Por Dr. Leyde E. Rodríguez Hernández
Vicerrector Investigación y Postgrado ISRI
Los
Estados Unidos y la Unión Europea siguen siendo aliados imperialistas en muchos
aspectos de la política internacional, en un contexto global enrarecido por los
dislates del inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, quien también ha tenido
palabras inaceptables para los líderes de la endeble integración europea.
Exacerbando así contradicciones y preocupaciones entre desaliñados aliados,
como pudiera inferirse del lema Trumpiano: “América Primero”, y de la Unión
Europea: “Relanzar Europa”.
Un
despacho cablegráfico de ANSA fechado en Miami, correspondiente al 8 de
noviembre, indicó que las restricciones de viajes a Cuba y las prohibiciones de
hacer negocios con ciertas empresas de la isla, notificadas en junio de 2017
por Donald Trump, entrarán en vigor muy próximamente con el risible argumento
de "reducir el poder económico de las fuerzas militares" cubanas,
enmascarando toda la verdad al respecto: el recrudecimiento genocida de un
bloqueo económico, comercial y financiero que lejos de afectar a la jerarquía
militar cubana y a la denominada familia de los Castros, traerá más penurias
económicas y dificultades en la vida cotidiana de todo el pueblo cubano.
Acostumbrados
y entrenados en mentir deliberadamente y en la elaboración de listas para
sancionar instituciones e individuos en otros países, el gobierno de los
Estados Unidos ha publicado una arbitraria relación de 180 empresas vinculadas
con las fuerzas militares, incluidos hoteles y tiendas de la compañía
Habaguanex -la principal en la zona turística de la Habana Vieja- con las que
se prohíbe hacer negocios; también están incluidos hoteles y marinas de
Gaviota, ambas pertenecientes al conglomerado militar Grupo de Administración
Empresarial (GAESA). Lo más tragicómico o burdo del caso es que en la lista
también aparecen fábricas de refrescos y de elaboración de alimentos.
Las
antidemocráticas nuevas regulaciones para los viajes y el comercio con Cuba, se
implementarán de forma inmediata en el marco de la decisión del presidente
Trump de congelar la normalización de las relaciones bilaterales iniciadas por
su predecesor Barack Obama. Pues sí, señores, así es de perjudicial,
para amplios sectores sociales estadounidenses y cubanos, la nueva política del
“poder estúpido” del actual inquilino de la Casa Blanca.
Nuevamente
el gobierno de los Estados Unidos se equivoca en su política contra Cuba
pensando que con mayor bloqueo y agresividad podrían intimidar al gobierno
cubano y conducirlo en la dirección del interés del poder estadounidense,
en la perspectiva de un cambio de régimen en la isla, lo cual encubren en la
gastada retórica de “avanzar hacia una mayor libertad política y económica para
el pueblo cubano". Un pueblo heroico que ha sobrevivido dignamente
la política de cruel bloqueo y terrorismo de los círculos de poder imperialistas
en Estados Unidos, que desprecia a la nación cubana por la sencilla razón de
haber sostenido, durante más de cincuenta años, la independencia, la soberanía
nacional y el socialismo en la isla caribeña.
En
mi opinión, el gobierno de los Estados Unidos, cuando recrudece el bloqueo a
Cuba, viola también los derechos humanos de los ciudadanos estadounidenses, porque
tienen prohibido hacer transacciones con entidades cubanas supuestamente
controladas por los servicios militares, de inteligencia y de seguridad del
estado cubano. Esto queda corroborado en la prohibición de los viajes
individuales de estadounidenses a la isla para abrir contactos con el pueblo
cubano, exceptuando solamente en esta medida los que tengan carácter académico.
Pero, para mayor encarnizamiento, algunos de esos viajes, antes autorizados, se
podrán realizar si el interesado compró el boleto de avión o hizo su reserva de
alojamiento antes del pasado 16 de junio, fecha en la que Trump anunció la
nueva política hacia Cuba.
