SPUTNIK |
Por José Negrón Valera
El discurso del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas fue un duro golpe para la soberbia de Estados
Unidos y sus socios estratégicos en el mundo. Menos de 24 horas después,
Washington ha decidido desatar los demonios en contra de la nación
suramericana.
Primera parte: de la antesala al conflicto
Durante las primeras horas de la tarde, se ha filtrado a la opinión pública
internacional un radiograma, atribuido al Comando General de las Fuerzas
Militares de Colombia, donde se ordena "acuartelar" todas las
unidades castrenses de ese país. Una acción que no parece traer buenos
augurios.
En paralelo y con una sincronía demasiado sospechosa, el Consejo de
Derechos Humanos de la ONU aprueba una resolución que insta a Venezuela a
"permitir la entrada de ayuda humanitaria".
Ambas acciones fueron precedidas por las declaraciones del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien alertaba que Nicolás Maduro "había movido tropas militares a la frontera de Colombia", en lo que califica como "un obvio intento de intimidación".
Ambas acciones fueron precedidas por las declaraciones del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien alertaba que Nicolás Maduro "había movido tropas militares a la frontera de Colombia", en lo que califica como "un obvio intento de intimidación".
Con estas declaraciones, Mike Pence convirtió una legítima y defensiva
maniobra militar venezolana en la excusa perfecta para elevar el nivel de
amenaza de Colombia y empujarlos al borde de una guerra con Venezuela.
La verdadera razón por la que Estados Unidos le teme al despliegue de la
llamada Operación Estratégica Defensiva, ordenada por el presidente Nicolás
Maduro, es que lucha contra los delitos transfronterizos y cohesiona a la nación
venezolana con sus aliados globales, como es el caso de China. No esperaban que
el Gobierno venezolano blindara con tanta velocidad el flanco más susceptible
de ataque.
Hace algunas semanas, el jefe de gabinete de Barack Obama, Rahm Emanuel
advertía que Trump usaría una acción militar en Venezuela para "obtener
beneficios políticos" en las elecciones internas que se desarrollarían
próximamente en Estados Unidos.
Uno de los mayores beneficiarios sería el radical promotor belicista Marco
Rubio, senador del estado de la Florida, quien cuenta con amplias conexiones en
Colombia, en especial, con el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
El día del cierre de los discursos de la Asamblea General de la ONU, el
medio neogranadino Caracol Radio 'confirmó' que Trump se reuniría con Nicolás
Maduro en Nueva York. Lo que resultaba una muy mala noticia para los intereses
de políticos como Rubio.
No es descartable que la virulencia con la que se activaron las
corporaciones mediáticas en Bogotá y Miami para generar matrices negativas en
contra de la posible reunión, hubiesen sido ordenadas por el binomio
Rubio-Uribe para boicotear cualquier acercamiento entre Washington y Caracas.
Segunda parte: del posible conflicto
Segunda parte: del posible conflicto
Con una oposición política inexistente al interior de Venezuela y el temor de que una acción bélica pueda convertirse en un callejón sin salida, Estados Unidos tiene dos cosas bastante claras: la primera de ellas, es que necesita fracturar la unidad de la Fuerza Armada para poder garantizar la gobernabilidad del país. En segunda instancia, que no intervendrá directamente sino que utilizará a Colombia para el desarrollo de la violencia.
EEUU no desea que un posible conflicto con Venezuela sea visto como una
guerra imperialista que genere rechazo mundial. Prefiere convertirlo en una
disputa entre vecinos. Darle una dimensión local y generar un cerco mediático y
militar mientras duren las operaciones militares.
Por otro lado, es importante acotar que la estrategia va a estar dirigida no a una victoria bélica propiamente dicha. Estados Unidos sabe que Colombia no tiene la fortaleza armamentística de Venezuela. Para ello, tendría que intervenir la OTAN y eso tropieza con la condición que describimos en el párrafo anterior. Por tanto, se pretende ejercer acciones puntuales, usando las fuerzas de operaciones especiales de Colombia, entrenadas por los comandos norteamericanos, en articulación con los grupos paramilitares que actúan en la frontera colombiana.
