martes, 5 de junio de 2012

Día Mundial del Medio Ambiente


El impacto global de la destrucción del Medio Ambiente

Por Leyde E. Rodríguez Hernández 

Las ideas contenidas en este artículo fueron expuestas por mí en un importante encuentro internacional celebrado en La Habana del 13 al 15 de noviembre de 1995, titulado “El crimen contra la humanidad y sus incidencias sobre la paz en el hemisferio occidental”, el cual estuvo organizado por el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos. Desde entonces, conozco que esta temática ha mantenido la atención que merece entre los investigadores de las Ciencias Sociales en Cuba. 

En aquella época, yo trabajaba en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, como recién graduado de la carrera de Relaciones Políticas Internacionales, y estuve motivado para participar en aquel evento de la sociedad civil cubana porque consideraba que no habría mayor crimen contra la humanidad y la paz mundial que la paulatina destrucción del Medio Ambiente. Por lo que ese fue el tema escogido para participar, por primera vez, en una conferencia política y académica internacional. A partir de ahora los acompañará en la lectura el texto ya introducido. (1)

La destrucción del Medio Ambiente, a pesar del desarrollo tecnológico y científico alcanzado por la humanidad durante los últimos cuatro siglos civilizatorios, es uno de los crímenes más graves contra la vida y la humanidad en su conjunto.

Es importante reflexionar sobre esta problemática porque de las experiencias adquiridas en el siglo XX, en la búsqueda del mayor desarrollo  económico y social, dependerá en el futuro la paz y la seguridad internacionales, en una época de intensa lucha entre los Estados por nuevas fuentes de energías en un contexto de evidente degradación del medio natural. Lo cual está aparejado a la crisis económicas y políticas que se profundizan advirtiendo la posibilidad de un fin de la historia humana, entiendo por ello la paulatina extinción de la vida en la Tierra. 

Debiéramos preocuparnos, a las puertas del siglo XXI, por el estado en que se encuentra el bello planeta azul donde habitamos. Veamos en los próximos párrafos algunos ejemplos que podrían ilustrar un panorama nada optimista para la especie humana:

En el año 2050 habrá el doble de personas que habitaban el planeta en 1980 (4500 millones). Cada 45 años se habrán añadido 4 500 millones de personas a nuestro habitad, en razón de 1000 por décadas a partir del año 2000. Hoy la humanidad cuenta con más de 7 000 millones de habitantes.

La actual polarización de las riquezas, que es cada vez mayor, refleja que el 20 % de la población mundial consume el 82, 7 % de los recursos globales, mientras que el 60 % solo recibe el 5 % de dichos recursos.

Las tasas de extinción de la biodiversidad son ya de 5 veces las del siglo XIX y XX. 

Muchos países perderán la totalidad de sus bosques, la mayor parte de la capa superior de los suelos podría desaparecer totalmente en el transcurso de una generación y el punto crítico de agotamiento de la capa de ozono también podría alcanzarse en igual período. Para el año 2000 (se estimaba) que solo quedaría la mitad de la superficie actual de los bosques productivos no explotados y la población mundial habría aumentado en un 50 %.

El 20 % de la población mundial, que habita en los países industrializados considerados avanzados, consume el 80 % de los recursos mundiales. El ciudadano medio norteamericano consume 50 veces más acero, 56 veces más energía, 170 veces más papel periódico, 250 veces más combustible y 300 veces más plástico que el ciudadano medio de la India.

El abismo de desigualdad que existe entre el 20 y el 80 % de la población mundial en la distribución de las riquezas y consumo de recursos naturales, así como la inviabilidad de que los más pobres alcancen los niveles de consumo de los más ricos, como salida a esta situación.

A fines del siglo XX, un cuarto de millón de personas padecía de cáncer de piel, cataratas e inmunodeficiencias, debido al impacto de los rayos ultravioletas luego de la extensión a diez millones de kilómetros cuadrados del agujero de la capa de ozono en la Antártida. 

Millones de ballenas y delfines podrían extinguirse si continua su caza indiscriminada y la instalación de industrias salineras en los mares. La población de lobos marinos disminuye de manera alarmante, mientras también se degrada el 10 % de los arrecifes coralinos del planeta. 

