jueves, 29 de agosto de 2013

Un mundo muy distinto al que esperaba Obama



Por Julie Pace  | Agencia AP

Después de casi cinco años en la presidencia, Barack Obama enfrenta un mundo muy diferente al que tenía en mente cuando asumió el cargo.

La influencia de Estados Unidos declina en Medio Oriente en momentos en que la violencia y la inestabilidad estremecen a los países árabes. Un ambicioso intento de relanzar las relaciones con Rusia fracasó. E incluso en Europa, donde Obama goza de simpatía, hay un profundo escepticismo por el escándalo de espionaje electrónico.

En algunos casos, la situación se debe a factores fuera del control de la Casa Blanca. Pero varios analistas dicen que también es culpa de algunas malas decisiones del presidente.

Como ejemplos están el no haber calculado cuáles serían las consecuencias de los levantamientos populares de la "primavera árabe", el fijar en público expectativas poco realistas en torno a una mejor relación con Rusia y el tener un proceso de toma de decisiones basado en reacciones ante los acontecimientos que puede dar la impresión de que la Casa Blanca pasa de una crisis a otra sin una estrategia más amplia.

Rosa Brooks, ex funcionaria del Departamento de Defensa que dejó el gobierno en 2011, opinó que, aunque la disminución de la influencia de Estados Unidos en el extranjero precede a este gobierno, "en ocasiones Obama puso al mismo nivel el «no tenemos influencia» con el «no vale la pena hacer nada»". Es precisamente con Siria donde eso quedó reflejado, hasta el supuesto ataque químico, que provocó inmediatas reacciones en Europa y respuestas algo más lentas en Washington.

El presidente defiende su enfoque diciendo que la capacidad de Estados Unidos para solucionar por sí solo los problemas del mundo es "exagerada". Pero el mayor reto a su filosofía de no intervención es la cada vez más complicada situación en el mundo árabe. El mandatario vio un panorama muy favorable en la región cuando asumió el cargo y prometió "un nuevo comienzo" con el mundo árabe cuando viajó a El Cairo, en 2009. Pero las protestas en favor de la democracia que se extendieron por toda la región rápidamente lo obligaron a modificar sus estrategias. Aunque Estados Unidos respaldó el derecho de los pueblos a la democracia, la violencia subsecuente con frecuencia dejó a Obama inseguro de cuál debía ser su próximo paso o lo hizo tomar medidas que logran poco para modificar la situación.

Pocos expertos en política exterior pronosticaron los levantamientos de la "primavera árabe", y es poco probable que Estados Unidos pudiera haber hecho algo por evitarlos. Pero algunos analistas dicen que Obama no comprendió debidamente las siguientes etapas de los movimientos populares, como la capacidad del presidente sirio, Bashar al-Assad, para aferrarse al poder y la fortaleza de los partidos islamistas en Egipto.

"El presidente no ha tenido una visión estratégica a largo plazo. Están reaccionando a medida que surgen las cosas", dijo Vali Nasr, que asesoró al gobierno de Obama en política exterior en su primer período.

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