletariado tomaba el poder y se producía un cambio
revolucionario en todo el contexto de los medios de producción. Quería
que los revisionistas abandonaran el SPD, lo cual no tuvo lugar, pero al
menos consiguió que el líder del partido, Karl Kautsky,
mantuviera el marxismo en el programa del SPD; aun cuando su intención
era exclusivamente aumentar el número de escaños en el Reichstag. Desde
1900 Rosa Luxemburgo expresó sus opiniones sobre los problemas
económicos y sociales en varios artículos en periódicos de toda Europa.
Sus ataques al militarismo alemán y al imperialismo se volvieron más
insistentes conforme vislumbraba la posibilidad de una guerra en Europa,
e intentó persuadir al SPD en el sentido de tomar la dirección opuesta.
Rosa Luxemburgo quería organizar una huelga general que uniera
solidariamente a todos los trabajadores europeos y así evitar la Primera
Guerra Mundial, pero el líder del partido se opuso y esto provocó la
ruptura de Rosa con Kautsky en 1910.
Relaciones con Lenin y otros líderes obreros
Entre 1904 y 1906 su trabajo se vió interrumpido a causa de tres
encarcelamientos por motivos políticos. Sin embargo, Rosa Luxemburgo
mantuvo su actividad política; en 1907 tomó parte en el V Congreso del
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) en Londres, donde se
entrevistó con Lenin [el POSDR fue el partido de Lenin y
los bolcheviques (sector mayoritario del partido) antes de su
transformación en Partido Comunista a raíz de la Revolución socialista
de 1917 en Rusia]. En el Segundo Congreso Socialista Internacional en
Stuttgart (Alemania), presentó una resolución -que fue aprobada- para
que todos los partidos obreros europeos se unieran en el objetivo de
evitar la guerra.
Por esos años Rosa comenzó a enseñar marxismo y economía en el centro
de formación del SPD en Berlín. Uno de sus alumnos fue el que más tarde
se convertiría en líder del SPD y primer presidente de la República de
Weimar, Friedrich Ebert, que tuvo mucho que ver en el desenlace final de la vida de Rosa Luxemburgo, como veremos más adelante.
En 1912, como representante del SPD, participo en los congresos
socialistas europeos como el que tuvo lugar en París. Ella y el
socialista francés Jean Jaurès propusieron que en el caso de que
estallara la guerra, los partidos obreros de Europa debían declarar la
huelga general. Al ocurrir el atentado de Sarajevo contra el archiduque
Francisco Fernando y su mujer, que fueron asesinados el 28 de junio de
1914, y aparecer la guerra como algo ya inevitable, organizó varias
manifestaciones (por ejemplo la de Fráncfort) llamando a la objeción de
conciencia en el servicio militar y a no obedecer las órdenes. A causa
de esto fue acusada de «incitar a la desobediencia contra la ley y el
orden de las autoridades» y sentenciada a un año de prisión. Su
detención, sin embargo, no se produjo inmediatamente, lo que le permitió
tomar parte en una reunión de la dirección socialista en julio, en la
que confirmó desoladoramente que el sentimiento nacionalista de los
partidos obreros era más fuerte que su conciencia de clase.
Su ruptura con el SPD: antimilitarismo y fundación de la ‘Liga de Spartakus’
Activa militante del SPD alemán hasta 1914, año en que abandona este
partido al considerar la adhesión del SPD a la “guerra entre
imperialistas” desde el nacionalismo alemán como una traición a los
principios de la Internacional. En efecto, tras comenzar la Primera
Guerra Mundial en agosto de 1914, el SPD hizo suya la política de Unión Sagrada, que consistía en colaborar con elKaiser
(emperador del II Reich alemán) y los jefes del ejército para llevar a
cabo la guerra, incumpliendo de esa manera los acuerdos de los congresos
de la II Internacional en el sentido de oponerse a la guerra por todos
los medios. Otro tanto sucedió con los socialistas franceses pese a la
oposición de su líder, Jean Jaurès. La II Internacional
saltaba en pedazos. Sólo un pequeño grupo de la izquierda del partido
alemán mantiene los postulados antibélicos, agrupados en torno al
diputado Karl Liebknecht, Franz Mehering, Clara Zetkin,
Leo Jogiches y donde destacaría la figura de Rosa Luxemburgo. A partir
de 1916 este grupo es conocido con el nombre de la Liga de Spartakus, (los espartakistas o espartaquistas en español) porque inicia la publicación de una revista que lleva por título Cartas de Spartakus
(en memoria de Espartaco, héroe comunista de los esclavos sublevados en
la antigua república de Roma hace más de veinte siglos).
