Lic. Yoslán Silverio
González (1).
El escenario
en la zona occidental del desierto del Sahara se ha complicado de manera
notable por las consecuencias negativas que sobre toda la región ha provocado
el conflicto en Mali, internacionalizado a raíz de la intervención directa de
Francia, apoyada por los países africanos miembros de la Comunidad Económica
de Estados de África Occidental (CEDEAO), más Chad. El conflicto tiene un
efecto de contagio hacia los países fronterizos, especto que actuó en favor de
que todos los países que se ven directamente implicados, apoyaran una
intervención que busca eliminar la amenaza que para su seguridad representan
las redes de organizaciones terroristas de corte islámico que operan por todo
el desierto del Sahara y la zona del Sahel.
El primero de
los factores que preocupó a los gobiernos africanos fue el hecho de que un
nuevo levantamiento de los tuareg avanzara de manera tan vertiginosa hacia el
sur de Mali, alcanzando una victoria aplastante contra el ejército regular
maliense. Los tuareg o imuhagh integran un pueblo bereber o amazigh del
desierto de Sáhara. Son un pueblo nómada que domina históricamente las rutas
del comercio del desierto del Sáhara. Se llaman a sí mismos "los hombres
libres" y presumen de no haber estado nunca sometidos a ninguna autoridad
ni Estado. En el reparto colonial, el trazado de las fronteras en África, dejó
a los 'hombres azules' divididos por cinco países (Argelia, Libia, Malí, Níger
y Burkina Faso). Se concentran sobre todo en el norte nigerino y el maliense,
donde representan aproximadamente el 10% de las poblaciones nacionales, llegando
a representar un millón en Níger y algo menos en Mali. Otros grupos de amazigh
habitan en el sur de Argelia y el suroeste de Libia, donde son pequeñas
minorías de unos 50 mil o menos y tal vez 25 mil en Burkina Faso y otros pocos
en Mauritania con una significativa práctica del nomadismo (2).
Los hombres
tuareg son identificados
tradicionalmente por el velo que le cubre la boca y el maquillaje azul
que usan (3). Los tuareg han protagonizado varios levantamientos armados para
conseguir que se reconozca la autonomía de su pueblo o la creación de un país
propio en la región. El conflicto tuareg se remonta a los años sesenta, cuando
se independizaron los países de la zona, del poder colonial francés. Su
contigua marginación dentro de los poderes políticos regionales los condujeron entre
1990 y 1996 a
combatir contra los gobiernos centrales de Malí y Níger en una revuelta que
fuera inspirada por una grave hambruna y la dura represión contra sus derechos
políticos.
El norte del
país seguía tan abandonado como siempre. El conflicto con el Estado se había
prolongado durante décadas con etapas de guerra, tregua y acuerdos de paz que
no eran efectivos. Recientemente volvieron a tomar las armas entre 2007 y 2009 a causa de la lenta e
insatisfactoria desmovilización e integración de los rebeldes en la vida civil
y las Fuerzas Armadas. En el proceso, varios políticos tuareg fueron
destituidos de sus cargos y algunos terminaron en la cárcel.
La más
reciente rebelión – iniciada en enero de 2012 -
fue posibilitada por el respaldo que supuso el regreso de centenares de
combatientes tuareg que habían trabajado en Libia para el depuesto coronel
Muamar el Gadafi. Los milicianos llegaron a sus tierras cargados de armamento provenientes
de los arsenales de Gadafi, dispuestos a batirse por la región del norte de
Malí que ellos denominan Azawad, la cuna de los hombres azules. Esto fue un
resultado claro de la ramificación del conflicto en Liba hacia el sur del
Sahara. Todo lo anteriormente explicado
es fundamental para comprender el temor que existía sobre un posible
levantamiento tuareg en la región, sobre todo de los que están al otro lado de
la frontera – en Níger – con los cuales se mantienen los mayores vínculos.