La salinización destruye los suelos fértiles de naciones eminentemente agrícolas, la tala forestal destruye las fuentes de agua potable y las especies animales, las pequeñas islas del Caribe se enfrentan a la fuga de arena y alertan sobre las consecuencias que para sus ecosistemas tendrían el crecimiento del nivel del mar.
En algunas megalópolis existen altos niveles de contaminación ambiental. Por ejemplo, en ciudad de México, con sus más de 20 millones de habitantes, las 31 000 industrias allí ubicadas generan 122 000 toneladas de residuos tóxicos diariamente.
Es en las grandes ciudades donde se presentan los más agudos problemas ambientales. El aumento de la población urbana se ha extendido por todo el Sur subdesarrollado y se manifiesta unido a la crisis económica crónica que padecen la mayor parte de estos países.
La explosión poblacional exponencial en las áreas urbanas provoca no solo complejos problemas ambientales, en el aspecto natural o ecológico, sino también en el plano social, pues crean condiciones apropiadas para el auge de la violencia, que constituye para muchos ciudadanos la principal preocupación en las grandes ciudades. Estos efectos que causan la relación población-medio ambiente en las naciones del sur, hacen pensar que en los próximos años se manifestarán en sus formas más agudas.
El insuficiente abasto de agua es otro de los problemas globales sensibles para la humanidad. Junto a la falta de tierras cultivables, la escasez de agua ocasionará graves problemas económicos y sanitarios a la población mundial. Es conocido que sin una seria de acciones urgentes dirigidas al racionamiento del consumo hídrico, las guarras futuras se realizarán por el agua, además de las que se hacen hoy, y seguirán ocurriendo, por el petróleo y otros recursos naturales escasos. 
No se trata de exageraciones fortuitas, si tomamos en consideración que al menos el 40 % de la población mundial vive sin los servicios de agua potable e higiénica, y que más de 80 países tienen problemas de abastecimiento de este recurso vital. Las desigualdades en materia de consumo de agua son notables en nuestro planeta. Mientras los ciudadanos de un país industrializado consumen 400 litros al día para el uso personal, el habitante de un país pobre se debe conformar con 10 litros.
Estos hechos evidencian que el ecosistema que hizo posible el origen y desarrollo humano en un largo proceso de millones de años de evolución, ha sido brutalmente explotado en un período corto en la historia de nuestra civilización; en los últimos cuatro siglos de industrialización capitalista y como resultado de su irracionalidad ya hoy no es posible apostar al desarrollo socioeconómico sobre la base de los mismos patrones de conducta y consumo que culturalmente se identificaron con el concepto de “desarrollo” del capitalismo industrial contemporáneo.
A fines del siglo XX la humanidad asistió al fracaso de los dos sistemas sociales que impulsaron el desarrollo tecnológico e industrial: el capitalismo y el denominado socialismo real.
Sobre el capitalismo, Fidel Castro Ruz en su libro “La crisis económica y social del mundo” valoró que los países desarrollados de economía de mercado son responsables directos de una parte importante de la degradación del medio. La contaminación de la atmósfera, las aguas terrestres y los océanos, las enormes cantidades de residuos químicos y nucleares que se incorporan a la atmósfera, van al suelo, al agua, al mar, son parte de la permanente agresión al medio en estos países. Las empresas transnacionales responsables de la explotación y agotamiento de los recursos minerales, forestales y agrícolas en numerosos países subdesarrollados, aplican la práctica de trasladar a ellos plantas industriales de alto índice de contaminación ambiental, generalmente de tecnología atrasada y siempre sin inversiones complementarias que dispongan de sus residuos tóxicos”.
Han sido estas prácticas políticas y económicas del capitalismo enfiladas a la obtención de ganancias en detrimento del Medio Ambiente la causa directa histórica de los problemas globales que afectan a todos las naciones, ya sean ricas o pobres.
El socialismo real proclamado por la URSS y sus aliados de Europa del Este como una alternativa posible a la sociedad industrial capitalista, dejó de existir, en el siglo XX, sin resolver los viejos problemas heredados del capitalismo. El  “socialismo real” también fracasó en aportar una nueva cultura civilizatoria en la que el desarrollo económico y las tecnologías contribuyeran al mejoramiento industrial y a la preservación de su entorno natural. En buena medida, esta situación tiene sus explicaciones en los problemas de eficiencia del modelo económico de planificación estrictamente centralizado del “socialismo real” y en la negativa de los países capitalistas dominantes de occidente de compartir sus tecnologías con el adversario ideológico soviético y sus aliados de Europa del Este.     
Es exactamente la búsqueda creativa e inteligente de un nuevo modelo de desarrollo económico y social, alternativo al capitalismo y el “socialismo real”, la tarea más imperiosa e importante que tiene la humanidad en esta etapa difícil de transición hacia una nueva época histórica empujada por la crisis sistémica y estructural del capitalismo neoliberal.
El agotamiento de los recursos naturales y energéticos, paralelamente al desarrollo tecnológico-industrial de las sociedades capitalistas occidentales, ha hecho cambiar las concepciones que fundamentan el sostenimiento de los modelos económicos de esa formación económica social. El ritmo de contaminación del ecosistema y la capacidad de las nuevas tecnologías para su explotación desmiente que la naturaleza tenga la capacidad de absorber y reciclar de modo natural los desechos y la devastación de la sociedad humana.
Además, el adelanto tecnológico no ha sido utilizado en beneficio de todo el progreso social. Los avances tecnológicos militares fueron puestos al servicio de dos guerras mundiales, al desarrollo y uso de bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, las modernas tecnologías militares de carácter convencional se siguen utilizando en los conflictos regionales desatados por las grandes potencias imperialistas, mientras el arma nuclear perfeccionada sigue siendo, junto al deterioro del Medio Ambiente, una de las principales amenazas para la supervivencia de la vida en la Tierra.   
Estos fenómenos irracionales del capitalismo solo podrían ser resueltos por una nueva y diferente formación económica-social que coloque al ser humano al centro de la sociedad y del proceso de desarrollo económico, resolviendo las causas estructurales de la pobreza, el desempleo y la desintegración social, además de la degradación medioambiental. El capitalismo al promover la exportación rápida de recursos naturales, desregular la economía y forzar un número creciente de pobres a trasladarse a tierras marginales con sus prácticas del ajuste económico neoliberal, ha contribuido al proceso acelerado de degradación medioambiental.
La situación actual de degradación medioambiental exige de la comunidad mundial de ONG(s), de las sociedades civiles, los gobiernos y del sistema de las Naciones Unidas, la concreción de posiciones comunes y la elaboración de proyectos conjuntos para resolver los problemas ecológicos del planeta en aras de mejorar la vida humana.
A estas alturas, solo podríamos concluir que el reconocimiento y la toma de consciencia tardía sobre estas problemáticas solo podrían acercar a la humanidad, con mayor rapidez, hacia una inevitable catástrofe. 