El nuevo grupo rechazó el «alto el fuego» entre el SPD y el gobierno
alemán del Káiser Guillermo II por la cuestión de la financiación de la
guerra, luchando vehementemente en su contra e intentando provocar una
huelga general. Como consecuencia de ello, el 28 de junio de 1916 Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron sentenciados a dos años y medio de
prisión. Durante este tiempo escribió varios artículos usando el
seudónimo de ‘Junius’, los cuales fueron sacados clandestinamente de la
cárcel y publicados ilegalmente. En ellos se incluía el titulado «La
Revolución rusa», en el cual criticaba a los bolcheviques y con lúcida
anticipación avisaba del peligro de que se desarrollase una dictadura si
se seguía el criterio bolchevique (aunque, sin embargo, continuó
utilizando el término “dictadura del proletariado”). Fue en este
contexto en el que escribió su famosa frase: «Freiheit ist immer die
Freiheit des Andersdenkenden» (”La libertad siempre ha sido y es la
libertad para aquellos que piensen diferente”).
En abril de 1917 se produce la escisión del SPD, surgiendo el USPD
(Partido Socialdemócrata Independiente Alemán) que se opone a la guerra y
propone una paz negociada. Los espartaquistas, aproximadamente un
millar de militantes, se integran en el nuevo partido, que cuenta con
unos cien mil afiliados. La gran mayoría de la clase obrera alemana y de
las clases medias compartían el fervor nacionalista que se había
suscitado al inicio de la guerra, sin embargo, las grandes perdidas
humanas, las privaciones crecientes y el impacto de la Revolución rusa,
fueron generando un gran descontento en el pueblo alemán. En 1917 se
produjo un primer motín en la Flota de guerra. En enero de 1918 tuvo
lugar una huelga general que siguieron un gran numero de ciudades,
formándose los primeros consejos obreros a semejanza de los soviets
(consejos) rusos. El gobierno reaccionó mediante la represión de los
trabajadores, pero hubo una nueva huelga en Berlín en abril en 1918
organizada por los llamados delegados revolucionarios, militantes independientes de los partidos, que gozaban de la confianza de sus compañeros.
La paz y la señal para la revolución… o la reforma
En octubre de 1918 se sublevaron las tripulaciones de los barcos de
guerra anclados en el puerto báltico de Kiel, lo que fue el detonador de
una gran ola revolucionaria en toda Alemania. De Kiel la revolución se
extiende a Hamburgo, Holstein, Hannover, Brunswick, Colonia, Munich,
Rostock, Leipzig, Dresden, Stuttgart, Núremberg y otras ciudades… El
dirigente del SPD, Scheidemann, proclama en el Reichstag la “Republica
Alemana”. Dos horas después, Liebknecht proclama ante los manifestantes
la “República Socialista Libre de Alemania”, pero pronto quedara claro
que será la primera declaración la que prevalezca.
El surgimiento de los consejos de obreros y de soldados en toda
Alemania es una creación espontánea de las masas, influidas -sin duda-
por el ejemplo ruso, pero al mismo tiempo esos consejos, penetrados por
oficiales burgueses del ejercito, son mayoritariamente socialdemócratas
en su composición y sus aspiraciones coincidían con los objetivos
reformistas de las cúpulas del SPD y el USPD: conclusión inmediata de la
paz, abolición de la monarquía, instauración de la republica
parlamentaria, reformas sociales, etc. Para superar la -para ellos- peligrosa fase revolucionaria,
el SPD levantará la bandera de la unidad socialista (reunificación del
SPD y del USPD), con un apoyo mayoritario en las asambleas
multitudinarias que se suceden por toda Alemania.
La división estratégica entre ambos bloques, reformista-parlamentarista y revolucionario-bolchevique
se fraguó antes, en noviembre, cuando el SPD consigue, en el marco del
proceso de transición hacia la república tras la abdicación del Káiser
Guillermo II, dos importantes iniciativas políticas: la primera que es
el socialdemócrata Ebert quien asume el cargo de canciller alemán de
manos del príncipe Max de Bade, presidente interino tras la abdicación
de Guillermo II. La segunda iniciativa consistió en logra atraer al USPD
hacia un gobierno unitario dejando fuera a los espartaquistas. El 10 de
noviembre Ebert anuncia la formación de un nuevo gobierno con tres
ministros de cada partido que presenta en un gran mitin en el Circo
Busch de Berlín. En ese mismo acto Karl Liebknecht,
líder junto a Rosa Luxemburgo de los espartaquistas ocupa la tribuna
para -entre otras cosas- afirmar que la Revolución Alemana “está
amenazada por los que hoy marchan con la revolución y ayer estaban
contra ella”. En alusión a los príncipes, generales y dirigentes
socialdemócratas que habían pactado la salida republicana parlamentaria.
