viernes, 10 de noviembre de 2017

Congreso Internacional "El Capitalismo global en las Américas".

 El capitalismo contemporáneo: un lobo que no se disfraza

Por Hassan Pérez Casabona⃰

En la segunda jornada del Congreso Internacional El Capitalismo global en las Américas, que se celebra en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, prosiguió el intercambio sobre la inviabilidad de un sistema instaurado para acrecentar las ganancias de exiguas élites y no para encontrar soluciones a los problemas que enfrentan las cuatro quintas partes de la humanidad. El foro académico, en el que participan relevantes personalidades de diferentes latitudes, es auspiciado por la Red de Estudios Críticos sobre el Capitalismo Global (Network for Critical Studies of Global Capitalism, NCSGC por sus siglas en inglés) y la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC).


Caricatura de Alfredo Martirena. Cuba.
Caricatura de Alfredo Martirena. Cuba. Tomada de Juventud Rebelde

Uno de los paneles especiales que desarrolló su labor en plenario  contó con la conducción de Jorge Hernández Martínez, al frente de la cátedra Nuestra América y los Estados Unidos de la UH, y en él expusieron sus apreciaciones los doctores Frank Thompson, de la Universidad de Michigan y Elier Ramírez Cañedo, de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

Thompson, investigador emérito, trajo a colación una versión actualizada de un trabajo presentado en el 2014, en un evento científico desarrollado en la Universidad de La Habana, con el título Actualización sobre las relaciones económicas de Cuba y Estados Unidos después del bloqueo.  El autor, quien expresó el honor que significaba estar en una sala con el nombre de Fernando Portuondo (brillante historiador a quien conoció, al igual que a su esposa, la también figura cimera de las ciencias históricas Hortensia Pichardo) verifica su hipótesis de que, con la eliminación de determinadas restricciones durante la administración Obama (limitadas e insuficientes por demás) se incrementaron las visitas de ciudadanos estadounidenses a Cuba, al tiempo que prosiguen perjudicándose los intereses de ese país, a partir de que no es posible la inversión en numerosos negocios potencialmente atractivos para ambas partes.

Ramírez Cañedo, por su parte, se adentró en el examen de lo sucedido en el plano de las relaciones bilaterales durante la presidencia de Donald Trump: “Aunque existe una élite de poder de extrema derecha, encabezada por varios congresistas de origen cubano, que respaldan a Trump en el regreso a la clásica política de confrontación, el consenso dentro de la propia élite de poder de los Estados Unidos y su aparato burocrático se inclina a continuar la apertura iniciada por Obama el 17 de diciembre del 2014. Por tanto, la política que está adoptando la administración Trump hacia Cuba, tiene grandes posibilidades de convertirse en el futuro en una anomalía coyuntural, que terminará siendo barrida por la lógica sistémica, proclive a continuar el enfoque del acercamiento. Quizás Ben Rhodes, ex asesor de Obama, utilizó la frase más exacta cuando expresó que el anuncio de Trump constituía el “último suspiro ilógico de una política estadounidense con un historial de 50 años de fracaso´”, afirmó.

El destacado investigador, poseedor de una amplia obra con independencia de su juventud, añadió: “Lo que sí se ha quedado muy claro en estos meses es que el presidente de los Estados Unidos ha convertido a Cuba en una mera ficha de cambio para sus turbios manejos de política interna. Y en esos manejos turbios está la mano del senador Marco Rubio, con el cual al parecer el presidente ha llegado a algún acuerdo, a cambio de su apoyo en el Comité de Inteligencia del Senado donde su responsabilidad está siendo cuestionada en la investigación por la presunta injerencia rusa en la campaña electoral de 2016.  Estos sectores de extrema derecha de origen cubano se encuentran hoy a la ofensiva y el presidente no ha dejado de complacerlos. La construcción del nuevo pretexto de supuestos ataques sónicos contra el personal diplomático de la embajada de los Estados Unidos en La Habana le ha venido como anillo al dedo a estos sectores, quienes son los únicos que se benefician con este tipo de operaciones de bandera falsa, en las cuales Estados Unidos tiene una larga experiencia”.

De igual manera, destacó que “Para Cuba, significa una nueva oportunidad para el avance y fortalecimiento de los procesos de transformaciones en curso hacia un socialismo próspero y sustentable, así como para afianzar las alianzas con los gobiernos, movimientos y fuerzas políticas progresistas y de izquierda en la región, y el relanzamiento de los procesos integracionistas y de unión en América Latina y el Caribe, en especial la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). De la misma forma para fortalecer los lazos con aquellos actores internacionales que a nivel global desafían la hegemonía estadounidense”.

En el cierre de sus palabras, Elier recordó la valoración que ofreciera Julian Assange, fundador del sitio web Wikileaks, en una amplia entrevista que ofreciera a Página 12, sobre las nuevas oportunidades que se abrían para la resistencia y la lucha antisistema a nivel global con Trump en la Casa Blanca:

“Bajo la conducción de un hombre negro educado y cosmopolita como Barack Obama el gobierno de Estados Unidos no se parecía a lo que era. Bajo Barack Obama se deportaron más inmigrantes que en cualquier otro gobierno y se pasó de dos guerras a ocho. Supongamos que Argentina tiene un conflicto con el gobierno de Trump por su apoyo a Gran Bretaña en el caso de las Malvinas. ¿Es más fácil o más difícil para Argentina conseguir apoyo en la comunidad internacional que cuando era presidente Obama? Es más fácil con Trump. ¿Y a nivel doméstico en Estados Unidos? Claro que será más fácil protestar contra las políticas de Trump. De hecho las protestas ya empezaron. Los demócratas, cuando están en la oposición pueden convertirse en una fuerza que restringe y controla al gobierno. Pero cuando llegan a la presidencia y al gabinete se funden con las instituciones. El gobierno de Obama era un lobo con piel de oveja. El gobierno de Trump es un lobo con piel de lobo. Es más fácil tratar con un lobo que no se disfraza”, concluyó.

Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana. 



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