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viernes, 3 de mayo de 2013

Cuba en la Política Internacional

Por  Leyde E. Rodríguez Hernández
 
La política exterior de la Revolución cubana tiene sus raíces en la más avanzada tradición de lucha de diferentes generaciones de cubanos por la independencia y la soberanía nacional. Desde el siglo XIX, se ha nutrido del fuerte carácter patriótico, independentista, latinoamericanista y del radicalismo antiimperialista expresado en el pensamiento martiano y en las ideas marxistas y leninistas del líder de la Revolución, el compañero Fidel Castro Ruz. [1] 

El accionar de Cuba en las relaciones internacionales es también el resultado de la contribución política de todas las fuerzas revolucionarias que lucharon contra la dictadura de Batista (1952-1959): el Movimiento 26 de Julio, dirigido por Fidel, el Directorio Revolucionario 13 de marzo, liderado por José Antonio Echeverría, el Partido Socialista Popular, conducido por Blas Roca, que más tarde consolidaron su proceso de unidad con la creación del actual Partido Comunista de Cuba.

La política exterior de Cuba se basa en principios y sus pronunciamientos son la expresión de la resistencia cubana al injusto sistema de relaciones internacionales en el cual los Estados Unidos, como una única superpotencia desde 1991, y sus aliados europeos, dictan sus condiciones en la política mundial e intentan dominar por la fuerza militar y el chantaje económico a las naciones del Tercer Mundo.

Desde el triunfo revolucionario, el 1 de enero de 1959, la política exterior de Cuba se adhiere y defiende los principios básicos del Derecho Internacional Público. Entre los más importantes sobresalen: el respeto a la soberanía; la independencia y la integridad territorial de los Estados; la autodeterminación de los pueblos; la igualdad soberana de los Estados y los pueblos; el rechazo a la injerencia en los asuntos internos de los Estados; el derecho a la cooperación internacional en beneficio e interés mutuo, equitativo entre los Estados; el respeto a las relaciones pacíficas entre los Estados y demás preceptos consagrados en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas. (ONU).

Cumpliendo con las disposiciones recogidas en la Carta de la ONU, la Revolución cubana condena toda práctica de hegemonismo, injerencia y discriminación en las relaciones internacionales, así como la amenaza o el uso de la fuerza militar, la adopción de medidas coercitivas unilaterales, la agresión y cualquier forma de terrorismo de Estado.

Al mismo tiempo, la política exterior de la Revolución cubana se rige por principios políticos invariables que prestigian y fortalecen sus posiciones ante la opinión pública y amplios sectores políticos y gubernamentales a escala mundial. Entre esos principios pueden  mencionarse: el internacionalismo, la cooperación, el antiimperialismo, la solidaridad y la unidad entre todos los Estados y pueblos progresistas del planeta. 

En la compleja coyuntura internacional que atraviesa la Humanidad, las líneas estratégicas generales de la política exterior de la Revolución cubana podrían resumirse en los siguientes objetivos:

La lucha contra el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra el pueblo cubano, verdadera guerra económica que ha costado más de 975 mil millones de dólares a la nación cubana. Para tener una idea de los cuantiosos daños humanos y materiales, el gobierno de los Estados Unidos confiscó a Cuba más de 493 millones de dólares desde el 2010 hasta abril del 2012, [2] como parte del bloqueo económico impuesto a la mayor de las Antillas desde hace más de medio siglo. Bajo el mismo concepto, el gobierno de los Estados Unidos congeló 223,7 millones de dólares a Cuba en el año 2009. Igualmente, las autoridades norteamericanas mantienen bloqueadas seis propiedades en Nueva York y Washington, pertenecientes al Estado cubano.  El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba constituye una violación de la Carta de Naciones unidas y de las normas del Derecho Internacional.

El rechazo al bloqueo estadounidense tiene un apoyo casi universal. En el 2011, 186 países votaron contra el bloqueo en el plenario de la Asamblea General de la ONU y dos en contra: Estados Unidos e Israel, mientras  ocurrieron tres abstenciones: Islas Marshall, Micronesia y Palau. Después del año 1992, en que por primera vez en Naciones Unidas se votó contra el bloqueo y Cuba obtuvo 59 votos a favor de aquella resolución, se han sumado a la condena al bloqueo 127 países. Incluso, aliados de Estados Unidos se han visto obligados a votar contra el bloqueo ante la presión de la opinión pública y la influencia de la mayoría de las naciones miembros de las Naciones Unidas. Es importante destacar que las Islas Marshall, Palau, y de Micronesia, ubicadas en el Océano Pacífico, son virtuales protectorados estadounidenses que  fueron ocupadas por Washington o transferidas a los Estados Unidos al concluir la Segunda Guerra Mundial. 

