Por
Dr. Leyde E. Rodríguez Hernández
Hace poco más de dieciséis
años, el 4 de octubre de 2000, escribí una crónica en la primera edición del
periódico Juventud Rebelde que titulé: “Cálida acogida del pueblo canadiense a
Fidel en funerales de Pierre Trudeau”, el padre de Justin, precisamente el
joven primer ministro canadiense que visitó Cuba e impartió una magistral
conferencia en el Aula Magna de la Universidad de la Habana.
Aquella crónica que deseo
recordar en ocasión de la reciente visita de Justin Trudeau decía lo siguiente:
“Bajo la tristeza del último
adiós a un amigo y un día signado por un sol escondido en el cálido otoño, el
comandante en Jefe Fidel Castro, junto a miles de canadienses y un grupo de
personalidades internacionales, rindieron ayer una emotiva despedida póstuma al
expremier canadiense Pierre Trudeau, considerado uno de los políticos más
prominentes de este siglo.
En la impresionante
ceremonia, una dolida multitud compuesta por más de 10 000 personas, todas
empuñando la emblemática rosa roja utilizada por Trudeau, formaron una enorme
valla que acompañó el traslado del féretro a una homilía final antes de los
funerales de Estado, atendiendo al rango ocupado en vida.
Minutos después, un coro
emocionó a los presentes entonando la letra del himno nacional de Canadá,
mientras el ataúd entraba a la basílica escoltado por los familiares cercanos a
Trudeau: su viuda, Margaret Sinclair, sus hijos Justin y Sacha, y un hijo menor
de nueve años.
Y como un símbolo del amor
de Trudeau por su patria, sobre el féretro estaba la bandera canadiense y dos
rosas rojas, depositadas por miembros del cuerpo de la Real Policía Montada.
El primer ministro de
Canadá, Jean Chretien, quien prestó servicios como ministro del gabinete en el
gobierno de Trudeau, expresó en el funeral que el fallecido exprimer ministro fue “el primer y más grande
dirigente de la nueva Canadá”, y por su parte,
la hija de Trudeau, Sacha, comparó a su padre con “un gran árbol que dio
sustento y sombra a todos los canadienses”.
Al término de la homilía,
oficiada por el cardenal de Canadá, Jean Claude Turcotta, el cuerpo de Trudeau
recibió sepultura y, sin dudas, sus funerales se convirtieron en un vivo
testimonio de la popularidad de que gozó al frente de los destinos políticos de
Canadá durante más de dos décadas.
Fidel conmocionó a los
canadienses
La presencia de Fidel en el
gran funeral de Estado a Trudeau, también conmocionó al pueblo canadiense
congregado, y según diversas agencias de prensa, a la salida de la ceremonia
dijo que “era un momento muy triste para esa nación”, y que se “encontraba muy
emocionado”.
Asimismo, tanto la
televisión local como la prensa reportaron cuando Fidel encabezó un reducido
grupo de personas, entre ellas, el expresidente estadounidense James Carter,
quien recibió a la familia de Trudeau al pie de la escalinata de la basílica de
Notre Dame, donde se ofició el sepelio. Y en ese instante Fidel y Carter
recibieron el espontaneo agasajo y aclamación de las miles de personas
congregadas en el lugar.
Un gran destaque tuvo el
abrazo de Fidel, con profundo cariño, al hijo mayor de Trudeau, Justin, quien
durante las honras fúnebres pronunció una emotiva oración que provocó en varias
ocasiones los aplausos y las lágrimas de los cerca de 2800 invitados.
Es un momento difícil para Canadá
El ministro de Relaciones
Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, en respuesta a las preguntas de los
periodistas ubicados en las proximidades del recinto, explicó que el Comandante
en Jefe tomó la decisión de participar en la despedida de Trudeau, “porque
comprendió que era su deber, en virtud de la amistad que los unió, de la
admiración que siempre sintió por él, como estadista, como hombre político,
coherente y ético, y decidió venir en este momento difícil para Canadá”, según
reportó la agencia EFE.
Y precisó Pérez Roque que
“la delegación viajó exclusivamente a rendir tributo a un amigo y para estar
junto al pueblo de Canadá, ante la tristeza de la pérdida de un indiscutible
líder mundial”.
Enfatizó que “no tiene otro
objetivo y no hemos aspirado a que esta visita signifique otra cosa que acompañar
en el dolor a un pueblo amigo”.
El canciller cubano precisó
que las relaciones entre ambos países tienen una raíz histórica, en el plano
del comercio, de las inversiones, de la colaboración económica, pues Canadá,
añadió, es uno de los principales socios de Cuba y mantenemos un diálogo amplio
y respetuoso sobre diferentes temas de interés mutuo.
Con la partida de Fidel y su
comitiva desde el aeropuerto de Montreal con destino a La Habana en horas de la
tarde de este martes, la presencia del líder cubano en las exequias de Trudeau
se convirtió en uno de los capítulos más trascendentales de la historia de las
relaciones cubano-canadienses, que tuvo uno de sus momentos más importantes
durante la visita del fallecido dirigente a la Isla, hace 25 años.
Un ejemplo de esa
imperecedera amistad entre dos pueblos quedó plasmada en la calurosa acogida a
Fidel por parte de la población de Montreal, y las enormes muestras de
simpatías, que por encima de todas las demás personalidades nacionales e
internacionales, fueron expresadas al Comandante durante su breve estadía en
suelo canadiense.