Debido a la interconexión que existe
entre los tuareg a ambas partes de la frontera Mali – Níger, el levantamiento
en Malí podría servir de aliciente para que los tuareg nigerinos comenzaran un
movimiento de apoyo a los de Malí por reivindicaciones económicas y políticas.
Otro aspecto
vinculado con ello es el hecho del precedente que marcaba el hecho de que un
movimiento insurgente su hubiera alzado en armas reclamando un espacio
territorial en el cual llegaron a declarar un Estado independiente. En el
continente existen otros reclamos territoriales de este tipo como por ejemplo
el de la población de la región de Casamance en Senegal, que aspira a la
independencia, sectores también
separatistas en el enclave angolano de Cabinda, el propio Estado de Somaliland,
no reconocido internacionalmente, pero que funciona desde hace más de una
década como tal y el antecedente más importante lo constituyó la separación de
Sudán del norte y Sudán del Sur. Es
decir, los reclamos secesionistas en África no son algo nuevo y varían en su
grado de radicalización. La Unión Africana
(UA), no reconoce dichos reclamos separatistas, de aquí que se condenara la
proclamación del “Estado de Azawad”. La UA siempre ha abogado por el
respeto a las fronteras heredadas del colonialismo. Lo sucedido en Mali puede
ser visto como una alerta para los gobiernos africanos que se muestren
incapaces de contener este tipo de levantamientos secesionistas y que sobre
todo pongan en peligro los intereses extranjeros. Las potencias occidentales no aceptarán –
contrario a lo que hicieron en Sudán – la ocurrencia de divisiones territoriales
en países africanos y mucho menos sobre
concepciones islamistas.
La situación
a lo interno de Azawad se complicó cuando elementos islamistas, que siempre
habían estado transitando por toda la zona, vieron en la crisis de Mali, la
posibilidad de asentarse en una región, que viene a ser el mismo centro del
Sahel occidental. Desde entonces comenzaron a infiltrar el proceso de lucha
territorial de los tuareg hasta que llegaron a crear fisuras dentro del
Movimiento Nacional de Liberación de Azawad. Los tuareg radicales se separaron
y crearon una nueva organización – Ansar al Dine - que junto con Al Qaeda en el Magreb (AQMI) y
el Movimiento para la
Unicidad de la
Jihad en África Occidental (MUJAO) complejizaron aún más el
panorama interno. Las declaraciones de dichos grupos islamistas daban cuenta de
sus intenciones de llevar la lucha más allá de las simples “fronteras”
reclamadas por una parte de los tuareg. En este sentido comenzó a ser preocupante
para los países de la región y los intereses europeos, que el gobierno de
transición en Mali sucumbiera ante esta nueva incursión islamista que se
abalanzaba sobre Bamako.
La lucha de
los tuaregs por conseguir la autonomía de se región en el Sahel quedó
secuestrada así por el empuje islamista y el MNLA, que había liderado por un momento las
reclamaciones autonomistas, se ha visto superado por Ansar al Din. En este
conflicto los tuareg vuelven a quedar en un segundo plano. La profesora del
Instituto de Investigación y Enseñanza de la Negociación de París,
Cristina Barrios plantea que los islamitas y los tuareg no persiguen las mismas
reivindicaciones. Las de los tuaregs del Azawad tienen un sentido territorial,
la de los movimientos islamistas es transnacional y lo que realmente pretenden
es la implantación de un estilo de vida"(4).
Las acciones
transfronterizas que desarrollan los islamistas de AQMI, son vistas como un
riesgo para la seguridad de los países de la región. El grupo AQMI opera en un
amplio escenario que va desde suelo
argelino, asentados ya desde hace años en la montañosa región de la Cabilia, en el norte, y la
región del Sahel, en el sur, hasta los territorios de Sudán. Todo ello incluye
países como Mali, Níger, Chad y el norte de Nigeria, aunque sus acciones se
pueden hacer extensivas a otras fronteras del área. Sus fuentes de
financiamiento provienen de los ingresos obtenidos por el tráfico de drogas con
destino a Europa occidental y a través del pago de los secuestros de personas
de procedencia europea. "Alrededor del 80% de los fondos de AQMI proceden
de los rescates", según Salima Tlemcani, experto en AQMI del diario argelino
El Watan (5).