La integración con América Latina y el Caribe, ampliando relaciones con la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM), la Asociación de Estados del Caribe (AEC), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en los marcos de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Países de América Latina y el Caribe (CELAC),  y mediante el desarrollo de la colaboración médica, en la educación, el turismo y el sector energético, para el beneficio de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Junto a los países de América Latina y el Caribe, Cuba ha resistido y enfrentado el poder hegemónico y unipolar estadounidense. Una batalla que tuvo especial relevancia en la oposición a la política económica neoliberal y el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), expresión de un esquema de dominación que persiguió la anexión de América Latina al gran capital y las transnacionales de los Estados Unidos.

El desarrollo y fortalecimiento de los nexos de amistad y colaboración con el Tercer Mundo, contribuyendo, así, al fortalecimiento del Movimiento de Países No Alineados, y otros foros de signo progresistas en las relaciones internacionales.

La promoción de la democratización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El fortalecimiento de esa organización internacional y la defensa de un real multilateralismo en la política internacional, en correspondencia con las normas más elementales del Derecho Internacional Público plasmadas en su carta constitutiva.

La lucha por la liberación de los Cinco Héroes injustamente encarcelados en los Estados Unidos por prevenir a Cuba de las acciones terroristas de la mafia cubana-americana apoyada por el gobierno de los Estados Unidos. Tiene especial significación en la política exterior cubana, la batalla contra todas las formas de terrorismo y, en particular, el terrorismo de Estado que ha sido una práctica del gobierno estadounidense cuando, a la vez, evaden la condena del terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles, y escamotear las demandas de que sea extraditado y juzgado en Venezuela.

El fortalecimiento de las relaciones diplomáticas y políticas con Iberoamérica y Europa sobre la base del respeto mutuo, de consideraciones éticas y de principios invariables en materia de política exterior.

Es una estrategia priorizada del gobierno cubano el trabajo con los intelectuales y personalidades de la cultura. La interacción permanente con sectores de partidos políticos, organizaciones sindicales, mujeres, estudiantes, parlamentarios, autoridades regionales, locales y municipales, así como el mantenimiento de una dinámica amplia de nexos y relaciones de amistad con muchos sectores de la opinión pública mundial.

En los últimos años, la política exterior cubana ha obtenido importantes logros internacionales. En primer lugar, como tendencia principal, se destaca la consolidación de la capacidad creciente de la Revolución para derrotar el plan de aislamiento internacional de Cuba ejecutado por el gobierno de la administración republicana de George W. Bush y continuado por el demócrata Barack Obama, que ha contado con la complicidad de sus aliados europeos. Dicha estrategia anticubana ha sido aplicada con toda fuerza y le han dedicado cuantiosos recursos económicos y financieros con el fin infructuoso de desestabilizar el sistema político cubano.

Por el contrario, Cuba tiene hoy relaciones diplomáticas con 184 miembros de la Organización de Naciones Unidas y dispone de 148 representaciones en el exterior en 121 países. [3]

También tiene relaciones políticas y diplomáticas con los representantes de las justas causas del pueblo palestino y saharaui, en la  batalla que desarrollan por alcanzar el control total de su territorio, constituirse en Estados independientes e integrar la membresía de las Naciones Unidas.

Una cuestión de suma trascendencia política es que Estados Unidos no ha podido impedir que la Revolución cubana amplíe su  presencia internacional, cultive sus lazos de amistad, de cooperación y de respeto con otros países. La Revolución cubana, al no poder ser aislada por Estados Unidos, tiene en este momento más prestigio, más autoridad y más relaciones que nunca; y recibe cada vez más delegaciones, visitas de Jefes de Estados y cancilleres. Los vínculos internacionales de Cuba se desarrollan a partir de la admiración que ha generado su resistencia y victoria durante los años difíciles de profundo desafío y crisis económica que debió enfrentar la Isla. 

Por otra parte, también se profundiza, como nunca antes, la cooperación de la Revolución cubana con el Tercer Mundo destacándose el desarrollo de la Operación Milagro, para recuperar la visión de miles de pacientes de América Latina y el Caribe; la continua graduación de médicos del Tercer Mundo en la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas; hasta el curso 2007 - 2008, se habían graduado en centros de enseñanza en Cuba 52 662 jóvenes de 132 países y 5 territorios de ultramar. 

La matrícula del curso escolar 2008-2009 alcanzó la cifra de 30 mil 987 becarios, procedentes de 121 países de América Latina, El Caribe, África, Medio Oriente, Asia y Oceanía y 5 territorios de ultramar. En esta cifra se incluyen donde los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina, la Facultad Caribeña, la Escuela Internacional de Educación Física y Deporte, el Nuevo Programa de Formación de Médicos y Enfermeras, diferentes especialidades de ciencias técnicas y humanidades del Ministerio de Educación Superior, carreras pedagógicas y de formación artística en las modalidades de música, teatro, danza y pintura. Del total de becarios 23 838 estudian Medicina, lo que representa un 76.9%. En la actualidad esos jóvenes graduados, principalmente de países subdesarrollados, aplican los conocimientos adquiridos en función del desarrollo económico y social de sus respectivas naciones. [4]

En la actualidad laboran en el exterior cerca de 50 mil colaboradores cubanos en 98 países y 4 territorios de ultramar, de ellos más de 37 mil pertenecen al sector de la salud. La política solidaria de la Revolución cubana creó el contingente “Henry Reeve”, para enfrentar los problemas de salud generados por las catástrofes naturales en otras naciones. Las brigadas médicas cubanas han prestado su ejemplar ayuda internacionalistas en Paquistán, Guatemala e Indonesia, países seriamente afectados por desastres naturales.