Así, con esas huellas de
cariño, concluyó el mayor funeral en la historia de Canadá, el de un hombre
cuyas condiciones personales: carisma, sensibilidad humana, posiciones
progresistas y atributos como estadista e intelectual, lo convirtieron en uno
de los políticos más grandes de Canadá y del mundo en el siglo XX”.
Visita
de Justin Trudeau a su amigo Raúl
En ese comentario se
encuentran las razones de la conexión histórica de la familia Trudeau con Cuba,
y de la exitosa visita del primer ministro canadiense Justin Trudeau en
noviembre de 2016, en la que reafirmó las relaciones históricas entre ambas
naciones y su interés de fortalecerlas.
Sobre las relaciones de
Canadá-Estados Unidos con Cuba en el contexto de la victoria de Donald Trump,
Justin Trudeau consideró que “la relación entre Canadá y Estados Unidos es más
profunda que la relación entre un presidente y un primer ministro”.
Sobre el tema del bloqueo
económico financiero y comercial impuesto por el gobierno estadounidense contra
la Isla reiteró que se trata de una “barrera, un reto a la hora de invertir en
Cuba”, que, sin embargo, no paraliza a muchas empresas canadienses que siguen estando
dispuestas a invertir y crear asociaciones y vínculos en la nación caribeña.
“Obviamente, a nosotros no
nos sorprende el que no estemos de acuerdo con el enfoque que tiene Estados
Unidos sobre Cuba. Nosotros pensamos que nuestro enfoque es mucho mejor: la
colaboración, la asociación, el estar comprometidos”, afirmó el Primer
Ministro.
Una conexión histórica
En su charla, Justin Trudeau no se abstuvo de narrar lo que ha sido para él, desde pequeño, la Mayor de las Antillas; ni de subrayar la conexión histórica de su familia con Cuba desde hace muchas décadas, una conexión que une además a ambos pueblos y Gobiernos.
Para el dignatario, las relaciones respetuosas y
abiertas entre las dos naciones benefician, en primer lugar, a nuestros
pueblos, lo que se evidencia en el fructífero comercio entre Canadá y Cuba, que
sobrepasó el año pasado los 1 000 millones de dólares. Pero el vínculo más importante
no se muestra a través del desarrollo o el comercio —reflexionó— sino a través
de las conexiones personales de uno a uno. Esto se ve en el flujo tremendo de
turistas de Canadá hacia Cuba.
Los canadienses son más del 40 por ciento de los
visitantes a Cuba, lo que hace que haya 1,3 millones de visitas por año,
motivados por el cálido clima tropical y la «bienvenida cordial y calurosa que
recibimos en cualquier lugar al que vayamos en esta Isla», dijo.
Además, resaltó el valor de los intercambios académicos,
como otra forma de cooperación y aprendizaje entre los dos pueblos.
El Jefe de Gobierno canadiense consideró también que
la innovación y la creatividad están en el corazón de todo lo que hacen los
cubanos. Todos los días, «traen a la vida el espíritu de resolver». A lo que
agregó que «lo que más me ha impresionado durante mis visitas a Cuba es la
pasión con la que celebran la cultura cubana, (...) el respeto que ustedes
tienen por los que cuentan las historias cubanas es algo que es genuinamente inspirador».
Sobre Canadá: inclusión, apertura y
oportunidad
Los jóvenes cubanos también mostraron interés por
conocer sobre la gestión frente al Gobierno de Trudeau. El dignatario contestó
preguntas que iban dirigidas tanto a los vínculos de la nación norteña con
Sudamérica, como a la política interna del país.
Sobre los nexos con la región, consideró que «siempre
hemos sido muy activos, y tengo muchas ganas de visitar Perú y Argentina,
adonde me dirijo en los próximos días; pero he de admitir que era importante
para mí que mi primera visita oficial a cualquier lugar latinoamericano fuera
aquí, a Cuba, para visitar a mi amigo Raúl». La juventud reunida y el
mandatario cubano aplaudieron las palabras del Primer Ministro canadiense.
Siempre vamos a encontrar nuevas maneras de colaborar, hay que entender que cuanto mejores y más fuertes conexiones tengamos entre países similares esto será mejor, no solamente para nuestros ciudadanos, sino para toda la región, y seremos capaces de tener más éxitos, aseveró.
Asimismo respondió a cuestiones vinculadas con su plan
de trabajo como Primer Ministro: «La voz de Canadá que estoy intentando
transmitir al mundo tiene que ver con la inclusión, la apertura, la
oportunidad, la construcción de una sociedad estable y resiliente, que es de
esta manera porque existe seguridad y diversidad dentro y no en contra de lo
uno y de lo otro. Esta es la manera en la que hay que cooperar dentro del
mundo».
A lo largo de su conferencia, mantuvo el llamado al
respeto y a la unidad, así como la convocatoria a una juventud participativa y
transformadora. «Lo que cuenta es que ustedes ayuden a proteger las cosas que
nos unen más que intentar señalar lo que nos divide. Y en virtud de mi
experiencia, nadie entiende esto mejor que ustedes, los jóvenes».
Sin duda, Pierre y Justin Trudeau
representan en Canadá una tradición familiar de ética política e intelectual,
en una época caracterizada por la crisis de la cultura política occidental y
del liderazgo político internacional. En este contexto, el primer ministro
canadiense constituye una esperanza para su pueblo y un aliento de progreso
para la humanidad.
Fuentes:
Juventud Rebelde, Granma, Prensa Latina.
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