Por lo tanto
la intervención extranjera fue fundamentada en las supuestas vinculaciones que
existían entre la insurgencia tuareg y las bandas de Al Qaeda y la necesidad de
poner freno a la amenaza que supondría para la paz y la estabilidad de todo el
Sahel que se consolidase un territorio islamista en el centro del Sahel y que
pudiera ser utilizado para ampliar sus dominios por el África Occidental. Ello
lleva a pensar que el teatro de operaciones militares no se va a reducir solamente
al espacio territorial de Mali, aunque las principales acciones se desarrollen
aquí, ya existen acciones de inteligencia y contraespionaje, impulsado por los
drones estadounidense que sobrevuelan las zonas desérticas en busca de pequeños
comandos islamistas. Se ha encontrado de
esta forma el pretexto perfecto para legitimar la presencia militar de las
potencias occidentales en la zona. De igual forma estos acontecimientos son un
estímulo para retomar el concepto imperialista de “lucha contra el terrorismo”
trasladado ahora al escenario saheliano y buscando frenar las acciones de la
rama magrebí más activa de Al Qaeda.
Los actores
internacionales con mayores intereses en la zona - La Unión Europea y Estados Unidos - han estado preocupados por la creciente
influencia de AQMI en el Sahara – Sahel y ven cómo la región se ha convertido
en un centro clave para los narcotraficantes y contrabandistas de armas. Europa teme que la red terrorista se haga
extremadamente fuerte en la zona y la utilice como base para futuros ataques
contra nacionales europeos mediante los secuestros y contra los intereses de sus
empresas transnacionales (6). Por supuesto, esta percepción occidental de la
“amenaza” islamista no ha sido nueva, y se ha venido construyendo desde hace una
década cuando se creó por parte de Estado Unidos la Iniciativa Pan
Sahel de lucha contra el Terrorismo en el 2003 ampliada en el 2005 en la Iniciativa
Transhariana de Lucha contre el Terrorismo.
En el marco de
esta Iniciativa, el Gobierno de Estados Unidos tiene un programa de asistencia
antiterrorista y de seguridad, que suponen el desembolso de un monto anual de
varios millones de dólares para los países de la región, firmantes todo de
dicho plan antiterrorista. Washington ha facilitado al gobierno de Mali
millones de dólares en armas y equipos para luchar contra la versión local de
Al Qaeda y el crimen organizado Al mismo tiempo EEUU entrena a soldados
africanos para capacitarlos, con entrenamiento militar y asesoría para hacer
frente a este tipo de actividades. Mali ha sido uno de los principales
beneficiarios de estas ayudas militares de Estados Unidos que habían convertido
a Mali en el principal modelo de su lucha antinsurgente en la zona. Sus tropas
habían entrenado al ejército de Mali, el mismo que se derrumbó en las primeras
batallas contra los tuaregs (7).
A raíz del
conflicto y la intervención militar, la expansión de Al Qaeda por el Sahara es
algo evidente, aumentado el nivel de su actividad. Por lo que a largo plazo no
se vislumbra que sus redes puedan ser neutralizadas y la región se está
consolidando como un terreno en el cual el grupo opera con total libertad. Ello
va a implicar el aumento de la presencia militar directa o mediante el apoyo
logístico de Estado Unidos y Francia, fundamentalmente. Al mismo tiempo los
servicios secretos de muchos países occidentales han incrementado su actividad de
espionaje, un ejemplo de ello es la base de drones
que Estados Unidos quiere establecer en Níger para monitorear el desierto en
busca de los grupos islamistas.