Cuba libra en el plano internacional una batalla de ideas contra las campañas de desinformación financiadas y organizadas por las instituciones norteamericanas. La política exterior cubana ha demostrado la hipocresía y la doble moral de los Estados Unidos y la Unión Europea en la antigua Comisión de Derechos Humanos. La diplomacia cubana denunció la oposición de la Unión Europea a una resolución que demandaba una investigación en el campo de torturas que estableció los Estados Unidos en la Base Naval impuesta en el territorio ocupado contra la voluntad del pueblo cubano en la bahía de Guantánamo. La diplomacia cubana ha exigido en el nuevo Consejo de Derechos Humanos (CDH) de Naciones Unidas una investigación de los abusos de Estados Unidos en la cárcel que ocupa en Guantánamo, así como respecto a los vuelos y cárceles clandestinas en el propio territorio europeo, en las que se tortura y se humilla a los prisioneros. La Unión Europea ha obstaculizado hasta hoy la investigación y el esclarecimiento de estos hechos. [5] 

El 11 al 16 de septiembre de 2006, por segunda ocasión en la historia, Cuba fue sede de la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL). Este movimiento que cuentan con 119 países miembros. El gobierno cubano ratificó su compromiso con la revitalización y fortalecimiento de la unidad del MNOAL y asumió su presidencia por un período de tres años. Como presidente del MNOAL, Cuba trabajó por la paz, el respeto, la colaboración y el derecho al desarrollo para todos los pueblos, pues propuso que el MNOAL debe convertirse en un espacio para impulsar la cooperación Sur-Sur  y el desarrollo de proyectos sociales: la alfabetización, la formación de recursos humanos para la salud pública y programas que permitan el uso eficiente y racional de la energía.

La elección de la Isla para presidir esa organización fue un genuino reconocimiento a su trayectoria y defensa de los principios más nobles del Derecho Internacional. Fue también un homenaje a la resistencia del pueblo cubano, un reconocimiento a los cientos de miles de cubanos que han cumplido y cumplen honrosas misiones internacionalistas.

 La interrelación entre política interna y externa.

Cuba es un país con limitados recursos naturales y financieros que, en poco más de 50 años, tejió una impresionante red de relaciones internacionales y nexos políticos que le han permitido evitar ser derrotado por la única superpotencia del sistema internacional actual, pese a los declarados objetivos de destruirla. Cuba ha sido y es un actor propositivo en el escenario internacional, con un fuerte liderazgo tercermundista y constituye un símbolo, un referente incuestionable para importantes sectores de la opinión pública mundial.[6]
Las relaciones exteriores de Cuba son parte esencial de su política interna. La acción de Cuba en el ámbito internacional manifiesta la interrelación dialéctica entre los componentes esenciales de su política interna y externa. La participación social en el proceso revolucionario y su apoyo a las políticas gubernamentales propician mejores perspectivas para la exitosa actuación de Cuba en las relaciones internacionales.

La política exterior cubana se ampara en un profundo sentimiento de soberanía y dignidad nacional. La tradición ética del pensamiento político revolucionario cubano y de la ejecutoria histórica de la Revolución contribuye a aumentar su poder político, moral y de convocatoria mundial. Cuba siempre dice la verdad, nunca miente en lo internacional y eso es una constante ética de su política exterior.

La Revolución cubana no cambia de posturas según las coyunturas internacionales. Tampoco abandona a sus amigos, independientemente de las adversidades. Cuba no ha subordinado los intereses de otros a sus intereses nacionales. Tampoco emplea los instrumentos de colaboración y ayuda como herramienta para presiones e injerencias en los asuntos internos de otros Estados. Cuba no discrimina a los receptores de su colaboración por razones ideológicas, políticas o étnicas.


En un contexto internacional caracterizado por un desenfrenado militarismo y una grave crisis económica y social del sistema capitalista liderado por los Estados Unidos, la Revolución cubana ha demostrado su vocación humanista y su lugar de vanguardia hacia otro sistema internacional más justo, pluripolar y posible. 



[1] Véase de Marcelino Fajardo y Carlos Alzugaray sobre la contribución de Raúl Roa García, Canciller de la Dignidad, en la política exterior cubana. Revista Política Internacional (ISRI), Nro. 4, julio-diciembre, 2004.

[2] La cifra fue confirmada en una comunicación de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros adscrita al Departamento del Tesoro, organismo federal que califica arbitrariamente a Cuba como nación patrocinadora del terrorismo.