Al
mismo tiempo, se mantiene e intenta profundizar en la política de subversión
para desestabilizar a la sociedad cubana, pues respecto a los llamados
"viajes de apoyo al pueblo cubano", los Estados Unidos exigirá, a
partir de ahora, que los interesados participen "en un programa de
actividades de tiempo completo que impliquen una interacción genuina con
individuos en Cuba". Hablando claro, esto sería con la contrarrevolución
interna y con sectores dispuestos a colaborar con el régimen imperialista
estadounidense.
No
tengo la menor duda que, aunque estas medidas afectan directamente al pueblo
cubano, del mismo modo dañan el interés nacional de los Estados Unidos, porque
diversos sectores políticos, económicos, religiosos, culturales y familiares
son favorables al comercio, a las inversiones y a todos los vínculos sociales,
sin barreras de ningún tipo, con el pueblo cubano, sin un interés manifiesto de
subversión política para el “cambio de régimen” en Cuba.
Lo
cierto es que, a lo largo de su campaña electoral, el candidato republicano
Donald Trump, prometió endurecer la política agresiva hacia Cuba y mantener el
bloqueo económico impuesto hace más de medio siglo a la isla. La continuación
de una política fracasada, y en contra de los intereses de amplios sectores
sociales estadounidenses, permite afirmar que dichas medidas de recrudecimiento
del bloqueo contra Cuba tendrán poca sostenibilidad estratégica. El tiempo
confirmará esa posible tendencia y habrá que resistir para constatarlo en la
práctica, por sus propios resultados.
En
cuanto a Venezuela, el gobierno de Donald Trump recurre a una política similar
a la aplicada contra Cuba, mediante la adopción de nuevas sanciones a
Venezuela, esta vez contra 10 funcionarios a los que responsabiliza por
irregularidades electorales, censura a la prensa y corrupción en la
distribución de alimentos. Este nuevo paquete de sanciones incluye a Sandra
Oblitas, vicepresidente del Consejo Nacional Electoral, los ministros Ernesto
Villegas Poljak (Cultura), Freddy Bernal (Agricultura Urbana) y Jorge Márquez
Monsalve (Despacho Presidencial), y al presidente de CANTV, Manuel Fernández,
entre otros.
Relacionado
con Venezuela, según un despacho cablegráfico de Notimex, desde Bruselas, “la
Unión Europea tiene previsto adoptar nuevas sanciones contra Venezuela, entre
ellas un embargo a la exportación de armas y de equipamientos que pueden ser
empleados en la represión en el país, que vive una crisis política, económica y
social sin precedentes”.
Se
dice que esa medida recibió el aval de los representantes permanentes de los
Veintiocho en Bruselas y debe ser formalizada por los ministros de Asuntos
Exteriores en su próxima reunión. Mi pregunta es: ¿No tendrán estos señores
otros temas que abordar relacionados con las propias problemáticas que
paralizan y convulsionan a los estados miembros de la Unión Europea?
No
creo que la Unión Europea sea hoy un ejemplo moral para el mundo. Primero
deberia mirarse por dentro y resolver sus graves dificultades, para después
criticar y decidir sanciones contra gobiernos e individuos de otras naciones
soberanas e independientes.
En
fin, pudiera ser una simple coincidencia, pero hay que observar la existencia
de una “nueva” especie de división del trabajo imperialista entre Estados
Unidos y la Unión Europea en sus afanes, “por separado”, para derrotar los
procesos revolucionarios en Cuba y Venezuela. En este sentido, la Unión Europea está directamente involucrada en la política injerencista y de agresión política, económica y mediatica contra Venezuela, mientras con Cuba busca otro tipo de relación más política y diplomatica acorde con los nuevos tiempos.
Las acciones imperialistas contra Venezuela y Cuba fracasarán frente a la resistencia de los pueblos y por su carácter insostenible en el plano estratégico. Como
en otras épocas, el temor a las Revoluciones en el sistema internacional permanece vigente en los circulos políticos y militares de las potencias
imperialistas garantes del inviable e insostenible status quo capitalista a
nivel global.
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