Por Salim Lamrani
Opera Mundi
Mientras
la crisis golpea a las capas populares y a las clases medias, en Francia, las
grandes fortunas aumentaron su riqueza en 25% en apenas un año.
Con una producción anual superior a 1,9 billones de euros, Francia, quinta
potencia mundial, jamás ha sido tan rica en su historia. No obstante, desde
1945, el país nunca ha tenido a tantos desheredados con más de 8,6 millones de
personas que viven debajo del umbral de pobreza, o sea más del 14% de la
población. Un informe gubernamental elabora esta alarmante constatación y
reconoce “la masificación de una precariedad que alcanza a hogares antes
protegidos”.[1]
Los niños y jóvenes en general son las primeras víctimas de la pobreza. “Cada
vez más jóvenes adultos y niños sólo conocen la pobreza como condición de
futuro”, admite el gobierno francés de François Hollande. En efecto, dos de
cada tres nuevos pobres, o sea el 65%, son niños de menos de 18 años. La
pobreza de los menores de edad alcanza el 19,6%. En total, 2,7 millones de
niños viven debajo del umbral de pobreza. Además, el 21,9% de los 18-24 años, o
sea más de un millón de jóvenes, viven en la indigencia. La situación es aún
más dramática en las zonas urbanas sensibles (ZUS) donde el 49% de los niños y
el 42,5 de los 18-24 años viven en un hogar pobre.[2]
Por otra parte, el 12% de los jóvenes no dispone de un diploma y cada año más
de 130.000 salen del sistema escolar sin ninguna calificación. Más del 10% de
los jóvenes de 17 años presentan dificultades para leer.[3]
Las mujeres de más de 75 años son también las más vulnerables a la indigencia
material. En efecto, el 14,1% de ellas viven debajo del umbral de pobreza. El
gobierno reconoce que “la situación de las mujeres de más de 75 años se [ha] deteriorado
de modo significativo”.[4]
Lo mismo ocurre con las familias monoparentales, en la mayoría de las cuales el
cabeza de familia es mujer. Cerca del 32,2% de ellas viven en la pobreza, o sea
un total de más de 1,8 millones de personas.[5]
Poseer un trabajo no es una protección frente a la pobreza. Así, cerca de 1,5
millón de personas activas, o sea el 6,2% de los trabajadores, viven debajo del
umbral de pobreza. Varios factores, como la precariedad del empleo, el poco
tiempo de trabajo o el nivel de los salarios, explican esta situación.[6]
Entre los inmigrantes en situación regular, la tasa de pobreza supera el 40%.
El informe señala que “las personas procedentes de la inmigración siguen siendo
las más vulnerables al riesgo de pobreza monetaria”.[7]
A la pobreza se agrega la extrema pobreza (menos del 40% del salario medio,
1.605 euros) que afecta a 2,1 millones de personas, o sea el 3,5% de la
población francesa. Las autoridades reconocen que “las situaciones de extrema
pobreza se extienden desde hace varios años”. “El incremento la tasa de pobreza
al 40% […] ilustra también un deterioro de la situación de los más pobres”,
según el informe.[8]
A la pobreza monetaria y a la extrema pobreza se añade la pobreza en
condiciones de vida. Cerca del 12,6% de los franceses no tiene acceso “a los
principales derechos fundamentales, como el acceso a una vivienda, al sistema
de salud, al sistema bancario, al sistema educativo o a la formación”. Así, 3,5
millones de personas declaran padecer frío en su vivienda por no poder pagar la
factura energética, y “el 15% de la población metropolitana declara renunciar a
cierta atención médica por razones económicas”. La Fundación Abbé Pierre señala
que existen 3,65 millones de personas sin una vivienda decente en Francia.[9] Así, en total, el 26,6% de la población
francesa sufre pobreza monetaria o pobreza en condiciones de vida.[10]
A guisa de conclusión, el informe gubernamental señala con sobriedad que “sólo
las categorías más acomodadas se libran del estancamiento o la disminución de
