lunes, 13 de mayo de 2013

La ALBA-TCP: un proyecto de integración cualitativamente superior.


Por Orisel Sierra Santiesteban

La ALBA-TCP es, en mi opinión, un proyecto de integración cualitativamente superior a los disímiles y numerosos procesos de integración regional o subregional que se han desarrollado en toda América desde 1960, incluido el NAFTA, muy alabado por los intelectuales y académicos de la derecha. En primer lugar porque es un proyecto incluyente, que toma en cuenta todos los grupos sociales de los diferentes países que componen el mecanismo integrador, y no solo a los grupos dominantes, que tienen en su haber un largo camino de intentos fallidos, fundamentalmente porque han estado basados en la prolongación de su dominio sobre los otros sectores sociales y de la extensión de los beneficios que les ofrece la relación subordinada al capital trasnacional y nacional, muy a tono con lo que Osvaldo Martínez[i] refiere como una integración de los capitales.

Además es un proyecto que toma en cuenta las asimetrías de sus miembros y aprovecha de cada cual lo que le es permitido dar en un intercambio de retroalimentación común, en el que todos se benefician y no solo lleno de bondades dadivosas de su socio más poderoso (específicamente por el petróleo) de Venezuela y de uno de sus promotores más fervientes el “presidente-comandante” Hugo Chávez como muchos han querido señalar.  Muchas veces el respeto y la solidaridad hacia y con los países de menos recursos, como en el caso de PETROCARIBE para la zona del Caribe, se ha querido ver como la exportación de un modelo (pretexto antiguamente utilizado con la Revolución Cubana en el marco de la Guerra Fría) y no como la verdadera consolidación de una estrategia integracionista en la búsqueda de la real independencia de los países de esta área de la hegemonía estadounidense, en particular, y del imperialismo global, en sentido general.

La solidaridad que promueve la ALBA dista mucho de la caridad que ha sido el  instrumento empleado para la integración que por siglos ha propuesto el sistema interamericano y que ha fortalecido el afianzamiento de Estados Unidos como centro de la región, garantizando la dependencia económica, política, cultural, diplomática, jurídica, y la más terrible en mi opinión, ideológica de las naciones latinoamericanas hacia esa superpotencia, la única hasta ahora multidimensional.[ii]

La ALBA es el primer mecanismo de integración que se propuso, y en mi opinión ha logrado positivamente, mediante el uso de los medios de comunicación y otras vías como INTERNET, cuestionar el american way of life de una manera seria y consecuente, a partir de la construcción de un discurso propio de la región, y la creación de otro modelo de vida, o paradigma, para nuestros pueblos más a tono con nuestras necesidades y capacidades que promueve un respeto a la naturaleza y el cuidado del medio ambiente y a la biodiversidad, en contraposición a la explotación desmedida de los recursos naturales que fomenta ese modo de vida, fundamentado exclusivamente en la búsqueda de ganancias. Eso sin dejar de mencionar que ha favorecido el conocimiento de los diferentes pueblos que componen el área, que aunque parezca difícil de creer en mucho de los casos nos son totalmente desconocidos y en otros totalmente indiferentes. Este instrumento ha servido a un auto-reconocimiento de nuestras diferencias al tiempo que a un acercamiento de nuestros pueblos, desde la emisión de la verdad, y no la desinformación a la que la región ha sido sometida, muchas veces exacerbando sentimientos de odio y discriminación racial, en el último siglo por el predominio exclusivo del monopolio estadounidense sobre este sector. 

Además, aunque la ALBA dentro de sus bases fundadoras contiene la integración económica y comercial entre sus miembros, da prioridad a la integración política y social, aspecto que determina su superioridad frente a los otros proyectos integracionistas, incluso de aquellos con resultados más palpables como la CARICOM y el MERCOSUR. “La integración no puede reducirse al comercio, ni medir sus avances por el crecimiento del intercambio comercial, ni éste puede encerrarse entre las rejas del llamado ‘libre comercio’”.[iii] Ejemplos concretos de la prioridad que se le da en los marcos de la ALBA a lo social lo constituyen las misiones médicas-humanitarias como la Operación Milagro y la campaña Yo Sí Puedo para la alfabetización de los sectores más excluidos.

Es también el primer proyecto que surge como una alternativa a la hegemonía estadounidense, y por extensión, a las oligarquías y burguesías nacionales, que lo excluye explícitamente y conscientemente y convoca la integración desde los sólidos pilares de la identificación histórica y cultural de las naciones latinoamericanas y caribeñas, y en la comprensión de que la unidad es el único modo posible para alcanzar el desarrollo y enfrentar los retos cada vez mayores del sistema internacional.  

El compromiso de sus creadores con el mejoramiento de la situación de sus pueblos es una diferencia también con el resto de los proyectos existentes, gobiernos con una posición independiente y autónoma que construyen su política exterior y de integración sin estar subordinados a Estados Unidos y que son exponente de una política transformadora de la situación existente. 

La sola existencia de la ALBA denota los cambios de la región y además la creencia de que es posible creer en un futuro mejor, porque si bien es cierto que falta mucho por hacer y que todo parece indicar que la ALBA es solo un proyecto de gobierno y no de Estado y que puede desaparecer una vez que sus promotores no estén en el poder, es la primera vez que un proyecto de la región se expresa en términos más allá de los puramente económicos, y se remonta a los pilares integracionista del verdadero panamericanismo, el antiimperialismo martiano, y la creación de un mecanismo confederativo, a la manera bolivariana, que permita a todos integrarse y alcanzar mediante esta unión un mayor reconocimiento en el mundo.

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