Para Andrew McGregor,
analista del think tank
estadounidense The Jamestown Foundation, el trato diferenciado que se le está
dando al gobierno de transición en el país, responde al hecho de que el depuesto
presidente Amadou Toumani Touré se había negado a la construcción de bases
militares europeas en territorio maliense para acabar con los islamistas de Al Qaeda. Dicho proyecto a mediano
plazo sí parece interesar a los militares golpistas dirigidos por Haya Sanogo,
que siempre habían visto, la solución del conflicto en el norte, mediante el
prisma de la fuerza militar, de aquí que hayan sido los artífices principales
de la solicitud de intervención.(8) Un ejemplo más que evidencia el grado de
militarización en el que podría caer la zona. Existen antecedentes sobre el
interés francés de establecer una base militar en la ciudad de Tessalit, a lo
cual se había negado el depuesto presidente maliense. La base de Tessalit tiene
un alto valor estratégico en el plano económico y militar, para la lucha contra
la emigración “clandestina” y AQMI”(9).
Todo ello
guarda estrecha relación con el hecho de que la OTAN esté maniobrando para asegurarse el control
geoestratégico, no sólo del norte de Mali, sino también de la amplia zona del
Sahel, mediante el aumento indiscutible de su influencia militar para poder
hacer frente a los comandos de Al Qaeda. Para poder impulsar esta idea, el alto
mando militar de la OTAN
necesita un gobierno débil en Bamako y unas fuerzas armadas complacientes. La forma en la que se han
desarrollado los acontecimientos puede operar como un pretexto para relanzar el
AFRICOM, que aunque el Comando no esté radicado en ningún país africano en
específico, de facto ya está operando en la zona.
El sector
militar sigue desempeñando un papel activo en la vida política de las naciones
africanas. La fórmula del golpe de Estado difícilmente podrá desaparecer del
escenario político. La intervención de los militares se presenta como una
variante para la solución de los conflictos internos o de las crisis políticas.
A pesar de la condena regional e internacional que provoca un golpe de Estado,
se llega a una transición política que es aceptada luego por las instituciones
internacionales. Es probable que dicha experiencia se siga repitiendo en algunos
países del África Subsahariana que tienen situaciones internas sensibles, que
agravadas, podrían provocar la intervención de los militares. En este escenario
las fuerzas armadas se presentan como la garantía de la “democracia” al estilo
de lo que sucedió en Níger cuando el presidente trató de modificar la Constitución que le
permitiría postularse por tercera vez a la presidencia. A su vez se ha
evidenciado la incapacidad de la UA
y de la CEDEAO
para la solución de los conflictos por la vía diplomática.
Habría que
prestar atención a la forma en la que se produjo la intervención en Mali. Se
sigue confirmando la tendencia de los últimos años de buscar una solución a los
conflictos internos mediante intervenciones extranjeras y peligrosamente el
organismo de concertación regional: la CEDEAO, ha sido su principal impulsor. Los
ejemplos al respecto se tienen en la decisión de mandar un contingente de
soldados de la CEDEAO
para restablecer el orden democrático tras un golpe de Estado en Guinea Bissau.
Los mismo ocurrió en Costa de Marfil luego de un conflicto post electoral, que
se resolvió producto de la intervención de Francia mediante las fuerzas de mantenimiento
de paz de la ONU. La
experiencia se vuelve a repetir en Mali, ahora con el acuerdo de los países de
la subregión.
La
inestabilidad propia del Sahel puede alcanzar a Argelia país que posee una gran
influencia en la zona y está indisolublemente vinculada al norte de Mali (10).