Notas:
  
1. El texto íntegro de la ponencia nunca fue publicado; pero, por su vigencia, aunque hayan pasado 17 años de su presentación pública, he escogido este 5 de junio de 2012, “Día Mundial del Medio Ambiente”, para compartirlo con mis lectores del blog “Otras Visiones Políticas”. Sin embargo, una reseña de la ponencia: “El impacto de la destrucción del Medio Ambiente en el siglo XX”, fue publicada en la Revista Paz y Soberanía, Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, La Habana, No 1, 1996, p. 43.

viernes, 1 de junio de 2012

Los retos de Rio+20

    Por Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique
Nº: 200, Junio  2.012


Brasil acoge en Río de Janeiro, del 20 al 22 de junio, la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, llamada también “Rio+20” porque se ­celebra dos décadas después de la primera gran Cumbre de la Tierra de 1992. Asistirán a ella más de 80 jefes de Estado. Las discusiones se centrarán en torno a dos temas principales: 1) una “economía verde” en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza; y 2) el marco institucional para el desarrollo sostenible. En paralelo al evento oficial, también se celebra la Cumbre de los Pueblos que congrega a los movimientos sociales y ecologistas del mundo.

Las cuestiones ambientales y los desafíos del cambio climático siguen constituyendo urgencias mayores de la agenda internacional (1). Pero esta ­realidad está siendo ocultada, en España y en Europa, por la gravedad de la crisis económica y financiera. Normal. 

La eurozona atraviesa uno de sus momentos más difíciles a causa del ­fracaso manifiesto de las políticas de “austeridad a ultranza”. La recesión se ha instalado en varias economías, con un desempleo en alza y dramáticas ­tensiones financieras. España, en particular, vive sus momentos más preocupantes desde 2008; peores que cuando ­quebró el banco Lehman Brothers. La economía ha debido someterse a la auditoría de los inspectores de Bruselas. La prima de riesgo se disparó entrando en zona de intervención, y se han vuelto a despertar todas las dudas sobre la solvencia del sistema bancario español, arrastrado por la escandalosa quiebra de Bankia. 

Ante el fracaso del Banco de España, y las dudas sobre la credibilidad del sistema financiero, se ha tenido que recurrir a un grupo de firmas “independientes” extranjeras para analizar la morosidad oculta de los bancos españoles (2). Entre los ciudadanos se extiende la idea de que España va a necesitar, de manera más o menos inmediata, el apoyo del Fondo de Rescate Europeo, como ya le ocurrió a Irlanda, Grecia y Portugal. El 62% de los españoles lo teme.

Cunde pues el pesimismo. El premio Nobel de economía Paul Krugman echó leña al fuego cuando, el mes pasado (3), avisó que es “muy posible” que Grecia abandone el euro en el curso de este mes de junio... Una salida de Atenas de la moneda única europea tendría como consecuencia inmediata la fuga de capitales hacia los paí­ses vecinos y la retirada en masa de los depósitos bancarios. Fenómenos que se contagiarían inevitablemente a Portugal e Irlanda y, sin duda, a España e Italia. Krugman vaticinó por cierto que no descartaba que, después, llegara a España y a Italia un corralito bancario (4)... 