su nivel de vida”. No se extiende sobre el tema y hay una razón para ello.[11]
Los ricos son
cada vez más ricos
Si la gran mayoría de los franceses sufren la crisis económica, las categorías
más adinerados nunca han sido tan ricas. En efecto, las primeras 500 fortunas
de Francia vieron su riqueza global crecer un 25% en un año. Ésta se establece
ahora en 330.000 millones de euros y nunca ha sido tan elevada. Incluso aumentó
en un 300% en los últimos diez años y representa ahora más del 15% del PIB y el
10% del patrimonio financiero del país. Así, el 0,000001% de la población posee
el 10% de la riqueza nacional, dicho de otra manera, el 1/10 de la riqueza se
encuentra entre las manos del 1/100.000 de la población.[12]
Esta oligarquía financiera cuenta con 55 personas cuya fortuna supera los 1.000
millones, o sea 10 más que el año pasado. El más pobre de los 500 millonarios
posee 64 millones de euros de patrimonio. El top 10 de la clasificación vio su
riqueza aumentar en 30.000 millones de euros en apenas un año para alcanzar
135.000 millones de euros. Bernard Arnault, director general de LVMH, posee una
fortuna de 24.300 millones de euros, un incremento de 3.100 millones con
respecto al año anterior. Liliana Bettencourt, heredera de l’Oréal, presenta un
patrimonio de 23.300 millones, un aumento de 7.900 millones. Gérard Milliez del
grupo Auchan con 19.000 millones, Bertrand Puech de Hermès con 17.400 millones,
el vendedor de armas Serge Dassault del grupo Marcel Dassault con 12.800
millones, François Pinauld del grupo Kering con 11.000 millones, Vincent
Bolloré del grupo Bolloré con 8.000 millones, Pierre Castel (cerveza) con 7.000
millones, Alain Wertheimer de Chanel con 7.000 millones y Xavier Niel de Free
con 5.900 millones, completan la lista.[13]
Esta concentración extrema de riqueza contrasta con la explosión de la pobreza
y de la extrema pobreza en Francia e ilustra la imperiosa necesidad de una
justa y equitativa repartición de las riquezas. Semejante poder financiero en
manos de una ínfima minoría de opulentos le da una influencia considerable
sobre las decisiones políticas que toman los gobernantes y un poder desmesurado
sobre los destinos de la nación. Ya en 1789 Maximilien Robespierre advirtió de
los peligros que representaba la oligarquía para la democracia y denunció “el
yugo de la aristocracia de los ricos, la más insoportable de todas”: “Los ricos
quieren todo, quieren invadir todo y dominar todo. Los abusos son la obra y el
dominio de los ricos, son las plagas del pueblo: el interés del pueblo es el
interés general, el de los ricos es el interés particular”. Quizás sea tiempo
de meditar estas palabras…
*Doctor en
Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV,
Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista,
especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se
titula The Economic War Against Cuba. A Historical and Legal Perspective on
the U.S. Blockade, New York, Monthly Review Press, 2013, con un prólogo de
Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.
Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
[1] Ministère des
Affaires sociales et de la Santé, « Rapport du gouvernement sur la
pauvreté en France », République française, diciembre de 2012. https://www.onpes.gouv.fr/IMG/pdf/rapport-pauvrete_gouvernement-decembre2012.pdf
(sitio consultado el 19 de julio de 2013).
[9] Fondation Abbé
Pierre, « Les chiffres du mal-logement en 2013 », 2013. http://www.fondation-abbe-pierre.fr/_pdf/rml-18-chiffres.pdf
(sitio consultado el 19 de julio de 2013).
[10] Ministère des
Affaires sociales et de la Santé, « Rapport du gouvernement sur la
pauvreté en France », op. cit.
[12] Eric Treguier,
« Niel débarque dans le top 10 des plus grandes fortunes aux côtés de
Arnauld et Bettencourt », Challenges, 11 de julio de 2013.
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