Por William Engdahl
Los sospechosos informes
sobre un ataque químico en Siria podrían convertirse en una "línea
roja" para un ataque militar del régimen estadounidense en Siria.
La cadena Al Arabiya informó
que “al menos 1.300 personas fueron muertas por un ataque con gas nervioso en
la región Guta de Siria, según dijo el líder opositor George Sabra el
miércoles”. La cadena continuó diciendo que el gobierno del presidente Bashar
al Assad era el “responsable” de los ataques. Si esto se confirmara podría ser
una “línea roja” para una intervención norteamericana en Siria.
Esto podría dar lugar a una
gran conflagración en todo Oriente Medio y una confrontación de potencias como
Rusia, China e Irán, en un lado, y EE.UU, el Reino Unido y Arabia Saudí, en el
otro. Una previsión poco alentadora para la paz mundial.
Cuando la historia se
analiza cuidadosamente, aparecen, sin embargo, las sospechas. En primer lugar,
la fuente que dio a conocer la historia al mundo fue Al Arabiya , que informó
de la existencia de 500 muertos, según algunos “activistas”. De allí saltó a
otros medios internacionales. Más tarde, el número de supuestos muertos fue
cambiando por minuto – 635 para USA Today y 1.300 para Sky News, propiedad de
Rupert Murdoch.
Al Arabiya, origen de la
historia, no es precisamente neutral en el conflicto sirio. Fue creada en 2002
por la familia real saudí en Dubai. Es propiedad en su mayor parte de una
compañía saudí, la Middle East Broadcasting Center (MBC). Arabia Saudí es la
principal sostenedora, con armas y fondos, de los grupos [terroristas] que
buscan derrocar al presidente de Siria. La cadena lleva a cabo una cobertura
dominada por alegaciones y ataques incendiarios contra el gobierno de Assad.
Cuando examinamos el
contexto de la historia, se vuelve incluso más sospechosa. Se afirma que “los
activistas del Comando Central Revolucionario Sirio (una especie de cuartel
general de los grupos militantes) afirmaron que los aviones del régimen estaban
sobrevolando el área después de un bombardeo y acusaron a las fuerzas leales al
presidente Bashar al Assad de utilizar agentes químicos”. Esto es dudoso a
muchos niveles. En primer lugar podemos imaginar que activistas
antigubernamentales que luchan contra las fuerzas de Assad no serán exactamente
una fuente neutral.
Más tarde, la historia se
vuelve incluso más dudosa. En el texto del artículo habla de que el
“Observatorio Sirio de los Derechos Humanos dijo que decenas de personas
resultaron muertas, incluyendo niños, en un fuerte bombardeo”. El OSDH ha sido
la fuente de todos los informes negativos sobre el gobierno sirio desde el
inicio de la guerra en 2011. Lo más curioso sobre el OSDH, aparte de su nombre
“humanitario”, es que tal “Observatorio” consiste en un solo exiliado sirio que
ha vivido en Londres durante 13 años y cuyo nombre es Rami Abdul Rahman. Él es
un sirio suní que posee una tienda de ropa y maneja una página de Twitter desde
su casa. Sorprendentemente, sus informes alimentan los grandes medios de
información. Su cobertura es, sin embargo, cualquier cosa menos objetiva y
libre de prejuicios.
Otro aspecto sospechoso de
la historia es que coincide con la llegada, dos días antes, de un equipo de
inspección de las armas químicas de la ONU, que recibió la autorización del
gobierno sirio para investigar las alegaciones sobre el uso de armas químicas
en la guerra. Esto plantea una cuestión obvia: ¿Qué motivo concebible iba a
empujar a Assad a utilizar armas químicas prohibidas justo en el momento en que
accedió a que un equipo de especialistas en armas químicas de la ONU entrara en
Siria?
El equipo tiene como misión
inicial la de investigar la utilización de armas químicas por parte de los
grupos militantes durante un ataque llevado a cabo el 19 de Marzo en Jan al
Assad y otras dos localidades. En mayo, Carla del Ponte, miembro de la
"Comisión de Investigación Independiente" de la ONU sobre Siria, dijo
que los testimonios y las muestras reunidos de los muertos y el personal médico
de Siria indicaban que el gas nervioso sarin había sido utilizado por los
combatientes rebeldes. No fueron halladas, sin embargo, pruebas acerca del uso
de tal gas por parte de las fuerzas del gobierno.
Esto resultó muy embarazoso
para la facción de los halcones belicistas en el Pentágono y el Departamento de
Estado, que presionaban a Obama para una escalada que llevara directamente a
una intervención militar, incluyendo la declaración de una zona de exclusión
aérea, lo cual supondría de facto un acto de guerra contra Siria. En 2012 Obama
declaró que el uso de las armas químicas por el presidente sirio sería una
“línea roja” que cambiaría los cálculos estadounidenses sobre si intervenir o
no en el conflicto y el gobierno sirio es perfectamente consciente de eso.
Cabe decir finalmente que la
región que resultó ser la supuestamente atacada por las fuerzas de Assad con
gases químicos, la Guta Oriental, fue recuperada por las fuerzas del gobierno
en mayo tras derrotar a los terroristas de Yabhat al Nusra, como parte de una
serie de victorias contra las fuerzas insurgentes, y no es escenario en la
actualidad de una resistencia importante en contra de las fuerzas de Assad.
A falta de la evaluación de
jueces genuinamente independientes sobre las alegaciones de la cadena saudí Al
Arabiya, deberíamos considerar estas afirmaciones dentro de la categoría de
propaganda de guerra, tal y como sucedió con otros hechos tales como el
incidente del Golfo de Tonkín en 1964. Aquel incidente fue fabricado por el
Pentágono con el fin de obligar al Congreso de EEUU a que diera al presidente
Lyndon B. Johnson la autorización para “asistir a cualquier país del Sudeste
Asiático cuyo gobierno esté considerado en peligro por la agresión comunista”.
La resolución se convirtió en la justificación legal de Johnson para desplegar
[masivamente] fuerzas estadounidenses en Vietnam y abrió la puerta a una guerra
abierta contra Vietnam del Norte.
William Engdahl es un
periodista estadounidense, especialista en energética y geopolítica. Su último libro publicado: Gods of Money: Wall Street
and the Death of the American Century (2010).
Fuente: La Haine
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