En esas preocupaciones estamos. Y por eso los ciudadanos europeos siguen con tanta atención la agenda electoral europea: elecciones legislativas francesas el 10 y el 17 de junio; nuevas elecciones griegas ese mismo día 17 de junio. Y la cumbre de Bruselas del 28 y 29 de junio que decidirá por fin si la Unión Europea sigue la senda alemana de la austeridad hasta la muerte, o si adopta la vía francesa del crecimiento y del resurgimiento. Dilema vital.

Pero ello, a pesar de su dramatismo, no debe hacernos olvidar que, a escala del planeta, hay otros dilemas vitales no menos decisivos. Y el principal de ellos es el desastre climático del que será cuestión, también este mes, en Río de Janeiro. Recordemos que, en 2010, el cambio climático fue la causa del 90% de los desastres naturales que ocasionaron la muerte de unas 300.000 personas, con un quebranto económico estimado en más de 100.000 millones de euros…

Otra contradicción: en Europa, los ciudadanos reclaman, con razón, más crecimiento para salir de la crisis; pero en Río, los ecologistas advertirán que el crecimiento –si no es sostenible– significa siempre mayor deterioro del medio ambiente y mayor peligro de agotamiento de los limitados recursos del planeta...

Los líderes mundiales, junto con miles de representantes de gobiernos, empresas privadas, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y otros grupos de la sociedad civil, se reúnen pues en Río de Janeiro para definir precisamente una agenda global a fin de garantizar la sostenibilidad ambiental y también reducir la pobreza y promover la igualdad social. El debate central estará entre el concepto de “economía verde” que defienden los portavoces del neoliberalismo, y el de “economía ­solidaria”, promovida por los movimientos que creen que sin la superación del modelo actual de “desarrollo predatorio”, basado en la acumulación privada de riqueza, no habrá preservación ambiental.

Los países ricos acuden a Río con esa propuesta principal de la “economía verde”. Un concepto-trampa que se limita a designar, la mayoría de las veces, un simple camuflaje verde de la economía pura y dura de siempre. Un “enverdecimiento”, en suma, del ­capitalismo especulativo. Esos países desean que la Conferencia Rio+20 les otorgue un mandato de las Naciones Unidas para empezar a definir, a ­escala planetaria, una serie de indicadores de medición para evaluar económicamente las diferentes funciones de la naturaleza, y crear de ese modo las bases para un mercado mundial de servicios ambientales.

Esa “economía verde” desea no sólo la mercantilización de la parte material de la naturaleza ­sino la mercantilización de los procesos y funciones de la naturaleza. En otras palabras, la “economía verde”, como afirma el activista boliviano Pablo Solón, busca no sólo mercantilizar la madera de los bosques sino mercantilizar también la capacidad de absorción de dióxido de carbono de esos mismos bosques (5). 

El objetivo central de esa “economía verde” es crear, para la inversión privada, un mercado del agua, del medio ambiente, de los océanos, de la biodiversidad, etc. Asignando precio a cada elemento del medio ­ambiente, con el objetivo de garantizar las ganancias de los inversores privados. De tal modo que la “economía verde”, en vez de crear productos reales, organizará un nuevo mercado inmaterial de bonos e instrumentos financieros que se negociarán a través de los bancos. El mismo sistema bancario culpable de la crisis financiera del 2008, que recibió miles de millones de euros de los gobiernos, dispondrá así, a su antojo, de la Madre Naturaleza para seguir especulando y realizando de nuevo cuantiosas ganancias.

Frente a estas posiciones, paralelamente a la Conferencia de la ONU, la sociedad civil organiza en Río la Cumbre de los Pueblos. En este foro se presentan alternativas en defensa de los “bienes comunes de la humanidad”. Producidos por la naturaleza o por grupos humanos, a nivel local, nacional o global, estos bienes deben ser de propiedad colectiva. Entre ellos están el aire y la atmósfera, el agua, los acuíferos –ríos, océanos y ­lagos–, las tierras comunales o ancestrales, las semillas, la biodiversidad, los parques ­naturales, el lenguaje, el paisaje, la memoria, el ­conocimiento, ­Internet, los productos distribuidos con licencia libre, la información genética, etc. El agua dulce empieza a ser vista como el bien común por excelencia, y las luchas contra su privatización –en varios Estados– han tenido notable éxito. 

Otra idea que preconiza la Cumbre de los Pueblos es la de una transición gradual entre una civilización antropocéntrica y una “civilización biocéntrica”, centrada en la vida, lo que implica el reconocimiento de los derechos de la Naturaleza y la redefinición del buen vivir y de la prosperidad de modo que no dependan del crecimiento económico infinito. También defiende la soberanía alimentaria. Cada comunidad debe poder controlar los alimentos que produce y consume, acercando consumidores y productores, defendiendo una agricultura campesina y prohibiendo la especulación financiera con los alimentos. 