También manifiesta que “los enemigos de la revolución utilizan
pérfidamente para sus propios fines la organización de los soldados”,
aludiendo a la hegemonía del SPD entre los consejos de soldados que
incluían a mandos de alto grado que se habían pasado al campo
republicano, frente a los consejos de los obreros, con mayor predominio
revolucionario… pero voces de “¡unidad!”, “¡unidad!” ahogaron las
palabras de Liebknecht.
Rosa Luxemburgo y los espartaquistas fundan el Partido Comunista de Alemania
Los espartaquistas permanecen un mes y medio más en el USPD, para a
finales de diciembre de 1918 lanzar un ultimátum a su dirección para
romper con el proceso farsa liderado por los generales y el
SPD. El ultimátum es rechazado y en las navidades de 1918 la Liga
Espartaquista celebra una Conferencia Nacional en la que decide formar,
junto a otros pequeños grupos, elPartido Comunista de Alemania (KPD Spartakusbund, en alemán) que celebra su congreso fundacional el 30 de diciembre, con su órgano de expresión Die Rote Fahne (La Bandera Roja) y varios miles de militantes distribuidos por toda Alemania, pero poca fuerza aún en Berlín.
En el Congreso triunfan los planteamientos de Rosa Luxemburgo, quien
plantea la lucha por el poder revolucionario sobre la base de ganar
previamente el apoyo mayoritario de las clase trabajadora, que
mayoritariamente confiaba en la socialdemocracia. La tarea inmediata de
los espartaquistas (ya comunistas) debía consistir en impulsar las
luchas parciales de los trabajadores y difundir entre ellos el programa
revolucionario socialista. Otros, que con el tiempo ganarían para su
causa a Liebkneck, abogan por una conquista inmediata del poder, al
modelo ruso, olvidando que en Alemania en noviembre ya se había firmado
la paz, con lo que esa bandera, además de la de los campesinos,
netamente conservadores en Alemania, les privaba de las mismas
condiciones que habían tenido en Rusia los seguidores de Lenin. Estas
diferencias estratégicas tuvieron su consecuencia en las decisiones
tácticas; por ejemplo en la decisión final, frente a la opinión de Rosa
Luxemburgo, de no participación en las elecciones a la Asamblea Nacional
constituyente de la Republica alemana de Weimar. [El KPD fue, ya
entrada la década de 1930, el partido comunista más poderoso y masivo de
Europa Occidental, con una fuerza creciente en relación con el SPD. Los
comunistas alemanes consiguieron 100 escaños en el Reichstag en las
elecciones de 1932].
La revolución que no pudo ser… “Una ‘mujer diabólica’ y un
tipo ‘dispuesto a jugarse el todo por el todo’ al frente de los
espartaquistas”
En enero una segunda ola revolucionaria sacudió Alemania, aunque
lgunos de los líderes del KPD -incluída Rosa Luxemburgo- no la deseaban
promover previendo que iba a acabar mal (aunque otros intentaron
aprovecharse). La situación se precipita cuando, tras una crisis de
gobierno con la USPD, el canciller Ebert decide destituir a principios
de 1919 al prefecto de policía de Berlín (Eichhorn, del USPD). El comité
berlinés del USPD, los delegados revolucionarios y el KPD convocan una
manifestación de protesta el 5 de enero en Berlín que cuenta con decenas
de miles de participantes. Los representantes de las tres
organizaciones convocantes deciden continuar la acción y los
manifestantes ocupan los locales de varios diarios y algunas
dependencias del gobierno como la prefectura de Policía. Se declara la
Huelga General y se convoca una manifestación para el día siguiente.
En respuesta al levantamiento, el líder socialdemócrata Friedrich
Ebert utilizó a la milicia nacionalista, los «Cuerpos Libres» [Freikorps,
posteriormente el germen de las primeros grupos nazi-fascistas
alemanes], para sofocarlo. El SPD da “plenos poderes” a Gustav Noske,
gobernador de Berlín y miembro del ala derecha del SPD, para organizar
la represión en colaboración con los jefes militares a través de los cuerpos libres, milicias paramilitares con oficiales de confianza y mercenarios a sueldo. Uno de los jefes de esos cuerpos libres, el general Maercker arenga a sus hombres dándonos algunas claves sobre el conflicto: “Yo
soy un viejo soldado. Durante 34 años he servido a tres emperadores.