[3] Datos tomados el 10 de abril del 2012 de la página en Internet: www.cubaminrex.cu

[4] Datos tomados el 10 de abril del 2012 de la página en Internet: www.cubacoop.com. El sitio plantea como fuente el Centro de Información de la Cooperación, con  última actualización 17 de marzo de 2009. 

[5] Así fue denunciado por el canciller cubano de la época Felipe Pérez Roque. Véase su intervención en el segmento de Alto Nivel del Consejo de Derechos Humanos. Periódico Granma, La Habana, 21 de junio del 2006.

[6] Véase de Santiago Pérez Benítez. Especificidades de la política exterior cubana: Factores explicativos. Revista Política Internacional (ISRI), Nro. 5, Enero-junio, 2005.

lunes, 16 de octubre de 2017

La política exterior de la Revolución cubana


Por Rogelio Sierra Díaz,
Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba.

Compañera Isabel Allende, rectora del Instituto de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”;
Compañero Adalberto Ronda, director del Centro de Investigaciones de Política Internacional;
Estimados investigadores cubanos y extranjeros participantes;
Distinguidos invitados y colegas:

En la tarde de hoy ponemos punto final a intensas jornadas de análisis, reflexión y debate de la III Conferencia de Estudios Estratégicos “Transición hacia un nuevo orden internacional: desafíos, amenazas y oportunidades” del Centro de Investigaciones de Política Internacional, que en esta edición ha sido auspiciada por el Instituto de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

Los resultados de la Conferencia han constituido un merecido homenaje al 50 aniversario de la caída en combate del Comandante Ernesto Che Guevara y a la fundación de CLACSO.

Las intervenciones y paneles especiales, unido a las más de 100 presentaciones realizadas en 30 paneles, han constituido espacios por excelencia de examen, deliberación e intercambio en problemas de gran prioridad y relevancia para la política internacional y las relaciones internacionales actuales. Temas como la transición del orden económico y político mundial, principales tendencias y escenarios; geoestrategia y polos de poder regional y global; los conflictos y la paz mundial; los Estados Unidos, política interna y exterior en la nueva administración; la reconfiguración del mapa político de América Latina y el Caribe; los desafíos de los movimientos sociales y fuerzas políticas progresistas y de izquierda, frente a la ofensiva de la derecha internacional; la concertación, cooperación e integración internacional y la geopolítica internacional, la comunicación y las nuevas tecnologías de la información, articularon los valiosos intercambios entre los participantes de esta III Conferencia.

Estas jornadas de debate y análisis ofrecen elementos esenciales que contribuyen a la proyección y ejecución la política exterior de la Revolución cubana.

La política exterior de un Estado es el conjunto de decisiones públicas de un gobierno en función de los intereses nacionales en relación con los demás actores del sistema internacional. En ese sentido, la política exterior es la variable externa del proyecto que toda Nación define en determinado momento de su desarrollo histórico, conforme sus necesidades de desarrollo político, económico y social y sus aspiraciones de paz y seguridad. Refleja la solidez del Estado, integrado como Nación, con un gobierno estable y una soberanía depositada en los ciudadanos, expresada por sus representantes por medio del interés nacional.

Ahora bien, la política exterior no puede hacerse sin un profundo conocimiento de la realidad internacional en la que se desenvuelve un Estado y sobre la que pretende influir. Solo así se pueden aprovechar las oportunidades que se le presenten y enfrentar los desafíos que se le interpongan. Y hay un vínculo indisoluble entre las luchas nacionales por fundar una Nación y la búsqueda de caminos para su relacionamiento con el mundo. Ese es el punto en que convergen teoría, práctica y esta importante conferencia que clausuramos:

En Cuba, desde el inicio de nuestras luchas por la independencia, junto con la concepción de la República, nació nuestra política exterior. La diplomacia de Carlos Manuel de Céspedes, como la de José Martí y otros dirigentes de la guerra necesaria años después, se ocupó, principalmente, de obtener de los países latinoamericanos el reconocimiento y apoyo a la beligerancia cubana.

El país que nacía debería –al decir del Apóstol- "independizarse de España y Estados Unidos e (…) impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América"[i]. Sin embargo, como recordó nuestro Raúl Roa García, aquel sueño patriótico y martiano fue traicionado: “La oligarquía criolla arrastró a Cuba a dos guerras mundiales, sacrificó su derecho a percibir un justo precio por el azúcar y entregó sus riquezas naturales a la explotación de industriales y financieros norteamericanos. En los congresos y conferencias internacionales, la voz y el voto de los delegados cubanos eran puros regüeldos de las voces y votos de los delegados norteamericanos. A tal grado llegó la incondicional adhesión de la clase dominante a la política imperialista”[ii].