Argelia se ha enfrentado desde la década del 90 a los islamistas. El grupo AQMI hasta el 2007 era conocido como
Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, que dirigido por Mokhtar Belmokhtar, operaba
en un amplio escenario del suelo argelino y estaban asentados en la montañosa
región de la Cabilia. Su
creciente protagonismo hizo que una de sus ramas extendiera sus áreas de
operaciones hacia los países de Mauritania, Mali y Níger, saliendo de las
regiones del Sahara argelino. Este proceso también había sido posibilitado por
la ofensiva del gobierno argelino que logró neutralizarlos. Al ser expulsados
del note de Mali – objetivo de la intervención de Francia – Argelia será quien
reciba un aumento de las principales acciones de dichos comandos, que en la
práctica no habían desaparecido del escenario argelino.
Una de las secuelas
del efecto de contagio del conflicto sería el incremento de la inestabilidad en
Nigeria. En el norte de Nigeria, el aumento de la escalada de violencia en los
últimos meses también ha afectado fuertemente a las comunidades. Algunos
puestos fronterizos de los estados de Borno y Yobe han sido cerrados debido a
la inseguridad. En otras fronteras las exportaciones se han visto
dramáticamente reducidas, y esto tiene un mayor impacto en la capacidad de
importar comida de países como Níger y Chad, gravemente afectados. Además, la
zona septentrional de Nigeria ha sido afectada en los últimos años por los
ataques terroristas que han afectado a
la población civil. Hasta el momento el costo humano ha sido alto, sin poder
contabilizar la cantidad de muertos por los enfrentamientos entre cristianos y
musulmanes. Dichos hechos le son atribuidos a la organización islamista Boko
Haram (BH) que sostiene vínculos con AQMI y ha actuado también en Níger. Hasta
el momento el gobierno central nigeriano no ha podido neutralizar las acciones
de BH, ni disminuir su influencia dentro del país. Ha persistido la incapacidad
del gobierno para mantener la estabilidad interna. Por lo tanto es previsible
que BH se vea dinamizado en el norte de Nigeria influenciado por los acontecimientos
en Mali.
Los impactos
humanitarios de la crisis maliense se extienden a todos los países fronterizos.
Más de 200.000 personas han sido desplazadas de sus hogares, la mitad de ellas han
cruzado las fronteras y carecen de condiciones apropiadas en las regiones a las
que están arribando como la falta de abastecimientos de agua, saneamiento, refugio
y comida. Los mercados de alimentos se están viendo fuertemente afectados por
la situación, lo que está dificultando
el suministro de comida a las comunidades. La crisis alimentaria, que afecta ya
a 13 millones de personas en el Sahel desde
el 2012, sigue agudizándose y sin ninguna perspectiva de solución. Ello ha sido
el resultado de la combinación de distintos factores como la escasez de
lluvias, las plagas de langostas, la caída de la producción de cereales del
25%, así como el incremento en el precio de los alimentos, que en regiones como
Gao, en el norte de Mali, fueron un 70% más alto que la media de los últimos
cinco años.
Se plantea que
las rutas de migración tradicionalmente usadas por los pastores se han visto
también interrumpidas. El conflicto ha causado que el ganado, una fuente
esencial de comida y sustento, haya sido desviado hacia el sur de Mali cruzando
el país con destino a Burkina Faso, Mauritania y Níger. Allí los niveles de
forraje, comida y agua son peligrosamente bajos y amenazan su supervivencia
(11). Mali no tiene acceso al mar, por lo que todas sus importaciones vienen
por vía aérea o por tierra cruzando el territorio de los países vecinos, los
cuales habían cerrado sus fronteras como una de las medidas impuestas por la CEDEAO. En la misma línea, se
ha reducido la capacidad para cruzar las fronteras en busca de fuentes
alternativas de ingresos y de ocupación para apoyar a las familias. Esta manera
de actuar es una forma tradicional de sobrellevar los períodos de crisis, con
población nigerina viajando para trabajar en el norte de Mali, burkineses
buscando trabajo en el centro de Mali y mujeres malienses viajando a
Mauritania.