Amo y venero a[l Káiser] Guillermo II igual que el día en el que le
presté juramento. Pero ahora el gobierno imperial ha sido reemplazado
por el del canciller Ebert. Y este gobierno se encuentra en una
situación muy difícil. Esa Rosa Luxemburgo es una mujer diabólica y Karl
Liebknecht un tipo decidido a jugarse el todo por el todo [...]“.
Entre los días 11 y 14 de enero de 1919 se produjeron duros combates
en Berlín. El gobernador Noske lanza a los cuerpos francos en ofensiva
el día 11, recuperando en los días siguientes los bastiones de los
revolucionarios y la Prefectura de Policía. Tanto Rosa Luxemburgo como
Liebknecht fueron capturados en Berlín el 15 de enero de 1919, siendo
asesinados ese mismo día. Rosa Luxemburgo fue golpeada a culatazos hasta
morir y su cuerpo fue arrojado a un canal cercano. Liebknecht recibió
un tiro en la nuca, y su cuerpo fue enterrado en una fosa común. Otros
cientos de miembros del KPD fueron asesinados y sus comités suprimidos.
Algunas consecuencias de la Revolución alemana: la Historia rectifica a Marx
La historia demostró que Marx subvaloró las fuerzas del imperialismo y
del nacionalismo para que la revolución no triunfase en la
industrializada Alemania y sí en la depauperada y campesina Rusia.
La desaparición en enero de 1919 de la figura de Rosa Luxemburgo nos
privó prematuramente de una de las mujeres con más relieve en la
historia de los teóricos e intelectuales del socialismo. Quizá por
compartir con Carlos Marx un origen judío, liberada de
falsos chauvinismos, entendió de una manera muy precisa el
internacionalismo como estrategia fundamental para la causa de la clase
trabajadora, enfrentada en su época a penosas condiciones de explotación
y al imperialismo, y combatiendo asimismo las desviaciones
nacionalistas y reformistas del movimiento socialdemócrata. La muerte de
Rosa Luxemburgo privó al socialismo internacional de una de sus mas
eminentes teóricos marxistas y facilitó, por el contrario, el desarrollo
de tendencias sectarias en el seno del KPD y de la propia
Internacional. Sus críticas al menosprecio por ciertos aspectos formales
de la democracia (participación de los comunistas en asambleas,
elecciones, etc.) y a las estrategias que condujeron al triunfo de la
teoría del “socialismo en un solo país” que terminó imponiendo Stalin
tras la muerte de Lenin, marcaban un contrapunto cuya evolución hubiera
sido interesante para el movimiento comunista internacional. Pero habrá
otros hombres y mujeres que retomaron su antorcha, y a las que
pretendemos seguir rindiendo homenaje en estas páginas.
Rosa Luxemburgo fue una de las primeras mujeres intelectuales del movimiento obrero. Junto aClara Zetkin, o la española Dolores Ibarruri
y un escaso pero significativo número de otras mujeres que, en lo que
hoy calificaríamos como una sociedad terriblemente machista, se
atrevieron a compartir debates, luchas y aventuras con sus homólogos
masculinos.
Algunas de las obras de Rosa Luxemburgo publicadas en castellano son Reforma o Revolución(1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913) y La revolución rusa
(1918), donde plantea una crítica constructiva a la misma y sostiene
que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser exportada a
otros países; aunque defiende al mismo tiempo la vigencia de la
“dictadura del proletariado” como estadio histórico previo al comunismo.
Texto: José Gabriel Zurbano* / Ciudad futura
* Historiador.
-
Referencias biográficas y bibliográficas: Octubre Rojo, Oleadas revolucionarias en Europa (1917-1921),Historia 16, Temas de Hoy (1997) y Wikipedia.
Ilustración: “Rosa roja” • Paco Arnau / Ciudad futura
-
Referencias biográficas y bibliográficas: Octubre Rojo, Oleadas revolucionarias en Europa (1917-1921),Historia 16, Temas de Hoy (1997) y Wikipedia.
Ilustración: “Rosa roja” • Paco Arnau / Ciudad futura
Tomado de Cubadebate.