En fin, la Cumbre de los Pueblos reclama un vasto programa de “consumo responsable” que incluya una nueva ética del cuidado y del compartir; una preocupación contra la obsolescencia artificial de los productos; una preferencia por los bienes producidos por la economía social y solidaria basada en el trabajo y no en el capital; y un rechazo del consumo de productos realizados a costa del trabajo esclavo (6).

La Conferencia Rio+20 ofrece así la ocasión a los movimientos sociales, a escala internacional, de reafirmar su  lucha por una justicia ambiental en oposición al modelo de desarrollo especulativo. Y su rechazo del intento de “enverdecimiento” del capitalismo. Según esos movimientos, la “economía verde” no constituye una solución a la crisis ­ambiental y alimentaria. Al contrario, se trata de una “falsa solución” que agravará el problema de la mercantilización de la vida (7). En suma, un nuevo disfraz del sistema. Y los ciudadanos están cada vez más hartos de los disfraces. Y del sistema.

(1) Léase Ignacio Ramonet,  “Urgencias climáticas”, Le Monde diplomatique en español, enero de 2012.
(2) El País, Madrid, 21 de mayo de 2012.
(3) The New York Times, Nueva York, 13 de mayo de 2012. http://krugman.blogs.nytimes.com/2012/05/13/eurodammerung-2/?smid=tw-NytimesKrugman&seid=auto
(4) “Corralito” es una palabra surgida durante la crisis económica argentina de 2001, cuando ante la avalancha de clientes a los bancos para retirar sus ahorros, el ministro  Domingo Cavallo decidió que cada titular de cuenta sólo podría retirar un máximo de 250 pesos por semana. El ministro español de Hacienda, Cristóbal Montoro, declaró, al revuelo causado por la palabras de Krugman, asegurando que un corralito en España es una posibilidad técnicamente imposible.
(5) Pablo Solón, “¿Qué pasa en la negociación  para Rio+20?”, 4 de abril de 2012. http://rio20.net/documentos/que-pasa-en-la-negociacion-para-rio20
(6) http://rio20.net/en-camino-a-rio
(7) Léase, “Declaración de la Asamblea de movimientos sociales”, Porto Alegre, 28 de enero de 2012. http://redconvergenciasocial.org/?p=160

martes, 29 de mayo de 2012

Desarme Nuclear

Una visión desde las Relaciones Internacionales

Texto de la intervención, el 24 de mayo de 2012, en el encuentro de organizaciones de la sociedad civil cubana sobre paz y desarme nuclear. Sociedad Cubana de las Naciones Unidas (ACNU).

Por Leyde E. Rodríguez Hernández *
 

“El poder desencadenado del átomo lo ha cambiado todo excepto nuestras formas de pensar, y es por ello que avanzamos sin rumbo hacia una catástrofe sin precedentes” Albert Einstein.

La Humanidad se enfrenta en el siglo XXI a dos grandes desafíos: el cambio climático y la existencia de armas nucleares, que de ser utilizadas provocarían un desastre ambiental, acelerando definitivamente el cambio climático global.

Si las armas nucleares, por su alto poder destructivo, carecen de utilidad militar, porque su uso provocaría un invierno nuclear de imprevisibles consecuencias para vida en el planeta, entonces es necesario destruirlas y así la Humanidad se protegería de los accidentes, los errores de cálculo o cualquier actividad demencial que provoque su uso. Por eso, ante la existencia de unas 25000 armas nucleares, más de 12000 de ellas listas para ser empleadas de inmediato por fuerzas aliadas o antagónicas, es más imperioso que nunca el esfuerzo mancomunado de todas las naciones para detener los programas de modernización de las armas nucleares a través de un efectivo proceso desarme nuclear.

A estas armas fundamentales, se unen otras de exterminio masivo. En la esfera atómica, las bombas de neutrones o de rayos gamma, armas de radiación; además de las armas químicas y bacteriológicas. Todas estas armas hacen que la guerra en nuestra época ya no pueda considerarse un instrumento racional de la política. Pero mientras existan, implican siempre el peligro de que ocurra el conflicto que nadie puede desear: la guerra nuclear.

Lamentablemente, la actuación de las potencias imperialistas ha generado la proliferación de armamentos, incluso los de exterminio masivo. Muchos Estados subdesarrollados gastan enormes sumas en armas convencionales y en los intentos de dotarse de armas nucleares, pero también químicas y bacteriológicas. La proliferación de armas lleva a lo que el académico norteamericano, Joseph Nye Jr, ha llamado la difusión del poder a Estados medianos e inclusive pequeños, y ha acentuado los riesgos de la guerra en las relaciones internacionales. Todo esto se debe al mal ejemplo de las grandes potencias, que no cumplen con el compromiso de trabajar por el desarme y no solo se arman ellas mismas como base de su poder en el plano internacional, sino hacen grandes negocios suministrando armas a otros, contribuyendo así a las tensiones y los conflictos en diversas regiones del planeta.