La reducción del comercio regional provocará
también el colapso de la débil economía de Malí con las implicaciones que para
la vida cotidiana ya está teniendo la guerra en ese país. Ha habido un
importante descenso en la migración de trabajadores. La actual crisis interna
empeorada por el golpe de Estado y la intervención militar, amenaza con
destrozar la convivencia nacional y crear un flujo incontrolable de refugiados
en países vecinos. Alrededor del 90% de los refugiados por el conflicto son de la
etnia tuareg. La crisis en Mali generó hasta principios de año unos 147.000
refugiados en los países vecinos. De los 147.000 refugiados, 55.221 se
encuentran en Mauritania, 52.875 están en Níger, 38.776 en Burkina Faso, unos
1.500 en Argelia, 26 en Guinea, y 20 en Togo. Asimismo, en el interior del país vagan como
desplazados internos 230.000 personas, 8.700 de las cuales abandonaron sus
hogares en solo diez días. (12) Dichas cifras varían a diario manteniendo una
tendencia al aumento.
Un principio
para evitar que las fuerzas radicales islamistas sigan avanzando es la
necesaria estabilización de la región a largo plazo y precisamente eso es lo
que nunca ha sucedido, más bien este nuevo episodio militar a escala regional
no va a logar dicha estabilidad sino una mayor militarización de toda la
subregión con nefastas implicaciones para todos los países con los cuales Mali
comparte frontera. Por lo tanto, la
intervención de Francia no va a frenar
la expansión islamista sino más bien puede provocar una relocalización
de células islamistas en países fronterizos, es decir su propagación. Las
acciones islamistas se van a derramar
hacia los países fronterizos. Este capitulo bélico será un elemento adicional
para el aumento de la inestabilidad en todo la subregión, en especial por el
incremento de las acciones terroristas en otros países como ya se han reportado
(13). La militarización de la zona parece ser la única variante para logar la
neutralización de los insurgentes islamistas o no. Todo ello redunda en la
agudización paulatina y sostenida de la crisis humanitaria producto del creciente
número de personas refugiadas y desplazadas por el conflicto.
Citas y notas
1. Licenciado en Historia por la Universidad de la Habana (2009). Fue
investigador del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente (CEAMO) del
2009 al 2010. Miembro de la
Cátedra de Estudios Africanos Amílcar Cabral de la Universidad de la Habana. Profesor
de Historia de Cuba. Labora en el Centro
de Investigaciones de Política Internacional
(CIPI) desde 2011, atendiendo las
regiones de África Occidental y Central. Obtuvo la categoría de Aspirante a
Investigador en 2012. Cursa la Maestría en Historia Contemporánea de la Universidad de la Habana.
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5. Rodríguez,
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Qaeda del Magreb se financia con los secuestros y el tráfico de drogas”.
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- Ibidem
- EDUARDO S. MOLANO. Los rebeldes tuaregs anuncian su interés en dialogar con el Gobierno de Malí. 03/04/2012 Disponible en: http://www.abc.es/20120403/internacional/abci-mali-rebeldes-tuareg-negociaciones-201204021820.html
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- Mariano Aguirre. La comunidad internacional está dividida sobre estrategia para Mali. Disponible en: http://www.espanol.rfi.fr/africa/20121004-la-comunidad-internacional-esta-dividida-sobre-mali
11. “El conflicto en Mali amenaza con aumentar más la
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12.
LA
ONU TEME UN MILLON DE REFUGIADOS Y DESPLAZADOS EN MALI.
Disponible en:
http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_telam&view=deauno&idta=274993&Itemid=116
13.
En este sentido están los hechos relacionados con al
ataque a la planta de gas de In Amenas en Argelia por comandos islamistas.
Bibliografía.
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secuestros y el tráfico de drogas”. 21/12/2009. Disponible en: http://www.elpais.com/articulo/espana/Qaeda/Magrebtrafis/eesp/20091epinac_2/Tes
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