El triunfo de la Revolución cubana en enero de 1959, a solo noventa millas de la potencia más agresiva, poderosa y rapaz del sistema imperialistamundial, pero con una genuina vocación emancipadora de liberación nacional y una indeclinable voluntad de convivencia y paz, convirtió a la nación cubana en vanguardia indoblegable e invencible de los pueblos de América Latina, África y Asia.[iii]

Gracias también al entorno internacional de la época, Cuba pudo iniciar una política exterior independiente y ampliar y diversificar sus relaciones internacionales sobre la base de principios cardinales de derecho internacional, la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, el respeto irrestricto a la soberanía y a la igualdad soberana de estos, el apoyo a la lucha de los pueblos por su liberación nacional, la solidaridad y la cooperación para el desarrollo, así como el fomento de la paz.

Estas circunstancias y el devenir de la propia Revolución condujeron a que la política internacional del Estado cubano abrazara, junto con sus propias raíces históricas, la concepción marxista que relaciona el desarrollo histórico con la lucha de clases. Esa lucha de clases actúa, tanto a nivel local —en el seno de las sociedades nacionales—como en la esfera internacional[iv]; así como se encuentra condicionada por la posición geoestratégica y geopolítica de nuestro país en el mapa político del mundo y por la naturaleza de las relaciones que dimanan de ese hecho.

Esa política internacional es la que hizo brillar a Cuba en la batalla diplomática de Playa Girón y desde los días luminosos y tristes de la Crisis de Octubre, al decir del Che. Fue la que nos llevó a fundar el Movimiento de Países No Alineados a la vez que apoyábamos el socialismo soviético y las luchas anticoloniales en África, el Medio Oriente y Asia. Con esa política exterior apoyamos las luchas de liberación nacional en América Latina y el Caribe, quebramos el aislamiento que se nos quiso imponer y construimos ese formidable valladar que cada año constituyen los cientos de votos que en Naciones Unidas se opone al bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos.

Pero los tiempos cambian y, como se afirma en el lema de convocatoria de esta conferencia, vivimos hoy en un mundo que transita hacia un nuevo orden internacional. En ese mundo existen inmensos desafíos y amenazas para nuestro país pero, al mismo tiempo, hay oportunidades que esperan por nosotros.

El contexto nacional e internacional que enfrentamos hoy es muy complejo. Persisten de modo creciente las contradicciones de un orden global económico y político en crisis. Son extremadamente pobres 700 millones de personas[v]; 21 millones son víctimas de trabajo forzoso[vi]; 758 millones de adultos son analfabetos[vii]; 815 millones de personas padecen hambre crónica[viii] y hay 22,5 millones de refugiados[ix]. Se agravan las tragedias humanitarias asociadas a los flujos de migrantes y su número crece en un orden económico y político internacional claramente injusto y proliferan políticas excluyentes y xenófobas que violan los derechos humanos de millones de personas y no resuelven los problemas del subdesarrollo.

La postmodernidad, la globalización neoliberal y la transnacionalización e internacionalización de las economías, han producido sociedades mucho más abiertas y fragmentadas, cuyos gobiernos, fuerzas políticas y liderazgos se desacreditan constantemente por defraudar a los pueblos y no corresponder sus aspiraciones de convivencia, bienestar y justicia.

El imperialismo, las oligarquías y los fundamentalismos de toda clase han generado crecientes amenazas a la paz y a la seguridad internacionales, guerras no convencionales y de intervención, y peligros para la sobrevivencia de la especie humana. Los gastos militares ascienden a 1,7 millones de millones de dólares[x]. Seis megacorporaciones –cinco son estadounidenses- controlan la cultura, la información, las ideas y los sentimientos que circulan entre todos los habitantes de este planeta. Entretener, confundir y manipular con noticias caóticas es el nuevo opio de los pueblos.

En ese contexto, se hacen más notables las que han sido, son y seguirán siendo las columnas vertebrales de nuestra proyección internacional: la defensa irrenunciable de los principios del derecho internacional, de los valores humanistas y de la paz; la práctica del internacionalismo, el antiimperialismo, la solidaridad y la lucha por unidad entre los países del casi olvidado Tercer Mundo, en particular, entre los de América Latina y el Caribe. En nuestro caso, como nos enseñó el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro: “La lucha tiene que venir primero e inmediatamente detrás de la lucha vendrá con ímpetu creciente la conciencia revolucionaria”.[xi]

Siendo leales a Fidel, si hoy es muy elevada nuestra conciencia antiimperialista, si nuestro país fue capaz de enfrentar con la frente en alto un complejo proceso negociador con Estados Unidos en busca de una convivencia respetuosa y civilizada entre las dos naciones, por el bien de sus pueblos, ello fue posible por esa acertada combinación de principios, lucha y conciencia.

Toda nuestra historia de más de doscientos años como pueblo y casi 150 como república revolucionaria, ha estado plagada del acoso y de los actos de agresión y subversión de Washington. Ni siquiera hubo tregua durante los dos años transcurridos desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas en ambos países. Y no hay el menor asomo de paz ahora, cuando los vínculos entre ambos Estados se encuentran en franco retroceso, determinado por la decisión política del actual gobierno estadounidense de regresar a su fracasada estrategia de rendir y derrotar a Cuba.