Sin embargo, la agresión se realizaría para provocar el efecto psicológico de quiebre al interior de la Fuerza Armada venezolana y también para generar presión política sobre el Gobierno de Nicolás Maduro.
Por otro lado, es importante acotar que la estrategia va a estar dirigida no a una victoria bélica propiamente dicha. Estados Unidos sabe que Colombia no tiene la fortaleza armamentística de Venezuela. Para ello, tendría que intervenir la OTAN y eso tropieza con la condición que describimos en el párrafo anterior. Por tanto, se pretende ejercer acciones puntuales, usando las fuerzas de operaciones especiales de Colombia, entrenadas por los comandos norteamericanos, en articulación con los grupos paramilitares que actúan en la frontera colombiana.
Sin embargo, la agresión se realizaría para provocar el efecto psicológico de quiebre al interior de la Fuerza Armada venezolana y también para generar presión política sobre el Gobierno de Nicolás Maduro.
El Pentágono y en la Casa de Nariño están conscientes de que el desarrollo
de un conflicto con Venezuela provocará que los miles de colombianos que se
atienden en los hospitales públicos venezolanos, así como los cientos que
cruzan la frontera para estudiar en universidades venezolanas y comprar comida
a precios más bajos que en los automercados de su país generen un problema
humanitario para Colombia. Por lo que precisarían una maniobra que no se
extienda en el tiempo.
En este punto, sería interesante evaluar la siguiente hipótesis:
¿Qué pasaría si la agresión del lado colombiano no fuese sino una simple
distracción para el verdadero objetivo militar?
Imaginemos que mientras las fuerzas militares y la atención política
venezolana desplazan su atención hacia los más de 2.000 kilómetros de frontera
con Colombia, los aliados militares de Estados Unidos intentan a través del
Delta del Orinoco y la Amazonía venezolana controlar el estado Bolívar y con
ello las centrales generadoras del 70% de la electricidad del país.
Sería este un botín de primer orden, pues forzaría a una negociación con el Gobierno venezolano. Además, de que en un escenario de pesadilla como este, posiblemente Guyana en alianza con las grandes transnacionales petroleras aprovecharía para avanzar ilegalmente sobre el Esequibo.
Sería este un botín de primer orden, pues forzaría a una negociación con el Gobierno venezolano. Además, de que en un escenario de pesadilla como este, posiblemente Guyana en alianza con las grandes transnacionales petroleras aprovecharía para avanzar ilegalmente sobre el Esequibo.
Es una tesis de 'divide y vencerás' muy cónsona con la propuesta de balcanización
que desde los más importantes tanques de pensamiento estadounidenses se ha
planteado como la nueva estrategia de control sociopolítico del futuro. Las
protestas violentas de los años 2014 y 2017 en Venezuela fueron un globo de
ensayo para probar el éxito de tal estrategia. Así que ya cuentan con un
precedente.
En cualquier caso, se evalúa la situación minuto a minuto y tenemos aún que
sumar a este complejo panorama el papel que jugaría la guerrilla colombiana,
específicamente el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y la nueva disidencia
de las FARC en un posible conflicto.
Por los momentos, la mejor defensa que tiene Venezuela ante los deseos guerrerista de Washington y Bogotá se encuentra en su doctrina militar y en que los analistas de inteligencia de EEUU y la OTAN, tras bambalinas y fuera de los fuegos artificiales que generan las redes sociales, saben que una acción militar contra la nación venezolana sería poner la alfombra roja para que Rusia y China tomen la iniciativa en el continente suramericano y le dieran la vuelta al tablero geopolítico de una buena vez.
Por los momentos, la mejor defensa que tiene Venezuela ante los deseos guerrerista de Washington y Bogotá se encuentra en su doctrina militar y en que los analistas de inteligencia de EEUU y la OTAN, tras bambalinas y fuera de los fuegos artificiales que generan las redes sociales, saben que una acción militar contra la nación venezolana sería poner la alfombra roja para que Rusia y China tomen la iniciativa en el continente suramericano y le dieran la vuelta al tablero geopolítico de una buena vez.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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