Desde el punto de vista histórico, es conocido que, en las concepciones militares de los Estados Unidos, las armas nucleares son reconocidas como “sus mejores armas”, el resultado de las tecnologías más adelantadas, al mismo tiempo de postular que dejar de emplearlas, si fuese necesario, equivaldría a renunciar a las ventajas de un potencial estratégico-militar e industrial superior. 

Por lo contrario, el desarme nuclear, en su aspecto conceptual, es el sistema de medidas cuya aplicación debe conducir a la completa destrucción o sustancial reducción de los medios de guerra y a la creación de las condiciones necesarias para eliminar la amenaza de una guerra nuclear mundial.

En la teoría de las Relaciones Internacionales, se distinguen los conceptos de limitación y control de armas nucleares y sus medios portadores (desarme parcial), enfocado también a mitigar la carrera armamentista, con el proceso general y completo de desarme nuclear que sigue siendo una aspiración de la Humanidad, pero no es una utopía.

Los ejemplos de acuerdos que prevén el desarme parcial son, por ejemplo, el Tratado de Moscú sobre la prohibición de los ensayos con armas nucleares en la atmósfera, en el espacio ultraterrestre y bajo el agua (1963), el Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares (1968) y el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés) (1996).

Lo que los Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) pretendieron con sus acuerdos de limitación y control de armamentos, no fue otra cosa que conseguir la estabilidad en los presupuestos militares de ambos países, manteniendo una cierta distensión en un sistema internacional bipolar, como fueron los casos de los acuerdos SALT-I (1972) y SALT- II (1979), este último no fue ratificado por el Senado de los Estados Unidos, que establecieron algunas limitaciones en los arsenales nucleares de las superpotencias de la época.

En años posteriores, con los mismos objetivos de reducir los arsenales nucleares estratégicos entendiendo por estos, tanto las armas atómicas como sus sistemas de lanzamientos, pero manteniendo siempre la doctrina de la disuasión reciproca, fueron firmados otros acuerdos como el START-I (1991), por el cual fueron desnuclearizados Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán. Este acuerdo fue considerado el de mayor reducción de armamentos en la historia. Por el START-I, Rusia declaró la reducción de sus vehículos de lanzamiento estratégico desplegados a 1.136 y sus cabezas nucleares a 5518; el START-II (1993), nunca llegó a entrar en vigor, pero se proponía la reducción de los arsenales de ambos Estados en torno al 50 %.

Los Estados Unidos sólo ratificaron el Tratado START-II en 1996 y no el paquete completo de medidas, que nunca sometió al Senado para su consideración. La retirada de Rusia del Tratado START-II, declarándose nulo, se produjo al día siguiente de la denuncia unilateral de los Estados Unidos, el 13 de junio de 2002, del Tratado ABM de 1972, que estableció la arquitectura de seguridad internacional con la prohibición del despliegue de sistemas de defensa antimisiles de los Estados Unidos y la Unión Soviética (Rusia).

Roto el compromiso con el tratado ABM, los Estados Unidos avanzaron por su cuenta en el desarrollo de un Sistema Nacional de Defensa Antimisil (SNDA) extendido, en sus variantes de defensas antimisiles de teatro, a sus aliados en Europa, en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en Asia y el Medio Oriente. Esta es una estrategia militarista directamente relacionada con los medios de transporte del arma nuclear que goza, hasta ahora, de la firme oposición de Rusia, así como de China, porque representa una seria amenaza al precario equilibrio estratégico mundial.

El fracaso del Tratado START-II, llevó a la firma del Tratado SORT, el 24 de mayo de 2002, en Moscú, con vigencia hasta el 31 de diciembre de 2012. Este acuerdo limitó las cabezas nucleares estratégicas  a 1.700-2000, es decir por debajo de los límites propuestos en el Tratado START-II (2.000-2.500). La principal diferencia entre los tratados SORT y START residía en que el primero obligaba a las partes al desmantelamiento de la carga y no a la destrucción de los vectores por lo que, en términos prácticos, su alcance era limitado, tratándose más de una medida de confianza que de un acuerdo de desarme stricto sensu.

Con el START-III (2010), los Estados Unidos y Rusia, se comprometieron a reducir el 30 % de los arsenales nucleares estratégicos, hasta situarlos en un máximo de 1550 ojivas para cada una en el año 2020. Este acuerdo fue ratificado por el Senado estadounidense y la Duma Rusa el 22 y 24 de diciembre de 2010, respectivamente.