El cambio de política anunciado el pasado 16 de junio en Miami, en medio de un coro de terroristas, exmercenarios y bandoleros políticos, y los recientes y poco creíbles incidentes con diplomáticos estadounidenses en La Habana, hasta sus recientes, precipitadas e injustificadas decisiones de reducir significativamente el personal de su Embajada en La Habana y ordenar el retiro de 15 funcionarios de la Embajada de Cuba en Washington, evidencian el escaso arsenal de recursos de la diplomacia estadounidense y la torpeza política del grupo en el poder en los Estados Unidos para conducir su política exterior de esa potencia mundial hacia nuestra pequeña isla.

No lo decimos nosotros. Hasta sus aliados de gobiernos imperialistas y oligárquicos apuntan a que el gobierno de Estados Unidos persiste en los mismos objetivos de la fracasada y obsoleta política, anclada en la Guerra Fría, que llevó a 11 presidentes a mantener un bloqueo que nos ha causado daños valorados en 882 mil millones de dólares, y que los convirtió a ellos en cómplices de crueles, inhumanas y masivas violaciones de los derechos humanos de todo un pueblo, pese al reclamo universal por eliminarlo, y con la oposición de la mayoría de los estadounidenses y de los cubanos residentes en ese país. 

El 77% de la población cubana ha nacido y vivido toda su vida bajo los efectos del bloqueo y no es un simple dato. Tres generaciones de cubanos hemos sufrido solo por haber elegido vivir en el país y bajo el sistema político, económico, social y cultural que libremente nos dimos.

Incluso en estos años de diálogo y de relaciones, el bloqueo continuó fortaleciéndose, con marcado y creciente carácter extraterritorial, en particular en el ámbito financiero, a través de impedimentas a las empresas extranjeras para invertir en Cuba, de sabotajes a la cooperación internacional, de boicot al turismo, de persecución a las transacciones financieras internacionales cubanas y de multas extraordinarias, insólitas, impuestas a bancos y empresas, fundamentalmente europeas, por mantener relaciones económicas soberanas con Cuba. Por ello, derrotar el bloqueo seguirá siendo por muchos años más la batalla principal de la política exterior cubana. 

Pero la batalla contra la política de Estados Unidos no se agota en nuestra lucha nacional. En América Latina y el Caribe está en marcha una ofensiva que enfrenta a las derechas proimperialistas y oligárquicas con los gobiernos, organizaciones, pueblos y líderes revolucionarios y progresistas. Nuestra opción es seguir apoyando a la Revolución bolivariana y chavista, al presidente Maduro y su gobierno y la Unión Cívico Militar. No tenemos mejores armas que la solidaridad, el compromiso y el rechazo a las pretensiones de aislar a Venezuela. 

Y así como defendemos a Venezuela, cerramos filas con nuestros hermanos del ALBA-TCP, con las entrañables naciones insulares del Caribe y con las minorías nacionales que en Estados Unidos son víctimas de la xenofobia, el racismo y la exclusión social. Seguiremos alentando el proceso de paz en Colombia. Reafirmamos nuestro apoyo a la independencia de Puerto Rico[xii] y reivindicamos el legítimo reclamo argentino de soberanía sobre las Islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur.

Queremos un mundo plural, diverso y democrático, sin hegemonismos ideológicos ni culturales, donde el acceso a los avances del progreso, como la Internet, sea un bien común y no una nueva herramienta de sometimiento. Nos oponemos a la imposición de intereses neocolonialistas y neoliberales que obstaculicen nuestras metas políticas y económicas. Estamos dispuestos y tenemos que ser capaces de generar contenidos que contrapongan el humanismo y nuestros valores a las ideas de la desunión, la alienación, la desesperanza y la sumisión que nos tratan de imponer. Batallaremos convencidos de que un mundo mejor siempre es posible.

Así ha sido, así es y así será siempre. Una mirada rápida en nuestra historia reciente nos permite recordar la consecuencia entre lo que proclamamos y hacemos: cuando la Revolución cumplía solo dos años, en 1961, Cuba ya asistía a los revolucionarios argelinos que combatían a los colonialistas franceses. En mayo del 63 una misión médica con 55 personas llegaba a Argelia para establecer un programa de salud pública. Más tarde, en octubre del propio año, un contingente de 683 combatientes arribaba a la tierra de Ben Bella, cuando la joven República Argelina era amenazada por Marruecos.

En diciembre de 1964, el Guerrillero Heroico viajó al África en un periplo que abarcó Guinea Bissau, Mozambique, Congo y Angola. En abril de 1965 una columna cubana comandada por el Guerrillero Heroico se infiltró en el entonces Congo Belga, a través de Tanzania, y en agosto se le sumó otra columna al Congo, dirigida por Rolando Quindelán y Jorge Risquet. Luego vinieron la batalla decisiva contra el apartheid y la opresión racial en África, que tuvo en la liberación de Angola y la defensa de la integridad territorial de Etiopía, dos de sus expresiones más relevantes.

