Por Fidel Castro Ruz
Fidel recibe
a Los Cinco, 28 de febrero de 2015. Foto: Estudios Revolución
Los recibí el sábado 28 de febrero, 73 días después
que pisaron tierra cubana. Tres de ellos habían consumido 16 largos años de su
más plena juventud al respirar el aire húmedo, maloliente y repugnante de los
sótanos de una prisión yanki, después de ser condenados por jueces venales.
Otros dos, que igualmente trataban de impedir los planes criminales del imperio
contra su Patria, fueron condenados también a varios años de prisión brutal.
Los propios organismos de investigación, ajenos por completo al más elemental sentido de la justicia, participaron en la inhumana cacería.
La inteligencia cubana no necesitaba en absoluto
seguir los movimientos de un solo equipo militar de Estados Unidos, porque esta
podía observar desde el espacio todo lo que se movía sobre nuestro planeta a
través de la Base de Exploración Radioelectrónica “Lourdes”, al sur de la
capital de Cuba. Este centro era capaz de detectar cualquier objeto que se
moviera a miles de millas de nuestro país.
Los Cinco Héroes antiterroristas, que nunca hicieron
daño alguno a Estados Unidos, trataban de prevenir e impedir los actos
terroristas contra nuestro pueblo, organizados por los órganos de inteligencia
norteamericanos que la opinión mundial sobradamente conoce.
Ninguno de los Cinco Héroes realizó sus tareas en
busca de aplausos, premio o gloria. Recibieron sus honrosos títulos porque no
lo buscaron. Ellos, sus esposas, sus padres, sus hijos, sus hermanos, y sus
conciudadanos, tenemos el legítimo derecho a sentirnos orgullosos.
En julio de 1953, cuando atacamos el Moncada, yo tenía
26 años y mucho menos experiencia que la que ellos demostraron. Si estaban en
Estados Unidos no era para hacer daño a ese país, o tomar venganza por los
crímenes que allí se organizaban y abastecían de explosivos contra nuestro
país. Tratar de impedirlos era absolutamente legítimo. Lo principal a su llegada era saludar a sus
familiares, amigos y al pueblo, sin descuidar un minuto la salud y el riguroso
chequeo médico.
Fui feliz durante horas ayer. Escuché relatos
maravillosos de heroísmo del grupo presidido por Gerardo y secundado por todos,
incluido el pintor y poeta, al que conocí mientras construía una de sus obras
en el aeródromo de Santiago de Cuba. ¿Y las esposas? ¿Los hijos e hijas? ¿Las
hermanas y madres? ¿No los va a recibir también a ellos? ¡Pues también hay que
celebrar el regreso y la alegría con la familia!
Ayer, en lo inmediato, quería intercambiar con los
Cinco Héroes. Durante cinco horas ese fue el tema. Dispongo desde ayer,
afortunadamente, del tiempo suficiente para solicitarles que inviertan una
parte de su inmenso prestigio en algo que será sumamente útil a nuestro pueblo.
Fidel Castro Ruz
Marzo 1 de 2015
10 y 12 p.m.
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