Este tratado, más reciente, y los llamamientos del presidente estadounidense Barack Obama a favor de “un mundo libre de armas nucleares y el otorgamiento del premio nobel de la paz, han creado esperanzas, pero no se han traducido en acciones concretas para el desarme nuclear, porque para que ello ocurra se requiere de un cambio de paradigma en las proyecciones de la política exterior de las grandes potencias, que propicie el abandono de las doctrinas y estrategias político-militares de la “guerra fría”; tales como la disuasión nuclear y las concepciones de seguridad internacional sustentadas  en los presupuestos del concepto de la Destrucción Mutua Asegurada. 

Sin embargo, frente al desarme parcial de las grandes potencias debemos defender el enfoque de un desarme general y completo, el cual posee una dimensión más universal, racional y democrática. Entendemos por desarme general y completo el proceso que debe conducir a la total destrucción de los medios de conducción de la guerra y la eliminación de la carrera armamentista, priorizando las armas de mayor capacidad destructiva, como las armas nucleares por su peligrosa amenaza a la paz y a la supervivencia de la vida en la Tierra.    

Quiero enfatizar que el desarme nuclear no es un acontecimiento aislado, sino un proceso que al enfrentarse a un problema global como la amenaza de guerra nuclear o a la catástrofe nuclear,  no se puede alcanzar por iniciativa de un solo Estado o dos gobiernos, porque concierne a toda la Humanidad. El desarme nuclear de carácter integral y sostenible necesariamente tiene que incorporar a todos los actores internacionales afectados, incluyendo gobiernos, representantes de diversos sectores públicos, privados y la llamada sociedad civil. 
El desarme nuclear de carácter sistémico es un tema que compete a la seguridad de las grandes potencias, a las potencias medias y a la gran mayoría los países periféricos en regiones enteras, independientemente de la estructura internacional existente como resultado de la configuración internacional de fuerzas en un determinado periodo histórico de las relaciones internacionales.   
Por lo que, desde una perspectiva teórica, el proceso de desarme nuclear podría ser unilateral, bilateral o multilateral, universal, regional o local. Su ejecución puede ser completo o parcial y pudiera ser controlado o sin control. Cualquiera de las modalidades señaladas podría acompañar los movimientos hacia la consolidación de la seguridad y la estabilidad internacional. La dimensión multilateral se ve encarnada fundamentalmente en la Conferencia de Desarme, creada, en 1979, en el primer periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General  de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y que cuenta con 65 miembros.
Reivindicar el fortalecimiento de la Conferencia de Desarme, frente al desinterés de las grandes potencias nucleares en materia de desarme nuclear, es enfrentar el injusto “orden” internacional convulsionado por el actuar violento  de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, que se proyectan más a “policiar” las relaciones internacionales con el pretexto de intervenciones con “fines humanitarios” o para proteger los “derechos humanos”, que a edificar las bases de un verdadero, genuino, justo y humano nuevo orden mundial que preserve las paz y los intereses de la mayoría de la Humanidad.
Es en el marco de la ONU, en su Conferencia de Desarme, donde debe iniciarse un proceso profundo, escalonado y por etapas de desarme nuclear en beneficio de la supervivencia de la Humanidad, y no en mecanismos alternativos, manejados o manipulados por un grupo de potencias nucleares.
La Conferencia Desarme debe trabajar para evitar una catástrofe climática de dimensiones planetaria inducida por la energía nuclear. Así como extender a otras regiones del sistema internacional los regímenes que propician la existencia de Zonas Libres de Armas Nucleares (ZLANs), hasta ahora existentes en el Sureste Asiático (Tratado de Bangkok); Asia Central (Declaración de las Cinco Naciones de Almaty); África (Tratado Pelindaba); Antártida (Tratado Antártico); América Latina y el Caribe (Tratado de Tlatelolco) y el Pacifico Sur (Tratado de Rarotonga).
Está claro que, para lograr el desarme nuclear universal, se requiere mayor voluntad política de las grandes potencias, lo que solo podría ser posible mediante un movimiento global de educación y sensibilización para el desarme y en rechazo a las armas nucleares. La educación para el desarme nuclear, aunque parezca tan obvio, empieza por la divulgación de información y la concientización de la opinión pública nacional e internacional por todos los medios de prensa al alcance de los Estados, incluyendo las Nuevas Tecnologías de las Comunicaciones, como las redes sociales Facebook y Twitter, entre otras, en Internet. Se hace necesaria la apertura de sitios y páginas Web en la red de redes en defensa del desarme nuclear.
El desarme nuclear no es una utopía, como algunos afirman y desestimulan. En mi opinión requiere de un esfuerzo de concertación internacional de enormes esfuerzos y envergadura político-diplomática, para vencer los manejos militaristas de las grandes potencias dotadas de enormes arsenales nucleares.  
A pesar de la compleja coyuntura internacional y de las posiciones antagónicas entre las principales potencias mundiales,  se podría lograr el objetivo del cese de la carrera de armamentos nucleares y el desarme nuclear mediante las siguientes acciones o medidas:
a)    Creación de una cultura o educación mundial de paz y contra las armas nucleares, por todos los medios y vías posibles, que ofrezca una visión de la importancia actual y futura de “un mundo sin armas nucleares”;

b)    Cesación del desarrollo y el perfeccionamiento  cualitativo de las armas nucleares;

c)    Cesación de la producción de todos los tipos de armas nucleares y de sus vectores y de la producción de material fisionable para armas.