Ese mismo ánimo precedió la declaración de abrir todos los aeropuertos de Cuba a los aviones de Estados Unidos cuando el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001. Fue el que animó el surgimiento en 2005 del Contingente Internacional de Medicina “Henry Reeve”, cuando el huracán Katrina asoló a Nueva Orleans. Los médicos cubanos, antesala de nuestros diplomáticos, han llegado a lugares entrañables como Haití, Chile, Ecuador, Perú, incluso antes de tener relaciones, como ocurrió en El Salvador; o más recientemente en México, Antigua y Barbuda y Dominica. También se les ha visto en sitios lejanos y remotos como las cumbres del Himalaya en Pakistán o China, las playas borradas por un tsunami en Indonesia y Sri Lanka, y hasta en entornos precarios donde galopaba el ébola, en Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia. Con los médicos también han llegado rescatistas, alfabetizadores, maestros, artistas, constructores, electricistas.

Quiero destacar que en todos esos casos, han viajado también miles de médicos para atender a la población, en las más adversas circunstancias, subrayando la profunda vocación humanista de nuestras misiones internacionalistas.

Y junto con todos ellos, en Naciones Unidas y en otros foros internacionales, en capitales y plazas, en parlamentos y confundidos entre el pueblo, nuestros diplomáticos han defendido, a viva voz y a veces a riesgo de expulsión y de su vida, los derechos de los pueblos a luchar por su liberación y a recibir la solidaridad de quienes como nosotros, la hemos ofrecido siempre.

¡Qué no ha hecho y qué no está dispuesta a hacer Cuba por sus hermanos del mundo! Cuba, que da lo poco que tiene y a la que nada sobra; que no pide a cambio nada más que la gratitud de los pueblos.

Por eso, aquí, la política exterior no es solo una política del Estado, sino que se ha convertido en una práctica social y política que tiene un componente cultural y humanista presente en cada individuo. Esa actuación en los cubanos se ha legitimado a través de los años y ha transformado a nuestra política exterior en una acción ajena a las élites y a las entelequias con que a veces se amarra a la diplomacia. La ha convertido en una política de pueblo.

De ahí que, cuando en diciembre de 1975 se celebró el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, la Resolución sobre política internacional recogió en una apretada síntesis una definición que expresa esa vocación martiana y guevarista de reconocer la Patria en la Humanidad, presente en la nueva diplomacia: “Cuba –decía el documento-, consciente de que sus objetivos históricos coinciden con los del conjunto de los pueblos, al realizar la política exterior, subordina sus intereses a los intereses generales de la victoria del socialismo y el comunismo, de la liberación nacional de los pueblos, de la derrota del imperialismo y de la eliminación del colonialismo, el neocolonialismo y toda forma de explotación y discriminación de hombres y pueblos”.[xiii]

El destacado politólogo italo-norteamericano, Piero Gleijeses, estudioso de la política exterior cubana y un asistente asiduo de nuestros debates internacionales, expresó al respecto: “Yo no conozco a ningún otro país para el cual el altruismo haya sido un componente tan clave de su política exterior. Yo no conozco a ningún otro país más que Cuba que por tantos años, contra vientos y mareas, haya demostrado tanta generosidad y valentía en su política exterior”.[xiv]

Pero como decía antes, nos movemos en un mundo en transición al que requerimos incorporar nuestras no pocas y exitosas experiencias de resiliencia, aprendidas de enfrentar los huracanes, de encarar el bloqueo y derrotar al terrorismo y las agresiones. La polarización y las desigualdades, la construcción y destrucción de correlaciones, la puja de las revoluciones por nacer y la de la contrarrevolución por abortarlas marcan, según los debates que aquí han tenido lugar, estos nuevos tiempos.

Por ello se nos exige alcanzar una rara combinación de amplitud cognitiva, diversidad de enfoques, flexibilidad en el análisis y prudencia estratégica en el pensamiento con imprescindibles fidelidad, principios inconmovibles, razonamientos profundos, firmeza ideológica y rapidez pública en nuestras respuestas. Pudiéramos decir que son algunas de las brújulas que hoy mueven nuestra proyección externa, consecuente con nuestra cultura de mambises y guerrilleros, con nuestra historia revolucionaria y adecuadas inteligentemente a los nuevos tiempos, pero ancladas firme y coherentemente en valores y pilares que han conducido nuestra actuación internacional y que han determinado el éxito de la Revolución y su capacidad de resistir, como siempre recordaba Fidel.

Esa es también la lección aprendida de la vida, la palabra y la acción del hombre que hace 50 años se inmortalizó en las cumbres bolivianas: el comandante Ernesto Che Guevara, cuyas palabras, citando la II Declaración de La Habana, siguen resonando como un eco en el gran salón plenario de las Naciones Unidas.

Es la lección aprendida de aquellos diplomáticos nuestros que en Nueva York, en Madrid, en Buenos Aires, en Lisboa y en otros lugares, murieron o fueron heridos a consecuencia de actos terroristas por ser defensores de una verdad que no acepta dobleces ni traiciones.

Como todos ellos, continuaremos, entonces, garantizando la aplicación de nuestro máximo interés nacional: la salvaguarda de la Revolución, la defensa del latinoamericanismo frente al panamericanismo y la lucha contra todos los hegemonismos. Las históricas conquistas alcanzadas con las luchas de nuestros pueblos han sido resultado de la unidad de las fuerzas de izquierda y progresistas del continente. Por ello trabajamos contra todo lo que las pretenda dividir, agrupadas en el Foro de Sao Paulo, con un programa de acción que es un Consenso de Nuestra América, para actuar desde posiciones independientes, de modo unitario y con voz propia.

Seguiremos defendiendo como plataforma indispensable, la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, basada en el respeto de los principios y normas del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones Unidas. Es permanente nuestro compromiso con la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza de nuestra región; con el estricto cumplimiento de su obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos; de fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo; de practicar la tolerancia y convivir en paz; de respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones; de continuar promoviendo el desarme nuclear como objetivo prioritario y contribuir con el desarme general y completo, para propiciar el fortalecimiento de la confianza entre las naciones.

Estimados compañeros:

Al agradecerles su presencia y sus valiosas ideas y razones, la vehemencia y argumentación con que las han expuesto en estos tres días de fecundos intercambios, les aseguro con absoluta honestidad que ellas nutren nuestro arsenal de diplomacia revolucionaria y nos ayudarán a entender mejor el mundo y las formas de transformarlo para el bien común de todos los seres humanos.

Nunca olvidamos que nacimos de una gran revolución. Fue la revolución y el liderazgo indiscutible de su líder Fidel Castro, los que permitieron hacer y conducir nuestra política exterior y construir sus herramientas y órganos que, como el Ministerio de Relaciones Exteriores, surgido el 23 de diciembre de 1959, constituyeron el reflejo de una nueva época. Gracias a esa misma revolución, un intelectual, un académico y un revolucionario de siempre, Raúl Roa García, fue designado Ministro, puso los cimientos de esta casa y su sentido de vivir y servir, por lo cual el pueblo, siempre sabio, lo calificó de Canciller de la Dignidad, por haber elevado esa virtud al rango de atributo de una nueva diplomacia.

Por él, por el Che, por Fidel, quienes siempre están con nosotros, y por nuestros hijos y nietos, nosotros, los que hoy respondemos por nuestro pueblo ante el mundo, seguiremos honrando los ideales y principios de esa política exterior independiente, soberana, creativa y solidaria con la que jamás hemos agredido a nadie y que solo ha procurado los anhelos más caros y legítimos de los cubanos y de todos los pueblos del mundo.

Muchas gracias.



Notas:

[i] Martí, José: Obras completas, t. 3, “Cuba, Política y Revolución III, 1895”.
[ii] Roa, Raúl: Política exterior de la Nación cubana. Octubre de 1968. Antología del pensamiento crítico cubano contemporáneo, Buenos Aires: CLACSO, septiembre de 2015. Descargado de Internet el 9 de octubre de 2017: http://www.minrex.gob.cu/es/politica-exterior-de-la-nacion-cubana
[iii] Roa, Raúl: Op. Cit.
[iv] Rodríguez, Carlos R. Fundamentos estratégicos de la política exterior de Cuba,  en Cuba Socialista, Nº 1, Comité Central del Partido Comunista de Cuba. La Habana, Diciembre1981, pp. 10-33.
[v] FAO: Informe El futuro de la alimentación y la agricultura: Tendencias y desafíos, publicado en 2017.
[vi]OIT Datos 2017.
[vii] UNESCO: Tercer informe sobre el Informe de la FAO El futuro de la alimentación y la agricultura: Tendencias y desafíos, publicado en 2017.
[viii] FAO: Op. Cit.
[ix]  ACNUR: Informe Tendencias Globales: Desplazamiento forzado en 2016.
[x] Stockholm International of Peace Research Institute (SIPRI):  World military expenditures Report. Descargado de Internet el 6 de octubre de 2017 en https://www.sipri.org/sites/default/files/Trends-world-military-expenditure-Data
[xi] Ariet, María del C.: 2005. El pensamiento político de Ernesto Che Guevara. Editorial Ocean Sur, 2005.
[xii] Discurso del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro en el Séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba, 16 de abril de 2016
[xiii] Partido Comunista de Cuba: Resolución del 1er Congreso del PCC sobre Política Internacional. Descargado de Internet el 6 de octubre de 2017 en  http://www.pcc.cu/cong1.php
[xiv]Gleijeses, Piero: El altruismo cubano es el más notorio de la historia moderna. Descargado de Internet el 6 de octubre de 2017 en http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2015-06-19/el-altruismo-cubano-es-el-mas-notorio-de-la-historia-moderna/