d)    Aplicación de los avances de la ciencia y la tecnología en el desarme nuclear.

e)    Reducción de los gastos militares y utilización de los recursos destinados al mantenimiento de los arsenales nucleares, para el desarrollo, atendiendo a la conexión intrínseca entre desarme y desarrollo. 

f)     Un programa amplio y por etapas con plazos convenidos para la eliminación de las armas nucleares, bajo estricto y eficaz control de la Conferencia de Desarme de la ONU.

En realidad, en el siglo XXI, se han agravado los temores y peligros ya existentes en la época de la confrontación bipolar o de la llamada “guerra fría” del siglo XX, acerca de la posibilidad de una guerra generalizada con armas nucleares.

Debe recordarse que la Conferencia del Tratado de No Proliferación (TNP) adoptó una decisión trascendental, denominada “Principios y Objetivos de Desarme y No Proliferación Nuclear (Documento NPT/Conf.1995/L.5)”, que también ha sido contraria a los intereses hegemónicos de las grandes potencias; por lo que todo está aún por hacerse para alcanzar el desarme nuclear. Pero un verdadero proceso de desarme nuclear requiere de un cambio cualitativo de las relaciones internacionales, no solo una distensión pasajera sino la creación de un genuino “nuevo orden mundial”, justo y humano, donde se prioricen las necesidades de la inmensa mayoría de la Humanidad.

Mientras tanto, ante la inminente amenaza que significan los enormes  arsenales de armas nucleares para la continuidad de la vida en nuestro planeta, los Estados debieran actuar con urgencia a favor de un desarme nuclear general y completo.

Dejarlo para mañana sería demasiado tarde.

Bibliografía

Brennan G. Donald. Desarme. Control de Armamentos y Seguridad Nacional. Editorial Seix Barral, S. A. Barcelona, 1964.

Garrido Rebolledo Vicente. El desarme nuclear en tres movimientos. Tiempo de Paz. Nro. 100, Primavera 2011.

Rodríguez Hernández Leyde Ernesto. La Defensa antimisil de los Estados Unidos. Editorial Publibook, Paris, Francia, 2011. 

Valle F. Marcelo. Desarme nuclear. Regímenes internacionales, latinoamericano y argentino de no proliferación. UNUDIR, Ginebra, Suiza, 2003.



* Doctor en Ciencias Históricas. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana, Cuba.

viernes, 25 de mayo de 2012

Paz y Desarme Nuclear

No es cuestión de utopías

La eliminación total de las armas nucleares es la única garantía contra su uso


Por Laura Bécquer Paseiro
Granma, 25 de mayo 2012. 



La eliminación total de las armas nucleares es la única garantía contra su uso. Su sola existencia es una seria amenaza para la supervivencia de la Humanidad. Junto al cambio climático, conforman el triste escenario en que vivimos hoy. El esfuerzo de la comunidad internacional en pos de un mundo sin armas nucleares, no puede ser una utopía. Unirse bajo este precepto debe ser el orden del día.
Sobre el tema debatieron este jueves representantes de la sociedad civil cubana, en la sede de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU). Allí, junto a representantes de organizaciones regionales e internacionales con sede en la Isla, aprobaron una declaración conjunta que expresa su profunda preocupación por el peligro latente de las armas nucleares, la necesidad de promover la paz y un orden mundial justo y equitativo.
"Resulta inaceptable que en el mundo actual se gaste la cifra de 1,74 millones de millones de dólares en la producción de armamentos, mientras que 1 020 millones de personas padecen hambruna, y 11 millones de niños mueren anualmente por enfermedades prevenibles", señala el texto.
El llamado de alerta de las organizaciones no gubernamentales cubanas se realiza también en un momento crucial: actualmente existen más de 20 mil ojivas nucleares diseminadas por el mundo y de ellas 5 000 están listas para ser usadas de inmediato. Todo ello cuando bastarían solo 100 para provocar la destrucción del planeta y con ella la desaparición de la especie humana.

El evento trascendió además por contribuir al plan de acción diseñado por la Cancillería cubana en pos de la lucha contra este flagelo. "Es un evento relevante, oportuno y útil", señaló Rodolfo Benítez, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Según el diplomático el procedimiento consiste en intensificar todas las acciones en los distintos foros multilaterales para promover declaraciones funcionales sobre la importancia del desarme nuclear.
En la cita de la ACNU estuvieron representadas unas 25 organizaciones de la sociedad civil cubana, así como miembros del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial y del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García.